4 razones para que tus hijas no se conviertan en princesas

¿Estás segura de que quieres que tu hija sea como una princesa de película animada? Yo que tú, lo pensaba dos veces; aquí te cuento por qué.

Aida Robles

Cada vez es más frecuente ver que muchos de los productos destinados a las niñas, hacen referencia a las princesas de Disney. Ropa, accesorios, artículos de higiene personal, platos, vasos, loncheras, mochilas y, por supuesto, juguetes, son solo algunos de los tantos objetos decorados con toda la gama de damiselas de la realeza.

No importa mucho si son rubias, trigueñas o morenas; si viven en hermosos castillos, en el fondo del mar o encerradas en una torre, todas terminan estableciendo un modelo de lo que para muchas de nuestras niñas (e incluso mujeres adultas), significa ser mujer. ¿Te has detenido a pensar cómo serían estas princesas, de existir realmente? ¿Cómo sería su vida cotidiana, cuáles sus sueños y cómo harían para lograrlos? Te cuento lo que yo he pensado al respecto:

1. Casi siempre esperan que un hombre las salve

Si bien películas recientes nos han presentado algunas princesas mucho más audaces que la ya algo anticuada Cenicienta, casi todas siguen esperando que un apuesto príncipe —o bien, un plebeyo, pero apuesto— las ayude a liberarse de un hechizo, una malvada bruja o un destino que parece ineludible. Pareciera que por sí mismas no contaran con la fuerza, el coraje y la inteligencia para hacerlo, mientras que los hombres siempre son reconocidos por dichos atributos.

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2. Siempre tienen a alguien que haga las cosas por ellas

No importa si son hadas madrinas, duendes o animalillos del bosque, siempre tienen a su lado alguien que resuelve cualquier problema por ellas. Incluso, muchas de estas bellas señoritas, aun cuentan con sirvientes o nanas que les ayudan a vestirse, a comer y demás actividades cotidianas. La autosuficiencia no parece ser un atributo muy valorado en ellas, así como tampoco la confianza en sí mismas.

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3. Visten incómodos vestidos

Seguramente has escuchado aquella frase que reza de forma contundente: “la belleza duele”, como si se tratara de un destino fatal para toda mujer. Y es que, aunque parezca gracioso, en pleno siglo XXI pareciera que el atuendo de las princesas de Disney sigue funcionando como modelo de lo que el cuerpo femenino debe ser: erguido, delgado, bien proporcionado, con un bello rostro y sonrisa perfecta, portando siempre un vestido ajustado e impecable. No importa lo que el cuerpo deba pasar, siempre hay que dar una buena impresión ante los ojos de los otros.

4. No eligen, pues siempre cumplen con su destino

A pesar de las terribles brujas y sus hechizos, los bosques encantados o las aterradoras criaturas, ellas siempre cumplen con su destino y son felices para siempre. Pero, ¿acaso alguien les preguntó a donde querían ir y qué camino seguir? En efecto, las princesas casi nunca son libres de elegir su rumbo, sino que son llevadas hacia su destino, que a grandes rasgos, es uno y el mismo para las damas de alcurnia. ¡Qué difícil aceptar que “ser feliz” signifique lo mismo para todas!, ¡o que si cambias de opinión no puedas arrepentirte y tenga que ser así para siempre!

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Si bien no se trata de prohibir a nuestras niñas toda película de princesas, de cambiar la decoración de su cuarto y renovar su guardarropa, sí es importante hacerles ver, a manera de juego, algunas de las características de estos personajes. Tal vez ayude ubicar a alguna princesa en situaciones reales e imaginar qué es lo que haría vestida así o sin saber cómo defenderse de algún malvado.

Trabajemos por educar niñas seguras de sí mismas, valientes e independientes, no princesas temerosas del mundo, que esperan un príncipe azul que las salve.

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Aida Robles

Aida Robles es psicoterapeuta y maestra en psicología social. Además de la clínica, se dedica a la docencia y a la investigación psicosocial.