Si tienes un amor así, jamás lo dejes ir

Hay historias que no solo nos conmueven, sino que nos enseñan a vivir. El amor que perdura, es tan simple que da gusto: solo requiere dos seres capaces de darse.

Marta Martínez Aguirre

Hace unos meses, unos amigos vinieron a visitarme. Querían comentarme que estaban a punto de divorciarse; me narraron ciertos secretos conyugales y las heridas quedaron expuestas. No quise escuchar más nada y les narré la historia de mis gatos. Ellos tienen una historia de amor que hizo que la luna se llenara de envidia.

A Bilbito lo adopté con quince días de nacido, no tenía pelo, era un esqueleto y le habían matado a su madre. Creció conmigo y siempre ha sido un gato muy especial, ya te cuento por qué. Con el tiempo, él trajo a Guachi. Ella era una gatita también abandonada, proveniente de un matrimonio vecino que se había separado recientemente y que habían pactado dividirse las pertenencias, a excepción de la gatita. Nadie reconocía en ella su color: estaba tan deprimida, que ni siquiera se lavaba. Su mirada tenía la tristeza mezclada en el iris, su andar asustadizo, reflejaba las pedradas recibidas de los vecinos que la escuchaban llorar, en la ventana del apartamento vacío.

Pero Bilbito, que bien sabía lo que era el abandono, decidió amarla como nunca nadie lo había hecho. Sí, ya sé que estoy poniendo conductas humanas en estos gatitos, pero es que ellos me han enseñado lecciones de amor inigualables, como éstas que te comparto:

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1. Amar es forjar un compromiso inquebrantable

Al observar a Bilbo y Guachi, supe que el Amor que se escribe con mayúsculas, se compromete con el otro y no se da por vencido. Al principio Bilbo la miraba, quedaba horas enteras a su lado. Luego bajaba de la azotea ante mi llamado para recibir su almuerzo y comenzaba a empujarme, con el fin de que subiera y le diera de comer también a ella. Recordé que el veterinario me había hablado de que los gatos también sufren de depresión, así que entendí que darle de comer iba a llevar tiempo.

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2. Amar es alegrarse por los logros del otro

Bilbo no se daba por vencido, le daba toques de amor con sus patitas y la acercaba al recipiente con leche, hasta que la hizo probar bocado. Luego salía corriendo de un lado al otro, como si festejara que ella estaba haciendo progresos. Entonces, supe que el amor celebra los logros del otro, por pequeños que sean.

3. Amar es mostrar valentía, sacrificio y entrega

Una noche, una fuerte tormenta comenzó a azotar Montevideo. Me apronté para dormir, pero fue imposible: el viento y la lluvia eran tan fuertes y ensordecedores que daba miedo. Bilbo entonces comenzó a actuar enloquecido: saltaba de un lugar a otro y rascaba el vidrio de la ventana de la cocina con insistencia. Me levanté varías veces para calmarlo, pero él pedía salir. Finalmente abrí la ventana y saltó disparado hacia la noche húmeda y fría. A las dos horas, Bilbo volvió ensopado y con una patita lastimada. Un árbol cercano al edificio se había quebrado en mil pedazos; una de sus ramas gigantescas había caído sobre el parrillero donde Guachi se alojaba. Bilbo la había empujado hacia otro lugar para protegerla, al levantarme estaban todos los vecinos asombrados: la gata estaba segura en un hueco y las huellas de Bilbo teñidas del rojo de su sangre marcaban la evidencia de que el amor que dura para siempre, requiere valentía, sacrificio y entrega; ante las tormentas, el amor permanece, a todo precio.

4. Amar es ayudar y proteger

Desde esa noche tormentosa, no se han separado un solo día. Nos hemos mudado juntos y él todavía la ayuda cuando ella se manifiesta insegura ante los cambios. Se recuesta a su lado cuando el viento arremete, la espera en la puerta cuando ella sale al jardín, hasta lo he pescado mirándola cuando ella mira a otro gato pasar, y a su regreso la corre como diciéndole “Eres infinitamente mía”.

5. Amar es permanecer, pese a todo

Ella también lo ama con locura: cuando él fue operado del cáncer de labios y el veterinario lo trajo, dormido, ella se quedó a su lado. Pese a que su rostro ha quedado deformado, ella le roza con su cuerpo todas las mañanas y lo ayuda a bajar las escaleras: da un paso adelante y luego espera que él descienda. Tengo incluso reservado un lugar en el jardín que les pertenece: allí pasarán juntos una eternidad hasta el día que resuciten. Sé que los encontraré juntos, esperándome.

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Esa tarde, sorprendí a mis amigos llorando mientras les contaba la historia. Me pidieron una foto de Bilbo y Guachi y, ¿sabes qué? La tienen junto a la foto del templo donde se casaron. Lo del divorcio quedó en el olvido.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: