Si vives la semana santa en familia, estarás más cerca de salvarte

Antes de conocer a Cristo nuestra vida era jirones, el desorden interno reinaba y las manchas decoraban el interior de cada uno. Si vives la semana santa en familia estarás más cerca de salvarte.

Marta Martínez Aguirre

Hemos alterado todo, al punto de que el huevo de chocolate tiene más importancia que la cruz.

Él sabía muy bien que eso era precisamente lo que iba a pasar; sin embargo, no se dio por vencido. La noche comenzó a caer en el jardín, humedeció el pasto y enfrió los corazones. Las tinieblas abrazaron los pensamientos y el caos se apoderó de la fidelidad.

Sus amigos huyeron, uno de ellos lo traicionó por unas monedas y quienes gritaron alabanzas, luego las cambiaron por blasfemias y peticiones a viva voz, de una cruz chorreando sangre.

Con todo, Jesucristo siguió firme en su postura, regalando hasta el último momento palabras de ternura hacia su madre, mirando con misericordia a Pedro y abriendo el paraíso a ladrones arrepentidos. Nada dijo de las escupidas, ni de las burlas, ni de los latigazos, ni de las constantes humillaciones en el patio romano.

Esas manos, ahora bañadas en sangre, un tiempo atrás diseñaron los jazmines y los atardeceres, elevaron montañas y bañaron de espuma el mar. Sin embargo, en esa oportunidad no tuvo en cuenta el dolor de los clavos penetrando en sus muñecas, ni se quejó de la lanza que abría su costado.

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El dolor se apretujó en las lágrimas de unos pocos al pie de su cruz. La misericordia y el amor se estrecharon en un abrazo. El velo del templo se rasgó y la tierra quiso demostrar su indignación. La eternidad quedó suspendida en un instante. El Amor de los amores no quiso rendirse a creer que todo estaba perdido, cerró sus ojos y te soñó.

Pero ese momento no figura en los textos bíblicos ni de historia y si alguno habla al respecto son apenas unas frases tímidas y superficiales acerca del hombre que cambió la historia en un antes y un después. Sin lugar a dudas, antes de conocer a Cristo nuestra vida era jirones, el desorden interno reinaba y las manchas decoraban el interior de cada uno.

Bajo su mano, lo que estaba roto, dañado y hecho pedazos, se restauró. En unos días miles de cristianos alrededor del mundo recordarán sus últimos días y harán memoria de su pasión. Pero todo se limitará a un simple recordatorio en los púlpitos y una tarde esplendorosa abriendo huevos y conejos de chocolate que nada tienen que ver con su muerte, y mucho menos con nuestros vergonzosos pecados.

¿Realmente quieres demostrar así tu gratitud?

1. Toma un tiempo para que otros lo conozcan

Aprovecha estos días para compartir lo que representa para ti y tu familia llevar su nombre: regala folletos, láminas, biblias y comparte tu testimonio personal.

2. Disfruten en familia la lectura de pasajes bíblicos

Quizás Lucas, de los capítulos 22 al 24, pueda ser de gran utilidad para recordar y tener al día su obra salvadora.

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3. Vive Semana Santa

¿Qué te parece si desde el Domingo de ramos al Domingo de pascua logras vivir con tus seres queridos una semana en la que abunde la bondad, el servicio y donde sientas que con tus actos estás honrando su amor? Aprende las ventajas de vivir una religión en la vida cotidiana.

Las ventajas de vivir una religión en la vida cotidiana

4. Sacrifícate

Para recordar su gratuito sacrificio quizás, como familia, pueden sacrificar algo que les gustaría tener o hacer; por ejemplo, dejar ese trozo de torta (pastel) más grande para otro integrante de la casa, levantarse temprano para regar el jardín, ceder el turno a la hora de ir al baño, etcétera. No lo olvides, el chocolate nada tiene que ver con lo que realmente sucedió.

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La muerte de Cristo no fue un reality show para que tu llamada telefónica influyera en el final: tus pecados quedaron cubiertos, tus deudas futuras pagadas. No fueron los clavos los que soportaron ese cuerpo, ni fue el infarto lo que puso fin al dolor; fue el amor de un Padre que entregó a su único Hijo por amor a ti. Lo que te hace cristiana no son tus pobres actos cotidianos, sino su perdón colgado. ¡Celébralo!

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: