Sutil diferencia entre proteger y sobreproteger a tus hijos
La sobreprotección ha reinado durante años en muchos de nuestros hogares, pero ¿qué consecuencias crea? ¿Es necesaria? Te invito a averiguarlo.
Camila Ignacia Gómez González
Es tarea de los padres ayudar a sus hijos a construir día a día una imagen positiva de sí mismos. Un perfil que les posibilite formarse una buena autoestima para enfrentar la vida. A fin de que lo consigan es necesario que la protección que se les dé en el hogar sea la justa y necesaria, sin quitar ni sobreproteger, y que le permita desarrollarse como un niño autónomo, sin temor a explorar el mundo que lo rodea.
La sobreprotección esconde grandes secuelas que muchas veces desconocemos: crea niños ansiosos, inseguros, con temores que los persiguen hasta que llegan a la etapa adulta; propensos a diferentes enfermedades psicológicas y traumas que son difíciles de superar; anula sus habilidades sociales, les provee de una percepción errónea del mundo y, lo que es peor, hace que se sientan profundamente inútiles para todo lo que tiene que ver consigo mismos.
Es posible evitar que se caiga en este abismo; aquí algunos consejos que podrían funcionar:
-
Conceder autonomía de manera gradual. Permitirle que explore el mundo desde su perspectiva, sin ver peligros en todas y cada una de las maneras que buscará para conocer las cosas que lo rodean. Por ejemplo: dejar que toque la tierra, que acaricie a un animal, que corra, que experimente con diferentes materiales (no dañinos por supuesto), que sociabilice con niños de su edad; entre tantas otras cosas que incentivan el desarrollo de su cuerpo.
-
Dar confianza para realizar nuevos proyectos. No se debe permitir que las palabras “No puedo” le ganen, porque tu hijo es capaz de hacer todo lo que se proponga en la vida. Ayúdalo, pero no lo hagas por él, y si de verdad no puede lograrlo, muéstrale alternativas para que emprenda un proyecto distinto.
Advertisement -
Enséñale a resolver problemas. Es importante que sepa que el fracaso existe y que errar es inherente al ser humano, pero siempre, con tu ejemplo, hazle saber que se puede volver a empezar.
-
Elógialo de forma constante. Cada vez que sea capaz de cumplir un objetivo propuesto es el momento indicado para recordarle lo valioso que es, qué bien lo ha hecho y cuán valiente ha sido.
-
No exageres las advertencias. A ningún padre nos gusta que su hijo viva experiencias desagradables, y a todos nos encantaría que la vida fuera siempre “color de rosa”, pero eso no es una realidad y enfrentar los miedos es parte de ella. Por lo que basta con una o dos advertencias del tipo, “¡Cuidado, te vas a caer!”, o “¡Corre más despacio!”. Si ves que no hizo caso a tus llamados de atención no dramatices y ayúdalo a superar la experiencia.
-
Nunca hagas las cosas por él. Esto se aplica a todo: no hagas sus deberes cuando él esté demasiado cansado (mejor ayúdalo con hábitos de estudio), no pretendas que viva tus sueños, no aminores sus emociones y no dejes que nada sea capaz de destruir su autoestima.
-
Dale herramientas para que se defienda. No intervengas de inmediato cuando esté teniendo problemas con sus pares, de lo contrario nunca aprenderá a defenderse y resolver conflictos.
Advertisement -
Ayúdalo a descubrir sus talentos. Todos tenemos diferentes habilidades, algunos son buenos con los números, otros con el arte, deportes, canto y tantos otros dones. Potencia las actividades en las que pueda saber que es bueno haciéndolas, en las que se sienta cómodo y disfrute siempre.
Acompañar a nuestros hijos en este proceso protegiendo y no sobreprotegiendo, o prodigando cuidados excesivos, es una cuestión vital para que puedan desarrollarse como adultos sanos, independientes, autónomos, capaces de lograr todo lo que se propongan en la vida, sin grandes miedos que enfrentar y principalmente felices por ser quienes son. Y tú, ¿ya descubriste si proteges o sobreproteges a tus hijos?