Cómo criar buenos niños aun cuando no estamos presentes tiempo completo

La maternidad es un don de Dios, es nuestra responsabilidad crear seres humanos que a nuestra imagen y semejanza sean un orgullo para nosotros y para nuestros iguales.

Yordy Giraldo

 La familia es la base y origen de todas las sociedades, sin importar la época, sin importar las creencias, sin importar la zona geográfica. Incluso hoy día en que ya las familias son cada vez menos parecidas al ideal que durante siglos prevaleció de madre, padre e hijos, ciertamente no importa cómo esté integrada la familia, es la que da origen a los hombres y mujeres del mundo, y está en nuestras manos como siempre lo ha estado, determinar el carácter con el que procederá en nuestra sociedad.

Sin embargo, en los tiempos modernos que exigen que ambos padres trabajen, la familia está enfrentando un desafío aún mayor el cual es que nuestros pequeños deban cuidarse por sí solos ante la ausencia forzosa de alguno o ambos padres.

Hoy día nos hemos permitido ser conformistas en la educación de nuestros pequeños, nos damos por bien servidos si cumplimos con dar casa, alimento y estudio y no nos cuestionamos si en realidad es eso suficiente, queremos resultados con el mínimo esfuerzo, y optamos por echarle la responsabilidad de los fracasos a la escuela, a la mala influencia de los amigos o incluso a los mismos niños, como diría mi abuelita: “La culpa nunca cae al suelo”.

Cuando lo cierto es que todo el tiempo ha estado en nuestras manos la buena crianza de nuestra familia, para ejemplificar baste decir que en la oficina por así convenir a nuestros intereses aceptamos opiniones o argumentos con los que no estamos de acuerdo, pero somos incapaces de tener esa misma disposición en nuestras casas, como si nuestra familia tuviera menos peso o importancia que nuestro trabajo.

Alguna vez leí que la soledad no era algo malo, lo malo era vivir con alguien que te hiciera sentir solo, no tengo idea de quién dijo esas palabras, pero lo cierto es que esa es la vida que estamos ofreciendo a nuestros pequeños, les hacemos sentir que nos deben algo por haberlos traído al mundo, y que con un plato de comida y una cama es suficiente para obtener de ellos su amor, su obediencia, su lealtad.

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Craso error pensar que podemos comprar a nuestros hijos, porque aún en el escenario en que eso sea posible, lo que estaremos logrando con ello es formar seres humanos incapaces de ver el valor de una caricia, el bienestar que produce lo bien hecho, la satisfacción de hacer lo correcto.

Tengo la firme creencia que todo padre, o al menos la enorme mayoría, desea que sus hijos sean grandes hombres y mujeres en todos y cada uno de los aspectos de su vida, no creo que ello haya cambiado o cambie a futuro, sin embargo sí creo que estamos perdiendo la brújula sobre lo que sí es importante que demos a nuestros retoños, y que nada tiene que ver con los juguetes más avanzados tecnológicamente hablando, o con la ropa más cara o la casa más ostentosa.

Lo verdaderamente importante y que debemos tener presente, es que somos el espejo en el que nuestros hijos se ven, entonces no debemos dejar de preguntarnos, ¿qué imagen queremos que reflejen?

No quiero pecar de pretenciosa y decir que tengo todas las respuestas de la paternidad responsable, aunque si soy honesta debo confesarles que sí creo que todos los padres sabemos exactamente la receta, que el problema consiste en que nos perdemos en el darles lo urgente y no lo importante, deseando que cuando llegue el día en que se encuentren en nuestros zapatos se den cuenta de las dificultades y nos valoren, sin tomar en cuenta que para cuando eso ocurra habremos provocado tanto sufrimiento en ellos, que realmente no creo que valga ya la pena si piensan o no que hicimos nuestro (según nosotros) máximo esfuerzo.

Es por ello que sin importar lo ocupado que estemos, lo cansados que estemos, o lo complicado que resulte nuestro panorama en ese momento, es importante recordar lo siguiente al estar con nuestros hijos:

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  • No limitarnos al darles nuestro amor, ni limitarlos al momento de recibirlo nosotros de ellos.

  • Escucharlos siempre, haciéndoles sentir que lo que les pasa es igual de importante que lo que nos ocurre a nosotros en nuestro devenir diario.

  • Ofrecerles seguridad física y emocional, que tengan la certeza de que pase lo que pase estaremos allí para ellos y que nuestro amor no cambiará bajo ninguna circunstancia, así como no temer reconocer cuando nosotros como padres nos hayamos equivocado.

  • Establecer reglas y mediante la comunicación y la persuasión hacerles entender el por qué es importante que se cumplan, que en la vida nuestras acciones siempre tienen consecuencias buenas o malas, y que cualquiera que sea la que nos toque, debemos afrontarlas.

Porque un niño que crece con aceptación, alabanza, aprobación, compasión, estímulos, honestidad, equidad, reconocimiento, seguridad, amor, tolerancia en su vocabulario y en su entorno será un niño que transmita estos mismos valores a lo largo de su vida, y aunque pueden haber excepciones todo ello incrementará sustancialmente nuestra probabilidad de éxito como padres y sólo por ello vale la pena intentarlo.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.