Si tus hijos se rinden al primer intento, deja que ella te aconseje y líbralos del fracaso

¿Sabías que actualmente muchos jóvenes están abandonando cosas valiosas para su vida por no tener la suficiente fuerza de voluntad para lograrlas? No permitas que esto le suceda a los tuyos, enséñales a no claudicar.

Emma E. Sánchez

De tener una mayor fuerza de voluntad tendríamos una mejor calidad de vida. Eso es seguro. Puesto que, por carecer de ella, resulta difícil, por ejemplo, seguir una dieta, hacer ejercicio, terminar estudios, ahorrar, tocar un instrumento o cualquier otro sueño. La consecuencia es que vivimos como vivimos: por debajo de nuestros anhelos. ¿Quieres que tus hijos continúen con esta forma de vida? No, ¿verdad? De modo que te animo a considerar las siguientes recomendaciones: Primeramente, por fuerza de voluntad entendemos la capacidad de resistir tentaciones a corto plazo para cumplir metas en el largo tiempo. La fuerza de voluntad como motor para la vida. Teniendo esto en mente, comencemos:

Hábitos a la orden del día. Conforme los hijos crecen es necesario acostumbrarlos a formarse buenos hábitos, en detrimento de los malos; por ejemplo: comer sin hablar y con cubiertos, pedir las cosas de favor, tocar antes de entrar, pedir permiso para tomar algo que no les pertenece, levantarse temprano y dormir a cierta hora, leer antes de dormir, etcétera. ¿Quieres hijos amables? Comienza por tratarlos con amabilidad. ¿Que sean trabajadores e industriosos? Este es el momento para trabajar con ellos.

La fuerza de voluntad se ve fortalecida cuando a diario hacemos las pequeñas cosas que debemos hacer. Tu trabajo es verificar que se hagan, no regañar porque no, sino verificar que se realicen; esto es, si no lo ha hecho, te acercas con él, por ejemplo, hasta que se lave los dientes, no lo dejas hasta que lo haga, hasta que lo logre; no le haces las cosas, le muestras cómo tantas veces como sea necesario, y luego él deberá intentarlo hasta conseguirlo.

En cierta ocasión, una de mis hijas no podía atarse las agujetas de los zapatos. Le mostré cómo hacerlo y cuando quedó listo y se disponía a levantarse para seguir jugando, le deshice el nudo y le pedí que lo hiciera ella; pasamos toda la tarde juntas en el piso. Cuando lo logró fue una gran alegría. Recuerda: respira, tómate tu tiempo, porque estás educando. Siempre será más fácil y más rápido el que tú hagas las cosas, pero eso no fortalece la fuerza de voluntad de tus hijos, por el contrario, la merma.

Hacer cosas buenas y los programas de metas. Acostumbra a tus hijos a hacer cosas buenas por alguien más, y si ello implica pequeños sacrificios, mucho mejor. ¿De qué estoy hablando? De, por ejemplo, barrer la acera de un vecino antes o después de la propia, ahorrar para comprar algo que alguien necesita, ofrecerse de voluntario, etcétera. Lo importante en esto será llevar un registro de avances, donde se consignen los días u horas que invertimos en conseguir algo hasta alcanzar la meta fijada. Usa un calendario o una hoja y colócalo en un lugar visible para todos, y elogia con sinceridad cuando una meta se cumple. Los programas de metas para los jóvenes son ideales si se quiere fortalecer la fuerza de voluntad, por lo que aliéntalos a seguirlos. Inicia con metas pequeñas y a corto plazo, luego establece cimas más ambiciosas.

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Enseña a tu hijo a ser realista en las metas que establezca. Un denominador común del éxito en el cumplimiento de metas es escribirlas, publicarlas; informar a alguien sobre los avances y que pregunte por nuestro trabajo, de este modo tendremos un mayor compromiso por cumplir y, por lo tanto, una mayor posibilidad de logro.La meta lograda se vuelve secundaria cuando la comparas con todo el beneficio emocional y psicológico que tu hijo ha logrado.

Caer y levantarse. Este tal vez sea el punto más importante a aprender en nuestras vidas, porque invariablemente fracasaremos en algo y la actitud con la que lo enfrentemos hará la diferencia. Si hemos de enseñar cosas de vida, adaptarnos al cambio y levantarnos e intentar una y otra vez, son principios indispensables. Cuando alguna meta no se logra por cualquier circunstancia, es preciso replantearla o trazar una nueva estrategia para su consecución, tomarse un tiempo si es preciso, pero nunca claudicar.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.