¿Ser femenina es una obligación de la mujer?

¿Tienes una hija o hijas? Tacones, vestidos, maquillajes y gritos por doquiera es parte de ser una mujercita. ¿Qué pasa cuando esto no ocurre en casa y tu hija no pareciera ser tan femenina como quisieras?

Emma E. Sánchez

Hace poco mi suegra –una mujer ya entrada en sus ochenta años– me platicó que hace más de sesenta años recibió un piropo que nunca ha olvidado. “Nunca había conocido una mujer que lleve el bolso de manera tan femenina como tú”, le dijo cierto joven que la pretendía, al verla bajar las escaleras. Al preguntarle de qué manera lo llevaba, simplemente dice que lo había colocado a la mitad de su antebrazo, con orgullo. Siempre he admirado de mi suegra el cuidado que pone en su persona. ¿Qué es lo que mueve a una mujer a conducirse con tal distinción y feminidad a pesar de los años? Sin lugar a dudas la manera en la que fue educada como mujer.

¿Qué es la feminidad, y para qué enseñarla?

Entendemos por feminidad todos aquellos atributos y cualidades dados a la mujer según la cultura en la que se encuentre. Esto incluye valores y conductas, ya sean aprendidos o por simple consecuencia biológica. Esta idea contempla conductas y atribuciones tales como la dulzura, la suavidad, la apariencia externa, la muestra de afecto, la comprensión, la elegancia, la sensibilidad, el cuidado de la familia y los hijos, pero también la vulnerabilidad o incluso la debilidad o el sometimiento, por lo que la idea de feminidad va más allá de vestidos, tacones y maquillaje.

Para enseñar la feminidad basta que te mires al espejo y reflexiones en las siguientes cuestiones:

1. ¿Piensas que ser femenina es algo “que debes ser” por el simple hecho de ser mujer?

Cuando creemos que ser femenina es una obligación o deber dado nuestro género, en muchos casos cometemos el error de crear estereotipos o roles, y de coartar la libertad o limitar el potencial de las hijas. Ser femenina es un don que se da por consecuencia en la mujer cuando está contenta consigo misma, no cuando es obligada o presionada a ser.

2. ¿Eres feliz siendo mujer?

A veces por cuestiones de vida nos damos cuenta de que nos comportamos, hablamos o lucimos de cualquier forma menos como una mujer, o achacamos al trabajo que desempeñamos o el rol que dentro de nuestra familia “nos tocó jugar”, a que no nos vistamos o no nos comportemos de la mejor manera. Por consiguiente, hemos descuidado esa parte tan importante y especial en nuestra vida. Al mostrar a nuestros hijos lo terrible que es ser mujer o incluso lo decimos abiertamente al quejarnos de nuestra condición, generamos que nuestras hijas deseen todo menos ser mujeres o que crezcan con una idea confusa de ser mujer o ser femenina. Caso contrario sucede cuando, por medio de nuestros actos y palabras, decimos a quien nos rodea que es bueno y hermoso ser mujer.

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¿Cómo se enseña y cómo se aprende la feminidad?

Los niños aprenden de los padres de dos maneras: por imitación o por rechazo

Rechazamos lo que nos lastima, denigra o duele; por lo tanto, no obligues a tus hijas a comportarse de cierta manera, o a que alguien haga algo por muy bueno que esto pueda ser; las consecuencias y los frutos que obtendrás serán los contrarios a los que esperabas.

Enfócate en ser femenina y mostrar gusto y deleite por ello

Tienes dos grandes oportunidades en la vida de tus hijas para desarrollar la feminidad: la primera, desde que tu niña nace hasta que tiene aproximadamente seis años y la segunda, entre los 12 y los 18 años.

Primera etapa

. Desde que nace hasta los seis años es el tiempo en que se establece el vínculo entre madre e hija, y la niña comienza a imitar a la mamá: se pone sus zapatos, busca maquillarse y peinarse, y la madre favorece estas conductas al ser como es. El problema radica justamente cuando la madre no tiene ningún tipo de conducta femenina, o tanto padre como madre reprenden la naturaleza de la niña. En los hogares donde hay niñas y no madre, es el padre quien debe redoblar esfuerzos por fortalecer esas conductas, sin caer en los extremos.

Segunda etapa

. Durante la adolescencia tenemos una segunda oportunidad de acercarnos a nuestras hijas; este es el tiempo en que ellas definirán su personalidad y su gusto o no por ser mujeres. Es el tiempo de la reafirmación del modelo de su niñez. Incluye a tus hijas en tus rutinas de belleza, pídele que te acompañe al salón de belleza, salgan de compras juntas, alaba su buen gusto y cada actitud que le haga fortalecer su autoestima; no te burles de su cuerpo en desarrollo o de su falta de estilo, porque esto la alejará de ti y buscará otro modelo a seguir. Esta etapa es en particular bella, pues el amor y el enamoramiento llegarán a su vida y la experiencia de compartir y convivir con varones reafirmará su auto-concepto de mujer.

La clave está en mostrarle lo afortunada que eres por ser mujer

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El papel del padre

Si crees que solo nuestras hijas aprenden feminidad de su madre ¡estás muy equivocada! Los padres juegan un papel de suma importancia en el desarrollo psico-emocional de las niñas. De pequeñas su papá les enseña lo fuertes que pueden ser, les ayuda a experimentar y a atreverse a hacer cosas “que mamá no haría”; el papá es el primer gran amor de una niña y en la manera en que su padre la trate, ella aprenderá a conducirse con otros varones. Cuando el padre trata con amabilidad, respeto y cortesía a su esposa, hará lo mismo con su hija o con su madre, y las niñas podrán disfrutar y aprender del cuidado y atenciones que solo los varones pueden otorgar a una mujer.

¿Sabes? Vale la pena esforzarse por criar y educar a una mujer.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.