Mentiras que te has creído, solo por no pensar

Pensar es hoy en día un acto temerario y poco común. ¿Estamos tú y yo dejándonos llevar por la costumbre y mentiras en medios de comunicación?

Marilú Ochoa Méndez

Las barras de granola te ayudan a adelgazar. Debes usar acondicionador diariamente, especialmente si tienes el cabello largo. Antes de casarte, es importante ponerte a dieta. Si eres mamá, debes saber cómo educar a tus hijos. Sé perfecta. Demuestra que puedes.

Frases como estas, impulsadas por medios de comunicación y/o por costumbre, se pegan a nuestras mentes como delgadas telarañas que pueden nublar nuestra visión de la realidad y entorpecer nuestro camino para alcanzar la plenitud de vida.

El mito de la caverna: percepción de mentiras y sombras

Platón, filósofo griego, elaboró un mito interesantísimo que tiene aplicación universal. El famoso mito de la caverna afirmaba que un grupo de hombres vivían en una cueva obscura, y estaban encadenados allí. Detrás de ellos pasaban otros hombres con objetos que proyectaban imágenes sobre un muro cuyas sombras era lo único que los prisioneros percibían. Uno de estos hombres logró salir, y se encandiló con la majestuosidad del sol, y con la perfección que tenían las cosas en su estado original. Regresó a la cueva a “despertar” a sus compañeros, pero encontró muchas dificultades: los demás hombres no le creían, se burlan de él y desean matarlo.

Hoy en día existen muchas sombras proyectadas frente a ti y frente a mí, que miramos sin pensar, sentados cómodamente en nuestro sillón y con el control remoto en la mano. Han venido a despertarnos, ¿qué harás?

El deber ser

Una de mis profesoras en la preparatoria, nos decía que hacer las cosas “por cumplir” con ciertos estándares, era mentirnos. Ella afirmaba que lo que se hacía era cumpli-miento, cumplir y mentir. El reto es, entonces —nos decía ella— actuar en cada momento libremente, logrando elegir entre dos bienes, el mejor. Me obligo a recordar lo más frecuentemente que puedo sus palabras.

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¿Libertad?

Esta es una palabra muy utilizada, pero me parece que poco comprendida. A veces pensamos que ser libres es desembarazarnos de las ataduras, como el personaje de Elsa en la película Frozen, que escapa a la montaña luego de la presión enorme que siente por ser nombrada reina. El secreto para ser libres nos lo muestra este mismo personaje al final de la cinta: asumir la responsabilidad y resolver con el corazón (que no desde el miedo) los problemas.

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Libres para pensar

Cuando asumimos lo superficial como la totalidad de lo real, corremos el riesgo de perdernos en el mundo de sombras. ¿Qué hacer para despertarnos entonces?

1. Revisa de vez en cuando lo que llevas a tu mente y a la de tu familia

Imagina conmigo estos ejemplos: ella quiere inculcar en sus hijos el valor de la responsabilidad, pero no le molesta repartir culpas en vez de asumir el peso de sus acciones. Tú afirmas estar contra la violencia, pero permites que tu hijo de seis años juegue con aquel videojuego violento que compraste para ti. Él afirma el propósito de educar a su hija para ser discreta y casta, pero le permite utilizar ropa que no deja mucho a la imaginación. ¿Coincides conmigo en que es cierto que —a veces— los contenidos que miramos en la televisión harían sonrojar a más de una persona?

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2. Conecta acciones con valores

Es preciso que exista una unidad contundente entre nuestras acciones y palabras. Siempre me llega al alma la frase: “no puedo escuchar tus palabras porque me aturde el ruido de tus acciones”. Esto es un asunto de esfuerzo constante y de lucha contra corriente.

Es incómodo y exigente, pero es lo que nos construye: hacer lo que hemos decidido que es lo mejor aunque no sea lo que se desea en el momento. Así como entiendes que tu hijo debe ceder cuando está obscuro y hay que dejar la fiesta infantil, de la misma manera debes dejar a un lado tu teléfono celular o la película que te tiene entretenida si es momento del cuento, o de un diálogo madre-hijo sobre los berrinches.

3. Retoma el rumbo, continuamente

Vivir puede convertirse en costumbre, y más cuando la rutina nos atrapa. Entonces, ansiamos el momento de robotizarnos y mirar televisión para olvidar. Pasan entonces ante nuestros ojos la semana y el mes. Los miramos avanzar sin nuestra participación activa y parece no importarnos. Es un acto de valor en la época actual el ponerse de pie en este mundo complicado. Es urgente y necesario que lo hagamos tú y yo a diario. Por nosotros, por nuestros hijos, por los vecinos y los nietos.

Con un poco de investigación, ojos bien abiertos y atención al mundo de afuera (y guardar el control de la televisión, el celular y la Tablet unas horas al día), podemos volver a poner en marcha el ratoncito de nuestro cerebro, que nos ayude a no creer sin cuestionar todo lo que los medios nos presentan, y a tener una visión más crítica.

Abrir los ojos es entonces el reto que tenemos los padres hoy en día. ¿Cómo ves? ¿Te atreves?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.