4 cómodas mentiras sobre la ira (y sus verdades)

Para erradicar una vida llena de episodios de ira (berrinches, rabietas, enojos, peleas) se necesita mucha paciencia y ayuda. Pero se puede comenzar por desmentir algunas ideas muy comunes.

Rafael Vázquez

Imagina esta situación: Los miembros de la familia tienen miedo de hablarle a mamá. Se acercan casi con sigilo y, cuando logran reunir valor para decirle o pedirle algo, lo hacen con un tono excesivamente tímido y se dan por bien servidos si apenas son ignorados o reciben una simple negativa, porque el peor de los escenarios es que ella estalle en una rabieta (sí, con todo y que es adulta). A veces, hasta el marido se siente intimidado del mismo modo. Cuando se ha querido hablar con ella sobre sus excesivas manifestaciones de ira, ella tiende a defenderse diciendo que ella es así por naturaleza. ¿Es esto verdad? Veamos las siguientes cuatro mentiras

1. El enojo es hereditario o es parte inalterable de nuestro carácter

La mamá de esta familia usa este argumento para librarse de la responsabilidad de forjar su propio carácter. Hay gente que dice: “Mi padre me heredó este carácter enojón” o “Yo soy así y no se puede hacer nada para cambiarme”.

La verdad. Los estudios realizados con rigor metodológico han demostrado que si bien sentir enojo es algo inherente a la humanidad, la expresión del enojo es una conducta aprendida. De modo que si se ha aprendido un modo inadecuado de expresar la ira, por ende también se puede “desaprender” esa manera destructiva y aprenderse una apropiada. Aquí es donde seguramente necesitaremos el auxilio de un psicoterapeuta, veamos el segundo caso.

Borja es conocido por su carácter explosivo. Y es que cualquier cosa que lo moleste lo pone agresivo. Ante la mínima provocación se pone a gritar insultos e incluso a desafiar a la gente a los golpes. Una vez su madre le dijo que está bien que se enoje, pero que debe tratar de expresar su ira de un modo que no comprometa su seguridad o la de los demás.

2. La agresión es la primera (o única) forma de expresar enojo

Borja cree que toda la ira que siente debe salir con un ímpetu de violencia para darle la sensación de que está liberándolo.

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La verdad. El enojo nunca nace con tanta fuerza. Va surgiendo de a poco, y si sigue uno expuesto a factores estresantes, el enojo irá creciendo hasta que sea necesario explotar para liberarlo, pero esa es la instancia final de un proceso más largo que lo que estamos acostumbrados a reconocer.

Es posible aprender a identificar el enojo cuando está en su etapa más pequeña y aparentemente inofensiva, para evitar la acumulación de ira. Aquí también necesitamos ayuda experta.

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Nuestro tercer caso es el típico jefe. Antes de ser jefe, era más cordial, amable, feliz. Pero cuando lo ascendieron, le encargaron la realización de ciertos resultados en determinado tiempo. El jefe cambió: es agresivo, tosco y poco o nada tolerante, y cualquier situación anómala la resuelve con gritos y amenazas, e incluso ya despidió a un par de subalternos por cosas que no revestían una verdadera importancia.

3. Es necesario ser agresivo para conseguir lo que queremos

El jefe cree que ese carácter agresivo e irascible es lo que le ha permitido obtener los resultados que le fijaron como meta sus superiores. Él todavía no se da cuenta de que su reciente separación de su esposa está relacionada estrechamente con la falta de control de su temperamento, que se había vuelto oscuro y violento también en casa.

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La verdad. No es lo mismo claridad y asertividad que agresión. La agresión es para intimidar, para perjudicar, para dominar, lastimar y manipular. La asertividad (claridad en lo que queremos) es para aclarar, corregir, mejorar, negociar, inspirar e incluso para dar una expresión adecuada a nuestro enojo.

4. Es que tengo un carácter fuerte

Solemos describir a las personas que tienden a ser agresivas diciendo que poseen un carácter “fuerte”, como si las personas que prefieren salvaguardar la paz mental y en el entorno inmediato fueran débiles de alguna forma.

La verdad. Las personas que explotan con rapidez y agreden no tienen un carácter fuerte, sino un carácter horrible, peligroso y no hay nada de admirable en ello. Las personas que se comportan de un modo agresivo dañan a las personas con quienes conviven y se dañan a sí mismos porque no pueden aprovechar las bellas oportunidades del autoconocimiento y el autodominio.

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