Tomarse la vida tan en serio no es un juego de risa
El paso de la niñez a la adultez a menudo implica el olvido de aquello, cercano y sencillo, que nos hacía reír y vivir al día, sin pensar en el mañana.
Laura Abbott
De pequeño seguro tenías muchos sueños, y lo mejor era que los creías posibles. Vivías el presente, cada día, y lo disfrutabas al máximo. Algunas veces eras princesa, doctor, bailarina o aventurero. Soñabas sin límites y, con seguridad, eras feliz. Porque los niños son así: frescos, espontáneos, y saben vivir.
Siento adulto las rutinas, las obligaciones y las preocupaciones te hicieron olvidar a tu niño interior. Hoy vives ocupando tu tiempo, la mayoría de las veces, en el pasado o en el fututo. Y lamentablemente, dejas el presente para otro momento. Nunca tienes demasiado tiempo o energía para disfrutar de las pequeñas cosas y cuando lo haces, sientes culpa e irresponsabilidad. Las preocupaciones económicas, el éxito profesional o la seguridad material se convierten en el centro de tu vida. Y te olvidas de jugar, de reír, de bailar y de cantar. Todos, pequeños actos que, además de gratuitos, pueden aportarte gran felicidad.
Como bien expresó el poeta Oliver Wendell Holmes, “Los hombres no dejan de jugar porque envejecen, sino que envejecen porque dejan de jugar”. Y en nuestra necesidad de planear para el futuro no solo nos olvidamos de nosotros, sino que pretendemos que los niños ya no lo sean y que vivan una vida llena de obligaciones y estudio para que sean personas “exitosas”. Nos tomamos la vida tan en serio que olvidamos vivir en la espera de un futuro ideal que, dicho sea de paso, nunca llega.
Por eso, si eres de los que necesitan no tomarse la vida tan en serio, te propongo lograr, mediante pequeños gestos, volver a vivir tu presente como cuando eras pequeño y la palabra preocupación no existía en tu vida:
Valora el día de hoy
Puede que estés demasiado enfocado en tus obligaciones y en tus metas futuras; puede que tu trabajo o rutina no te deje espacio para disfrutar de pequeños detalles cotidianos. Sin embargo, el futuro es un lugar que todavía no existe y que no puedes conocer a ciencia cierta. En cambio, el presente es lo que está ocurriendo hoy en tu vida y que si no lo valoras lo suficiente puedes correr el riesgo de perdértelo. Está bien hacer planes, pero no dejes que tus planes te hagan olvidar tu mundo hoy.
Permítete momentos de juego y ocio
No serás irresponsable o inmaduro por dejarte llevar por el juego. Más bien, te ayudará a distenderte, a conectarte con la risa y la creatividad, además de que aportará importantes beneficios a tu salud y a tu calidad de vida. En definitiva, serás más feliz.
Suelta el control
Es una ilusión pensar que puedes mantener todo bajo control. Es posible que hagas tu mejor esfuerzo, que tomes las mayores previsiones y que planees muchos actos; pero, la realidad es que hay cientos de factores que no puedes controlar. Relájate, controla lo que puedas y el resto déjalo fluir.
Confía en tus recursos internos
En lugar de depositar toda tu razón de ser en las circunstancias externas (dinero, trabajo, profesión, economía mundial) piensa que eres lo suficientemente capaz para encontrar solución a tus problemas cuando se presenten. La fortaleza proviene de tu interior, no sirve si solo piensas que proviene de fuera.
Mira menos noticias y escucha música que te reconforte
Está bien mantenerse informado, pero cuando sientas que las noticias se están apropiando de tu ser, apaga el televisor o cambia de canal. Vivir en el miedo y la preocupación probablemente te hará darle mayor dimensión a los problemas que a las soluciones. No olvides que los noticieros viven del problema y del sensacionalismo. En cambio, la música, por lo general, reconforta y alegra. Acude a ella cuando necesites bajar el estrés.
Confía en Dios
Las cosas no ocurren porque sí. Y muchas circunstancias vividas –positivas y negativas– con el tiempo dejan su aprendizaje. Piensa que Dios sabe cómo hace las cosas y que tiene un plan para ti que, incluso, tú mismo desconoces. Así que confía en él y entrégale tus preocupaciones. Seguro tendrás la mejor respuesta cuando menos lo imagines.
En definitiva, la vida es una danza perfecta. Danza con ella.