Tras la muerte de un ser querido: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir
Derrama tus lágrimas y baña tu dolor, yo estaré junto a ti recogiendo cada gota para formar una especie de diamante que quedará dentro de tu corazón. Tras la muerte de un ser querido: sonreír, abrir los ojos, amar
Myrna del Carmen Flores
No aceptes que te digan “No llores por mí”. Llora. Derrama tus lágrimas y baña tu dolor, yo estaré junto a ti recogiendo cada gota para formar una especie de diamante que quedará dentro de tu corazón. En él habitaré, y desde ahí seguiré amándote.
Se cerraron sus ojos para no abrirse nunca más. Su cuerpo quedó inerte, igual que mi alma al conocer su partida. Sin embargo, de extraña manera sentí un torrente de paz. Sabía que había hecho lo que era necesario tras su larga enfermedad, y no me quedaba más que dar gracias a Dios por permitirme haber conocido a un ser tan maravilloso que trajo a mi vida alegría, compañía, aprendizaje, y sobre todo amor.
Pasados los días estaba ahí, en medio de la soledad de su partida, sin saber con exactitud cómo sería mi vida sin su presencia. Las rutinas, las obligaciones, todo había cambiado. No pude evitar sentir un vacío, como si mi alma me pesara tanto que me resultara difícil tolerar la carga.
Extrañaba a ese ser que por tantos años tuve junto a mí; a quien muchas veces no logré apreciar en toda su profundidad. ¿Cuántas veces discutimos por tonterías?, ¿cuántos momentos perdidos por diferencias superficiales? Pero, a pesar de esto, conocía mi amor, ese amor que aún ante cualquier problema que hubiera surgido nos emanaba de la piel, para unir nuestros destinos más allá de la muerte.
Aún ahora después de todo este tiempo, estando en cualquier lugar conservo la sensación de que algo me falta. Como si hubiera olvidado lo imprescindible para mí. Luego, mi conciencia me indica que lo que me falta es su presencia física, que no la espiritual; esa, me acompañará el resto de mi vida.
El duelo
Según los expertos, el duelo es la reacción psicológica, el dolor emocional que sientes cuando has perdido a alguien importante en tu vida. Al superarlo puedes recordarlo sin sentir un dolor tan profundo. Poco a poco se integra el recuerdo de quien partió de una forma entrañable que te permite continuar tu vida de una manera normal.
La duración del duelo dependerá de cada individuo, así como la cercanía que se tuvo con quien ha partido. Es necesario atravesar etapas de negación, rabia, desesperanza y, por último, de reorganización. Pero lo más importante, es vivir el duelo superando ciertos retos:
Aceptar la realidad
La persona se ha ido, y es algo que no puedes cambiar. Atesora su recuerdo, agradeciendo por cada uno de los momentos que Dios te permitió vivir a su lado.
Experimentar el dolor
Permitirte llorar, enojarte, lamentarte. Continúa viviendo sin bloquear el dolor. Expresar cada uno de estos sentimientos te liberará de cada uno de ellos.
Adaptarse al mundo sin el ser querido
Entiende que tu vida será diferente. Readapta las tareas diarias sin contar con esa persona. Empieza a tomar decisiones sin la guía que pudo haberte dado.
Recolocar al ser querido de manera emocional
Comprende que su recuerdo y esencia te acompañará de alguna manera durante toda tu vida, pero sabiendo que puedes abrirte a nuevas personas, a nuevos sentimientos. A sabiendas de que el hueco que esa persona deja en tu alma nunca podrá ser llenado por nadie más, las nuevas relaciones se convierten en algo distinto.
Se va evolucionando paso a paso. Y siempre será normal, a pesar de los años, derramar una lágrima por quien partió dejando una huella imborrable en nuestro espíritu. Existe un poema popular escocés que explica, de forma clara, el dolor y la recuperación tras la muerte de un ser querido:
“Puedes llorar porque se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido./ Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva, o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado./ Tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver o puede estar lleno del amor que compartieron./ Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío, dar la espalda o puedes hacer lo que a él o ella le gustaría:/ sonreír, abrir los ojos, amar y seguir”.