¿Tienes un hijo “problemático”? Cómo resolverlo con bocados y golosinas
Los terapeutas estamos perdiendo la batalla frente al etiquetado de los niños “problemáticos”. Son tratados como “enfermos”, cuando todo lo que piden es un bocado de familia y unas golosinas de atención.
Marta Martínez Aguirre
Magdalena llamó para pedir una consulta para su hija Lidia, de ocho años de edad. Según relató por teléfono, la niña llevaba varios meses actuando “mal”: había empezado a robar objetos de otros niños. Magdalena estaba desorientada, ninguna penitencia funcionaba y mucho menos las pastillas que le había recetado el psiquiatra infantil. Le pedí que en la primera consulta estuviera toda la familia presente. Frente a esta petición, Magdalena puso varios obstáculos, señalando que era imposible pues su esposo trabajaba muchas horas, sus otros hijos estaban estudiando y ella tenía varias actividades para ese día. Yo le expliqué que la terapia de su hija sería más exitosa si podía contar con toda la familia presente. El día de la consulta, apenas toqué el timbre, un adolescente enchufado a su ipod abrió la puerta. El padre de Lidia estaba leyendo unas notas periodísticas en la tablet y Magdalena estaba chateando en la laptop. Una jovencita estaba adherida a su celular y Lidia estaba sentada frente a la televisión, con un vaso de yogurt a medio terminar.
¡Vivan los enchufes que unen a la familia!, fue el primer pensamiento que cruzó por mi cabeza. Los terapeutas estamos perdiendo la batalla frente al etiquetado de los niños “problemáticos”. A menudo, dejamos de ser terapeutas para ser formadores de la unión familiar.
Vida segmentada
Los problemas de Lidia y tantos niños más, no son otra cosa que el resultado de una vida familiar segmentada por la dinámica moderna. Este tipo de vida acelerada, propicia la ausencia de los padres en la cotidianeidad de sus hijos y aleja a los niños del hogar: deja de ser un refugio para convertirse solo en un gran dormitorio.
Soluciones instantáneas vs recetas de la abuela
En este marco, cuando un niño presenta algún síntoma “sospechoso” se apela a la solución instantánea, como el puré deshidratado y los pudines de chocolate. Entonces, aparece el deseo de que el psiquiatra infantil resuelva el problema con ayuda de la industria farmacéutica. Los niños son tratados como “enfermos” cuando todo lo que piden es un bocado de familia y unas golosinas llamadas “presencia”. No hay soluciones instantáneas, pero sí “recetas de la abuela” que fueron eficaces en los viejos tiempos y siguen siendo necesarias hoy en día:
“Lata de galletitas”
Coloca en la cocina una lata con galletitas o golosinas. A la noche, cada miembro de la familia tendrá derecho a tomar una galletita si realizó un acto de servicio hacia otro integrante de la familia, durante el día. Fija un horario donde se reunirán como familia para abrir la lata, entonces cada uno deberá decir qué acto de amor realizó y cómo se sintió al realizarlo. En el fin de semana todos tendrán la oportunidad de tomar una doble porción. Un acto tan simple como este, puede ayudar a que todos se sientan más unidos y conectados. Gracias a esta “receta de abuela”, Lidia pudo animarse a contar que se sentía sola y sus conductas eran para llamar la atención.
Pesca milagrosa
Este tipo de actividad consiste en “pescar al hijo” haciendo algo positivo y darle un abrazo. Es muy común que frente a tanto comportamiento negativo, tengas la tendencia a centrarte en lo peor de tu hijo, no pudiendo verle nada positivo. Pero si te concentras en ver las cosas buenas que tiene, puedes empezar a mirarlo con los ojos de la fe. Debes saber que dentro de él hay un niño bondadoso, pidiendo más tiempo juntos.
Cofre de caricias
Esta actividad consiste en colocar en una caja tiras de papel de diferentes colores, según el color favorito de cada integrante de la familia. Cada noche, todos tomarán un papel de cada color que no sea el suyo y escribirán en ellos mensajes positivos para el próximo día. “Mami, te deseo un día precioso”, “Juan, éxito en tu prueba escolar”, “Catalina, que disfrutes del paseo”. En el desayuno, abran la caja y dale a cada integrante sus mensajes personales. No imaginas lo bien que hace recibir una cariacia como esa cada mañana.
Ante las dificultades de los niños “problemáticos” nada sigue siendo tan eficaz como esta fórmula mágica: menos ausencia familiar.