Solo para hombres. ¿Sabes cómo relacionarte de manera adecuada con tu esposa?
¿Hay quien tenga unas relaciones íntimas perfectas con su esposa? Si alguien responde que sí, o está en etapa de negación, este artículo no es para él.
Oscar Pech
Hace tiempo, de oído al pasar, escuché a una mujer que le decía a su pareja: “Tú sabes mucho de relaciones íntimas. Es un crimen que no escribas un manual que enseñe a los hombres a satisfacer a sus mujeres”. Él de inmediato dijo que no, pero se quedó pensativo por un momento antes de añadir, con estas u otras palabras: “Es que no se trata de técnica; se trata, en realidad, de amar a la pareja. De nada sirve que le enseñe a alguien dónde y cómo tocar, o qué hacer con las diferentes partes de su cuerpo: lo que importa es que él sepa cómo dar y recibir amor. Si lo que anhela es satisfacerse de manera egoísta, dominar o experimentar lo que ha visto en videos, es muy poco lo que yo podría ayudarle”. Y el resto de ese interesante diálogo se pierde en la noche de los tiempos. Bien pensado, creo que en buena medida con esas palabras podría dar por terminado este artículo. Pero, por si acaso, añado unas pocas ideas más, que espero te sean de utilidad:
Las relaciones íntimas
Para poder indicar cómo tener mejores relaciones sexuales primero habría que definir qué son las relaciones íntimas. Es decir, la intimidad marital no es lo mismo para todas las personas, y en un extremo tenemos a quienes consideran que no es sino una necesidad fisiológica a la que hay que satisfacer con un cuerpo; o sea, quienes ven al otro como una cosa, un medio para obtener placer. En el otro extremo se ubican quienes ven al cuerpo como un símbolo del pecado y en un extremo más, hay quien lo ve como el medio de traer hijos a esta tierra. Solo eso, y nada más. Imagino que en este mapa es posible encontrar otros extremos, pero en medio de todas esas posturas existen tantos puntos de vista intermedios que es imposible hacer generalizaciones, pero una cosa es cierta: la clave para construir buenas o malas relaciones es la forma sana en cómo las vivas.
Relaciones sanas
Y subrayo la palabra “sana” porque hay patologías del amor, patologías sociales, patologías de la autoestima; así que, acaso, como un cimiento para hablar de las relaciones sexuales habría que empezar por hablar de relaciones, pero no maritales, sino humanas. Por lo general, uno se casa con aquella persona de la que primero se enamoró, y uno se enamora de aquella persona de la que primero fue amigo. Si no hay primero una relación de amistad, tener relaciones íntimas con alguien, siempre será una sensación que no satisface por completo. Corrígeme si estoy equivocado: el tener relaciones maritales con tu esposa te une a ella y fortalece el amor que sienten el uno por el otro. Una de las certezas de mi vida es que el placer de las relaciones sexuales plenas sirve para unir a marido y mujer en la fidelidad, la lealtad, la consideración mutua y en un propósito común.
Relaciones perfectas
Por lo mismo, las relaciones que son plenas, suelen ser una amalgama de cincuenta por ciento de pasión y cincuenta por ciento de ternura y respeto. Pero si tú permites que en esta aleación entre aunque sea un poco de egoísmo, de deseo de autosatisfacción, la relación se abarata, se vuelve una copia pirata del verdadero amor. Creo que la vida me ha enseñado que cada uno debe ser considerado y sensible para con las necesidades y los deseos de su pareja. Cualquier proceder que pueda ser entendido por nuestra pareja como egoísta, indecente o desenfrenado en la relación íntima, puede llevarnos, en un caso extremo, al abuso o la violencia. Pero cuando menos la llevará a ella al desencanto y, a ambos, al distanciamiento y a la pérdida de amor en la relación.
¿No hay entonces una cuestión técnica en cuanto a cómo mejorar las relaciones maritales?
Por supuesto que sí. Todo varón tiene el deber moral para con su pareja de documentarse. En un artículo anterior, “¿Te vas a casar? Déjame te cuento mi experiencia”, incluso sugerí dos títulos en los que uno puede documentarse de forma amplia. A lo anterior, permíteme hacer una advertencia muy seria: si en verdad quieres aprender a tener mejores relaciones sexuales, evita la pornografía. Creo sinceramente que la pornografía es un veneno para las relaciones de pareja, porque causa cuando menos dos grandes daños en la persona (en los enlaces se explica de qué manera):
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Porque afecta tu libido, una dependencia sicológica a la pornografía, que los expertos llaman “anorexia sexual”.
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Porque distorsiona tu percepción de ti mismo, de tu pareja y de lo que son las relaciones sexuales.
Creo que tú y yo estamos de acuerdo en que un hombre que tiene el hábito de ver pornografía no puede ver a una mujer, ni a sí mismo, de la misma manera en que los ve quien no tiene ese hábito. La pornografía no es inocente, ni tiene aspectos didácticos: distorsiona la percepción de las cosas como en realidad son. Como dice un amigo: “Quien ve pornografía y luego cree que va a practicar lo que ha visto en su cama, es como el niño que va al circo y luego quiere jugar al trapecio desde el techo de su casa”.
Yo tengo para mí que estos son principios coorectos. Principios que se pueden adaptar a cualquier persona sana en sus diferentes circunstancias. ¿Cuál es tu tarea, entonces? Encontrar las ideas concretas en las que tú puedes mejorar para tratar a tu esposa de una manera que la haga feliz, y que los una como pareja, en la vida cotidiana.