El perdón: un regalo para quien lo da

No es fácil perdonar. Sin embargo, es un regalo que no tiene precio y que nadie más te puede dar, pues te lo das a ti misma.

Denhi Chaney

Todos en algún momento tenemos que decidir si vamos a perdonar, o no. Todos vivimos rodeados de seres imperfectos que, quieran o no, van a lastimarnos de una u otra forma. Y muchas veces, en especial cuando el daño ha sido severo, decidimos no perdonar, pues sentimos que nuestro odio, enojo y dolor están justificados y la otra persona no se merece nuestro perdón. Lo tomamos casi como venganza, como si el no perdonar fuera la mejor arma en contra de nuestro enemigo y este sufrirá por años y años a causa de nuestra decisión. La realidad es que el perdonar al que nos agredió no tiene nada, repito: nada que ver con ellos y sí todo que ver con nosotros. Con sus pequeñísimas excepciones, el perdonar a la otra persona no significa que ésta cambiará, pero el perdonar sí cambia a quien lo otorga.

No voy a decir que el perdonar sea tarea fácil, y creo que nunca fue su propósito serlo, puesto que cuando perdonamos nos convertimos en mejores personas, y ese gran cambio no viene gratis. Así que seré la primera en decirte que si te está costando trabajo perdonar, bueno, eres humana y bienvenida al club. Sin embargo, esa nunca será excusa para decidir no perdonar, pues está en nuestra capacidad el lograrlo si nos no proponemos. Cambiar nuestra perspectiva nos puede ayudar en esta labor, por lo tanto, aquí te comparto algunas formas distintas de ver el perdón con la esperanza que te ayude a tomar este gran paso.

El resentimiento mata

El resentimiento trae consigo el enojo, a veces el odio, el rencor, entre otras emociones que juntas poco a poco empiezan a carcomer tu alma y tu felicidad. No tengo duda de que, lento pero seguro, el resentimiento mata. Como dijo Borges: “No odies a tu enemigo, pues al hacerlo de alguna manera eres su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz”.

Perdonar no es condescender

Muchas personas sienten que al perdonar es como si estuvieran aceptando como bueno lo que la otra persona hizo. Permíteme dejar esto claro: el perdonar de ninguna forma condona la agresión y el error de la otra persona. Puedes sin ningún conflicto perdonar a alguien y jamás aceptar que lo hizo estuvo bien o que no te hizo daño. Como lo he mencionado antes, el perdonar tiene poco o nada que ver con el agresor y todo que ver contigo.

No perdonar es hipocresía

Este punto es tal vez el más difícil, pero conforme más veo el resentimiento, más me convenzo de que no perdonar es una forma de hipocresía, pues ¿acaso no todos hemos necesitado del perdón de alguien en algún momento? Cuando me rehúso a perdonar, pienso en todas las veces que alguien me ha perdonado, y no se trata de comparar cuánto daño se ha hecho, sino la simple y sencilla verdad: cualquier daño duele, pero yo necesito ser perdonada y, por lo mismo, si quiero ser coherente conmigo misma, necesito perdonar.

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En verdad el perdonar es un regalo que te das a ti misma, un regalo que dura para toda la vida, porque te libera, y eso te convierte en una mejor persona. No sé si lo has considerado, pero si observas con cuidado, la capacidad de perdonar es algo que se transmite de generación en generación. No le cierres la puerta a este regalo a ti misma, y a tus descendientes, pues la otra opción no solo no viene envuelta con papel luminoso y un moño, sino que es nada más ni nada menos que veneno.

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Denhi Chaney

Denhi Chaney es egresada de la Universidad de Brigham Young con maestría en Terapia de Matrimonio y Familiar. Denhi también es esposa y madre de un niño. Puedes contactarla en .