Todos tenemos derecho a equivocarnos
Si eres de esas personas que "juzga a los demás porque no pecan igual que tu" entonces esté artículo es para ti.
Erika Otero Romero
Hace tiempo escuché que alguien dijo: “No me juzgues porque peco diferente a como pecas tú”. La verdad nunca me había detenido a pensar lo profundo de esa frase hasta hace algunos días que en casa se presentó una situación algo complicada con uno de mis familiares. No deja de sorprenderme la ligereza con la que juzgamos a las personas cuando cometen errores. Bueno, incluso Jesús dijo: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7: 3) y es que así es: es muy fácil caer en semejante error.
Mi propia historia
Hace unos años pasé por algo similar. Estaba en la universidad cursando sexto semestre de psicología, nuestra situación económica en casa estaba pasando por una fuerte crisis, al punto que no contaba con dinero ni para el trasporte, razón por la cual me iba a pie para la universidad. Por si fuera poco, tuve que hospitalizar a mi madre debido a fuertes hemorragias; yo tenía un caos en mi cabeza y muchas preocupaciones como para sumarle la presión social por parte de dos compañeras que por mucho tiempo considere mis amigas pero que a causa de lo que ocurrió me aleje de ellas.
Una semana antes de tener que hospitalizar a mi mamá, ellas habían planeado una salida de amigas a cine. Para ese momento yo estaba en banca rota, pero ellas no sabían a fondo la situación, no tenían por qué saberlo. Les dije que no podía pero aun así insistieron y una de ellas, que tenía automóvil, quedó de recogerme por una semana con el fin que en lugar de gastarme ese dinero en trasportes a la universidad, lo ahorrara para la salida a cine. Yo no tenía un peso y me recogían, así que esa semana fui en carro a la Universidad sin decirle nada.
Para cuando llegó el día de la salida, ya tenía a mi madre hospitalizada y seguía sin un peso, lo cierto es que cuando se enteraron que no iría a cine y las razones por las que no podría ir, fui juzgada de manera cruel. Pero no les bastó con eso, luego de un tiempo empecé a ser víctima de insultos y vejaciones por parte de una mujer adinerada que estudiaba con nosotras, luego me enteré que “mi amiga” —la dueña del carro— le había dicho mentiras sobre mí, y por eso su actitud, como enfrente esa situación hace parte de otra historia.
Lo que aprendí
No juzgues a nadie, ya que no sabrás nunca las razones
por las cuales una persona se ve orillada a hacer eso por lo que la señalas.
No juzgues porque no tienes valor moral para hacerlo
, ¿te has apresurado en algún momento a criticar a alguien porque ha mentido?, bien, seguro que lo has hecho en algún momento, si no, igual podrías llegar a hacerlo en el futuro.
Antes de señalar los errores de alguien
, detente a pensar en tus propias equivocaciones. Has el propósito de cambiar cada día un poco eso que tanto te cuesta controlar y verás que perderás con ello la necesidad de juzgar a quienes te rodean.
Si sientes el impulso de criticar o señalar un error cometido por alguien,
piénsalo dos veces ya que puedes lastimar a la otra persona y con eso deteriorar la relación y el afecto que los mantiene unidos.
Piensa que si no te controlas, en su momento también tú serás víctima de la crítica injusta.
Te invito a leer: Y tú, ¿juzgas o ayudas?