Soy una madre imperfecta y eso me motiva
No tienes que lamentar que tienes defectos e imperfecciones como madre cuando sabes usarlos para tu ventaja para beneficio tuyo y de tus hijos. Mis imperfecciones como mamá me motivan.
Denhi Chaney
Recuerdo bien el llanto de mi primer bebé y mi deseo y resolución de que desde ese momento yo sería la mamá perfecta: comida hecha en casa, manualidades, hacerle ropa, nunca enfadarme, cantar y bailar juntos, entre muchas otras cosas que en ese instante imaginé y juré que sucederían. Ahora, claro que muchas de esas cosas las he hecho, y he podido vivir miles de momentos mágicos ahora con mis dos niños; sin embargo, mis expectativas de perfección han cambiado: sé bien que no soy una mamá perfecta y con el tiempo he llegado a no solo aceptarlo, sino a apreciarlo también.
No siempre es fácil llegar a la conclusión de que como madres nos equivocamos, y mucho. Tenemos tantas ilusiones y tantas ideas de lo que una buena madre hace que es fácil deprimirnos al sentir que no podemos alcanzar esas expectativas. Lo bueno es que no tenemos que alcanzarlas, puesto que nuestros hijos nos necesitan, requieren lo mejor de nosotras, aunque ese mejor sea imperfecto y no tan bonito como quisiéramos. Mis imperfecciones como madre me han llenado de alegría en muchas ocasiones; te comparto algunas:
Cuando mis hijos me enseñan
Muchas veces son mis hijos quienes me ensenan cuando acepto que cometí un error, la mayoría de las veces en lo fácil que es para ellos perdonar y olvidar lo ocurrido cuando me dan un beso, un abrazo o una sonrisa, que me hacen saber que todo está bien. De la misma forma aprendo cuando ellos se ríen de mis ocurrencias, que para mí son imperfecciones, pero para ellos es todo un acto de comedia, eso me recuerda que es bueno reírse de una misma de vez en cuando.
Cuando pido perdón
Mis imperfecciones me han ayudado a deshacerme de mi orgullo y a aprender a pedir perdón. De los momentos más dulces que he podido experimentar con mis pequeños son aquellos en los que me hinco para poder verlos a los ojos y les pido perdón de todo corazón. El hacer esto me enseña más humildad y les proporciona aprendizaje a ellos acerca de pedir perdón y sobre la paciencia ante las imperfecciones de los demás.
Cuando recibo motivación
Mis imperfecciones me han llenado de motivación para informarme, leer; tratar, desarrollar y poner en marcha cosas nuevas que me ayuden a ser mejor madre cada día. Si fuera perfecta no tendría el deseo ni la necesidad de buscar y desarrollarme como persona, así que agradezco no serlo, puesto que me provee de la oportunidad de crecer y aprender.
Cuando me cuido a mí misma
Vamos a aceptarlo, nuestras imperfecciones traen consigo muchas emociones cuya mayoría no son positivas: tristeza, frustración y enojo con nosotras mismas. Así que, de cierta forma, mis imperfecciones me ayudan a cuidarme a mí misma para lidiar con tales emociones: como el ejercicio, comer bien, dormir, tener pasatiempos y pasar tiempo con mi pareja.
Nuestras imperfecciones como madres no son nuestras enemigas si sabemos apreciarlas y usarlas a nuestro favor. Nuestros hijos no requieren de madres perfectas, sino de nosotras con todo y nuestros defectos, pues son estos los que motivan, son estos los que enseñan.