Si no respetas a tu pareja como es, no la amas realmente
El pretender cambiar a tu pareja en cuanto a su forma de ser, de hablar, de pensar y de actuar no es un buen síntoma de que se trate de la persona perfecta para ti. Si no respetas a tu pareja como es, no la amas realmente.
Erika Gaytán
“Pero cuando nos casemos le voy a quitar esos defectos. Yo lo voy a cambiar”. Esto se repite constantemente, pero es una total falacia a la que las parejas se aferran en creer cuando sostienen un noviazgo y tienen la intención de formalizar su relación.
Como dice esa frase, malamente atribuida a Dante Alighieri: “Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada: no pretender modificarla”. De hecho, resulta una total contradicción porque cuando conoces a ese ser especial para ti, está implícito que no solo te agrada su rostro, sino también su forma de ser, de pensar y de actuar, por lo que no deberías querer cambiar “algo” de él.
Si lo conociste con ciertos “hábitos” o costumbres como la ingesta en exceso de comida, salidas con los amigos, coqueteo, comunicación constante con algún aparato electrónico, modismos en su forma de hablar, actitudes, práctica de deportes, etcétera, debes estar consciente de que es parte de él mismo, por lo que se te hará difícil de eliminar.
Es cierto también que cuando se conoce a esa persona “perfecta” durante el cortejo, muchas veces solo quiere demostrar lo mejor de sí y por ello uno no se muestras tal como es –lo que puede ser de ambas partes–, y cuando llegan al matrimonio se dan cuenta de que son unos perfectos desconocidos. Para prevenir esto, te sugiero tomar en cuenta los siguientes consejos:
Filtra
Haz un minucioso análisis de lo que no te gusta de tu pareja; después, piensa qué tan grave y tolerante eres en eso que elegiste (palabras, costumbres, aficiones, mañas, hábitos económicos, etcétera) y vuelve hacer una separación. Luego, piensa qué realmente no te afecta y puedes tolerar, así como lo que realmente no aceptas.
Conoce
Si todavía no te casas, haz el mismo ejercicio sin perder de vista que tu pareja no es un pedazo de plastilina a la que vas a moldear a tu antojo, sino una persona como tú, con defectos y virtudes que son parte de su persona y que tendrás que valorar y aprender a sobrellevar.
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Amigos
Este es un “mal” frecuente que sigue causando molestia, pero que si ves con atención es una ofensa para tu esposo; es como si le dijeras que no confías en él, ni en sus decisiones. Ten en cuenta que ya no es un adolescente que se deja llevar por sus amistades, sino un adulto a quien le debes confianza y respeto.
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Privacidad
Bajo ninguna circunstancia revises sus pertenencias: no leas su correo, no lo molestes en su trabajo, no revises sus mensajes en el teléfono celular, ni sus llamadas, no escuches sus conversaciones… si te casaste con él es porque estabas segura de su persona y si no fue así, de todas formas lo elegiste y continúas a su lado.
Cuando expongas tus inquietudes hazlo con el mayor respeto y acompañadas de razones válidas, sin que afecte de forma radical la esencia de ninguno de los dos. Si procedes de esta forma lo harás pensar qué tanto lo puede perjudicar o beneficiar un posible “cambio” en sus hábitos.
Lo más importante es que los dos sean felices el uno con el otro pero con el factor: confianza, esencial para llevar una de las instituciones más importantes de una sociedad –sí, la más importante–: la familia.