Ayuda a tus hijos a valorar las cosas
Si tuviste carencias en tu infancia y deseas que tus hijos no las padezcan, la solución no es darles todo "lo que tú no tuviste".
Emma E. Sánchez
Hace ya algunos años, siendo una niña que estudiaba la primaria, me encontraba viendo la TV cuando mi papá llegó del trabajo, venía cansado y pidiendo algo para cenar; me saludó con un beso y me regaló una goma (borrador) que había comprado para mí de camino a casa. Yo no dejé de ver mi programa favorito y mi padre se fue a cenar. La goma era blanca, suavecita y olía muy bien; de la nada, comencé a morderla poco apoco y para cuando el programa terminó, me retiré de la sala dejando cientos de pedacitos blancos sobre la mesa: yo había masticado la goma hasta deshacerla totalmente. Todavía recuerdo los gritos de mi papá que decía una y otra vez que yo no sabía valorar lo que me daban y, sinceramente, no entendía lo que él hablaba.
Pensando en mi experiencia de niña, y luego cuando me convertí en mamá de tres pequeñitas, llegué a la siguiente conclusión: No valoramos las cosas porque no nos costaron, porque a veces, como en mi experiencia con la goma, ni siquiera las deseamos y ya las tenemos. A veces nuestros hijos están recibiendo todo sin saber de dónde provienen, cómo se obtienen y todo lo que los adultos debemos hacer para poder ofrecérselas.
¿Me permites compartirte algunas sugerencias para ayudar a tus hijos a valorar las cosas?
Los niños deben tener una responsabilidad en casa
A partir de los 3 o 4 años, los niños tienen el deseo de trabajar en el hogar, de limpiar y hacer lo que mamá hace. Permíteselo y, conforme crezcan, asigna responsabilidades de las que puedan hacerse cargo y enseña que cuando fallan, toda la familia vive las consecuencias. No les pagues por esas tareas, porque si lo haces, con el tiempo no querrán hacer nada por lo que no reciban un salario. Reconoce el esfuerzo y elogia, hazles sentir orgullo por el trabajo bien hecho.
No les compres todo lo que te piden
Tampoco lo hagas tan pronto como lo solicitan. Cada vez que escucho decir a alguien: “A mis hijos nunca les falta nada”, recuerdo la frase que dice: “Donde hay demasiado, falta algo; y lo que sobra no remplaza lo que falta”.
Tómate un tiempo para comprar algo que tu hijo te ha pedido, verifica que se trate de algo que realmente desea y que no solamente se trata de un capricho. Cuando satisfacemos las necesidades de nuestros hijos por anticipado, apagamos el deseo de esforzarse y sus deseos no conocerán de límites.
Los más grandecitos
Los adolescentes deben comenzar a trabajar, ahorrar dinero y contribuir en el hogar: aunque tú no lo necesitas, lo haces porque tu hijo lo necesita.
Si en verdad quieres que tu hijo termine sus estudios, tenga un trabajo y haga algo bueno con su vida, dale la bendición del trabajo, el esfuerzo y el placer de lograr y tener lo que se proponga por medio de sus propios méritos y recursos. De lo contrario, tendrá cuarenta años y tú seguirás manteniéndolo.
Hagan juntos un presupuesto
A muchos padres esto no les gusta, les cuesta mucho trabajo concebir la idea de que sus hijos sepan cuánto dinero ganan y mucho menos que se involucren en cómo se gasta o administra el dinero en casa. Pero ¿te digo algo? Una vez que los hijos se dan cuenta de cuánto y cómo se gasta el dinero en necesidades básicas, comienzan a tomar conciencia de su situación personal y familiar, entonces se convierten en integrantes de la familia más colaboradores, ahorradores y serviciales.
Si tú tuviste carencias en tu infancia y deseas que tus hijos no padezcan lo que tú viviste, la solución no es darles todo “lo que tú no tuviste”. La clave es enseñarles a cuidar lo que tienen, a administrar y esforzarse, pero sobre todo a saber ser felices con lo que se es y con lo que se tiene.