¿No tienes tiempo? Aprende a estirar tus horas

Si esperamos a tener tiempo para algunos proyectos o metas personales, posiblemente nunca las realizaremos.

Rafael Vázquez

A menudo posponemos el hacer algo. Si queremos aprender una nueva destreza, desarrollar un talento o emprender un proyecto personal, muchas veces apelamos a que nuestro ritmo de vida nos permita un espacio para ello. Esa es una esperanza ingenua: el tiempo para nuestro proyecto no llegará a menos que lo exprimamos de entre todas nuestras actividades importantes.

Mi hermano es pianista, y dirige un coro de niños. Tomó clases desde los seis años, y a los trece ya tocaba el piano en un coro de adultos. No recuerdo una época en la que la gente no se acercara a él, a mi madre o a mí para preguntar si él estaría dispuesto a enseñar música a algún joven o niño. Cuando aceptaba dar clases particulares, preguntaba entonces a los padres de los alumnos si se comprometían a vigilar que los aprendices estudiaran a diario por una hora mínimo. A veces estos decían que podían hacer que los jóvenes o niños se comprometieran, pero que vigilarlos exigía abandonar otras cosas, como el cuidado de la casa o los negocios. “No tengo tiempo para vigilarlo”.

Yo también soy músico semiprofesional. Aprendí a tocar la guitarra a los once años, y aunque no me dediqué a la música con estudios profesionales, ni hice de ello mi trabajo principal, los proyectos musicales como bandas, coros y orquestas han sido parte de mi vida cotidiana. No recuerdo una época de mi vida en la que no haya personas que me digan que siempre han deseado aprender a tocar guitarra, e incluso me piden que sea su maestro. Entonces les digo, “Pero, ¿vas a estudiar diario una hora? ¿Asistirás a todas las clases sin pretexto?”. La mayoría se detiene y dice, “No creo que tenga tiempo”.

Lo más gracioso del asunto es que tampoco yo tengo tiempo para estudiar la guitarra y, sin embargo, lo hago. Soy esposo y padre de tres hijos; el mayor de ellos tiene apenas seis años. Soy profesor de literatura, editor y escritor. Tengo responsabilidades muy exigentes con mi profesión, con mi familia y con mi religión, en la que presto servicio voluntario. De verdad no tengo tiempo para estudiar la guitarra. Mas la toco todos los días, alrededor de una hora, y siempre trato de aprender algo nuevo, de involucrarme con nuevos proyectos de música o generarlos.

Y, ¿cómo hacerlo si no puedo abandonar tantas responsabilidades fuertes? Permítanme compartir tres puntos que cambiarán el “No tengo tiempo” por un “No tengo tiempo, pero de todos modos lo hago”:

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1. Decídete

Ya sea que se trate de aprender a tocar un instrumento, escribir un libro o estudiar una carrera que no es muy popular o que no parece acorde con tu forma de vida y con las expectativas de tus seres cercanos, de animarte a hacerlo y cumplirlo serás una persona más feliz. En otras palabras, si lo haces descubrirás muchas cosas nuevas sobre ti mismo y adquirirás experiencias; pero, si no lo intentas, con seguridad lo lamentarás: el peor sentimiento es arrepentirse de no haber hecho algo.

2. Organízate

No necesitas una agenda minuciosa. Lo único que debes hacer es hacer de tu proyecto un hábito. Si quieres aprender un nuevo idioma, elige leer o platicar todos los días una determinada cantidad de tiempo en ese idioma, además de cumplir con las tareas que tus profesores te asignen. Si vas a cultivar un jardín, decide la hora y las actividades diarias en que lo harás. Realizar un proyecto o adquirir un talento se trata más de pequeños hábitos que de gigantes y dramáticos acontecimientos aislados. Algo que funciona bien es evaluar el entretenimiento que tienes. A veces pasamos mucho tiempo viendo series de televisión o con los videojuegos en horas que llamamos “muertas”, y esos lapsos bien podrían ser valiosos minutos de tiempo aprovechable en nuestros proyectos.

3. Paga el precio

Para empezar, no te desesperes. Tus proyectos más serios y tus sueños más acariciados se irán cumpliendo con la velocidad con que se llena una alcancía. Es posible que al principio sientas que no avanzas, pero si perseveras, un buen día tomarás el cochinito y notarás que ya pesa bastante. Por otro lado, tal vez un día estés cansado, triste o demasiado alegre para estudiar, practicar, escribir o avanzar en tu proyecto. Nada debe ser pretexto para abandonarlo ni un solo día: debes cubrir tu cuota diaria, avanzar el tramo que te acercará a lo que persigues. No te engañes: si fallas un día será más fácil fallar dos días, y así tus sueños se irán con el viento.

Comparte con tus seres más cercanos tus logros y frustraciones. Agradece su paciencia si te escuchan practicar tus primeras notas en un piano, por ejemplo, y cuando ya tengas piezas bien montadas, tócalas para ellos. Quizás piensen que tienes mucho tiempo libre, pero tú sabes que no se trata de eso, sino de haber estirado el tiempo para poder avanzar en la consecución de tus sueños.

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