Recuperar el verdadero valor de la vida

Las personas hemos olvidado que en la vida lo más importante son los valores espirituales y no las cosas materiales. Es momento de cambiar y empezar a apreciar las cosas simples, como la familia, el amor a nuestros semejantes o la naturaleza misma.

Myrna del Carmen Flores

¿Cómo puedes extrañar algo que nunca has tenido?

Es la pregunta que una madre le hace a su hija en la novela The joy luck club (El club de la buena estrella), de Amy Tan. La historia versa sobre las difíciles relaciones de cuatro mujeres chinas y sus respectivas hijas; estas últimas, educadas en Estados Unidos. El tema central es el choque que existe entre unas y otras. Las primeras fueron educadas en China, en una cultura tradicional, donde la vida gira en torno al honor y otros valores culturales, mientras que las jóvenes absorbieron las costumbres americanas. La novela no trata de juzgar cuál cultura es mejor; sólo explora la ardua relación causada por los diferentes valores que tiene cada una de las mujeres de esta historia.

Uno de esos conflictos se refiere a la obsesión de una de las hijas por tener un aparato en el que escuchar música. Al negársele, surge el drama de su sufrimiento, al igual que la pregunta de esta madre. Entonces la mujer comienza a contarle su historia a su hija: tenía dos hijas, gemelas, y vivía cómodamente en una comunidad en China. Su esposo era militar y vivía en otra ciudad, a causa de su trabajo. Pugnas políticas entre China y Japón desatan una guerra. A ella solo le queda escapar de la ciudad, antes de que los japoneses invadan el lugar. Decidida, toma una carretilla en la que coloca algunas cosas de valor y, por supuesto, a sus dos pequeñas hijas.

Su camino es largo. El cansancio la va venciendo. La carga se hace cada vez más pesada; así que día tras día va dejando en el camino las cosas que alguna vez consideró importantes. Pero la fuerza cada vez es menor. Abandona la carretilla; toma a sus hijas, con un poco de alimento para darles. Más tarde, abandona el alimento también. Hambrienta, llena de llagas y a punto de morir a causa de la disentería, decide abandonar la única carga en realidad valiosa para ella: coloca unas joyas entre la ropa de las pequeñas, así como las fotografías y los datos de estas, con la esperanza de que alguien las encuentre, las proteja y después las devuelva.

En ese momento la pregunta, “¿cómo puedes extrañar lo que nunca has tenido?, cobra sentido. Cómo es posible que nos sintamos mal por no tener algo material, cuando existe tanta gente en el mundo que ha perdido lo que en realidad tiene algún valor: su familia; tal vez en una guerra, tal vez por una enfermedad.

En estos tiempos parece importar más lo que tienes, que lo que eres

Es necesario crear conciencia en nuestros hijos sobre los verdaderos valores del ser humano. Es tan triste, por ejemplo, ver a muchachas jóvenes, cuyo valor propio, sienten ellas, depende de un vestido o de unos zapatos. Buscan la felicidad fuera de sí mismas, en cosas materiales que nunca podrán llenar el vacío de sus almas, porque dicho vacío únicamente se llena cuando estamos plenos de amor y de esperanza. La felicidad no es algo material, sino los pequeños momentos que satisfacen nuestro espíritu.

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Tal vez sea el momento de cambiar, de volver a lo simple, de enseñar a nuestros hijos a valorar los sentimientos, más que las cosas. Por eso es importante:

  • Que nuestros hijos sientan que para nosotros es más importante la familia que lo material. No se trata de dejar de disfrutar de esas cosas, sino de no convertirlas en nuestro objetivo principal.

  • Que eduquemos a nuestros hijos con valores como la solidaridad, la generosidad o el amor a los semejantes.

  • Que no tratemos de darles todas las cosas que pidan, porque consideremos que ellos deben de tener todo lo que no tuvimos cuando pequeños. A veces el negarles algo les hace bien, porque los puede ayudar a reforzar su tolerancia a la frustración y a valorar lo que tienen y lo que no.

  • Compartir pequeños momentos en familia para apreciar un amanecer, observar las estrellas o tal vez la naturaleza que Dios nos legó.

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  • Comprometernos con alguna causa altruista que les enseñe que hay quebrantos más importantes que una pérdida material; al ayudar a personas que lo necesitan les será fácil entender lo afortunados que son con lo poco o mucho que ellos tengan.

Vivimos en una sociedad consumista en la que los verdaderos valores del ser humano han perdido popularidad. Tal vez sea momento de hacer algo por recuperarlos, empezando en nuestro hogar, y tal vez poco a poco pueda extenderse a la sociedad misma.

(Amy Tan, The joy luck club – El club de la buena estrella–, Editorial Planeta, 1989).

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Myrna del Carmen Flores

Myrna del Carmen Flores es maestra de inglés y madre de dos jóvenes. Puedes contactarla en