No le robes la infancia a tus hijos

¿Eres de las mamás que piensa que es mas importante que los niños aprovechen su tiempo estudiando, que saliendo a jugar? Entonces este artículo es para ti.

Emma E. Sánchez

Hace unos pocos días, mientras manejaba, escuché un anuncio en la radio que promocionaba “servicios de educación pre maternal”, esto es, educación para niños a partir de un año. Entre todos los servicios que dicho anuncio promocionaba, me llamó la atención que se ofrecían clases para los infantes en tres diferentes idiomas, ejercicios para aprender a relajarse, estimulación temprana, preparación para la lectura y la escritura, música y otras maravillas más. Pero lo que más me tomó por sorpresa es que dicho programa estaba planeado para ocho horas al día, ¿un pequeño de poco más de un año tomando tantas clases, ocho horas lejos de la familia, para comenzar a ser educado?

Días posteriores en la fila de un centro comercial escuché a dos madres hablar de dicho lugar que se promocionaba en la radio, las dos ya habían inscrito a sus hijos, ninguna era madre soltera o trabajaba y su único deseo era que sus hijos “fueran lo mejor preparados al kínder”. Regresé a casa un tanto triste pensando en cómo explicarle a una madre que lo mejor que se puede hacer en pro de la educación de un pequeño es, primero, pasar tiempo junto a su familia y, segundo, tener tiempo libre para jugar, así es, para jugar libremente.

Los beneficios de jugar

El niño comienza a entender y a prepararse para la vida mediante el juego. Comienza reproduciendo lo que ve hacer a los adultos, lo practica, lo verbaliza y lo comprende. Por eso las niñas juegan a la “comidita”, los niños construyen, arman, desarman y experimentan. Si te fijas, hablan e intentan reproducir el lenguaje mientras se mueven e interactúan. Cuando todo esto sucede, su cerebro está construyendo infinidad de conexiones, “sinapsis” que, en pocas palabras, significa que está aprendiendo. Cuando el niño comparte con otros niños su aprendizaje sobre las relaciones sociales se desarrolla de manera sorprendente. Si un niño no juega, no está experimentado y, por lo tanto, se está privando de aprender y conocer el mundo que le rodea.

El aprendizaje se produce mientras se juega

Durante el juego, el niño adopta roles, hace suposiciones, aplica conocimientos, razona, se explica a sí mismo el mundo y gana experiencia. Si bien es cierto que el juego dirigido por el adulto produce también ciertos aprendizajes, es el juego libre del niño donde más aprende. El cerebro en desarrollo del infante produce serotonina, acetilcolina, endorfinas y dopamina, todas ellas sustancias químicas del cuerpo que estimulan el bienestar y la memoria, fundamentos básicos del aprendizaje.

Relee: 3 maneras de enseñar a tu hijo pequeño.

Advertisement

Se desarrolla el cuerpo y la mente de manera armoniosa

Todos los niños al jugar ayudan a que su mente y sus músculos se conecten, se mueven tanto como quieren, llevan y cargan objetos, crean las nociones de peso, volumen, percepción y desarrollan habilidades y estrategias para la vida. Conquistan su libertad y ganan confianza en sí mismos. Un programa académico riguroso, con frecuencia limita el movimiento pues se avoca más al trabajo intelectual y esto a futuro repercute en niños sumamente inquietos que no han logrado satisfacer su necesidad de movimiento y curiosidad.

Mejora la salud y se propician las habilidades sociales

Los niños debieran andar descalzos o con calcetas ligeras, con ropa cómoda que les dé libertad de movimiento, y tener a su alcance agua, contenedores, palas, tierra, diversos materiales y objetos sonoros, experimentar texturas, sabores, olores y, por supuesto, estar con otros niños. Se ha comprobado que los niños que juegan en el piso, el pasto y otros elementos, mejoran su salud y aprenden a convivir y resolver sus diferencias con otros, más rápido y de mejor manera.

Jugar al aire libre produce defensas

Con prudencia y medida, los pequeños debieran jugar bajo la lluvia ligera, brincar en los charcos, buscar gusanos y disfrutar del sol y las tardes frescas. Tener mascotas, jugar con ellas y tomar baños tibios antes de dormir fortalece todo su organismo. Los niños que asisten a guarderías se enferman con más frecuencia que aquellos que permanecen en casa. Si a esto añadimos amor, alimentación correcta y familia que es de estructura, estarán más que preparados para iniciar su educación y, te confieso algo: estas cosas no las ofrece ningún colegio, solo se encuentran en la familia y el hogar.

Relee: 10 cosas que un hijo necesita de su padre.

No caigas en la trampa de pensar que otros pueden educar mejor a tu hijo o que saturarlo de actividades en edades tempranas hará la diferencia en su aprovechamiento escolar. Los primeros años de vida son el tiempo de la construcción interior de su ser y su persona y eso es un privilegio de los padres, no de una escuela.

Advertisement
Toma un momento para compartir ...

Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.