¿Tu hijo tiene problemas en la escuela? Te apuesto a que tiene sed
Los niños con dificultades de aprendizaje necesitan una madre que sacie su sed. Sed de saberse buenos en algo. Para ello, necesitas hacer algunos cambios en tu forma de ser con ellos.
Marta Martínez Aguirre
No se puede aprender nada con sed. Déjame empezar diciendo que yo no escribo cosas que a otros le pasan, yo escribo cosas que me suceden a mí y que me gusta narrarlas para ayudar a quienes las necesiten. Y ocurre que a mayoría de las madres, cuando se acercan al espacio psicopedagógico del Colegio Santa Teresita de Lisieux, de Montevideo, llegan preocupadas -como tú-, porque tienen un hijo con dificultades en el aprendizaje. Algunos presentan disgrafías. Otros, dislexia. Otros, discalculia. Hay quienes tienen problemas con la atención y la concentración, y también están los que no pueden quedarse quietos.
Tú eres una madre amorosa, que te esfuerzas para que nada le falte a tu hijo. Estás al tanto de todo lo que le sucede, sin embargo, el niño no avanza, hay algo que apresa su inteligencia y no le permite mostrar todo lo que tiene dentro. Tu niño, como muchos niños del colegio, tiene sed.
Aunque pongas en la mochila de tu hijo una botella con agua fresca, él sigue sediento. Es imposible aprender cuando la sed de saberse bueno en algo entra en la mente de un niño. Y mucho más cuando se instala en el alma.
Generalmente, antes de empezar a trabajar con los niños con dificultades de aprendizaje les hago una simple pregunta: ¿Me dices cuatro cosas buenas de ti? La mayoría de los niños no logran decir una sola, y si mencionan una, casi siempre es en relación a lo que hacen: “Juego fútbol”, por ejemplo. Rara vez alguno es capaz de decir “Soy buen compañero”, “Soy amable”, “Soy simpático”, “Sé hacer amigos”, “Sé escuchar”. Sin embargo si les pido que mencionen cuatro cosas negativas de sí mismos, comienzan a recitar una lista de cosas, “Soy malo”, “No logro nada”, “Soy miedoso”, “Soy inquieto”. Estos niños tienen sed de aprender a definirse en positivo.
Relee: Háblale bonito y cambiarás su mundo.
No niegues sus dificultades
El peor error que como madre puedes cometer, es negar que tu niño tenga dificultades. Negarlas es impedir que alce vuelo. Es atar sus alas y dejarlo tan alto como pueda llegar.
No te culpo, un niño con dificultades es una herida bien adentro, que te lleva a preguntarte qué has hecho mal, qué fue lo que pasó, o si quizá es por aquello otro. Las madres y padres negadores de las dificultades de sus hijos, crean hijos inseguros, dependientes, temerosos, impulsivos y manipuladores. No le eches la culpa a la maestra, al colegio, al divorcio, al desempleo, a los compañeros. Debes aceptar que tu hijo presenta dificultades en el aprendizaje y que no por ello va a ser un fracasado.
Los niños con dificultades en el aprendizaje son inteligentes
Aférrate a la buena noticia: los niños con dificultades de aprendizaje tienen una inteligencia promedio o incluso por encima de lo normal. Lo que sucede es que hay un área del aprendizaje que no logra alcanzar -aunque tenga el mismo nivel de inteligencia- y es allí donde hay que estimularlo. Algunos necesitan ayuda especializada, como asistir a psicomotricidad, fonoaudiología, psicopedagogía, etcétera. Todas las dificultades de aprendizaje se superan con ayuda especializada y cada niño tiene su propio ritmo de alcanzar los logros.
Desayuno de palabras dulces
Tú amas a tu hijo, sin embargo, cuando miras sus cuadernos o te fijas en las notas de su conducta, te olvidas por un segundo de cuánto lo amas y le remarcas lo que ha hecho mal. Entonces, para él es imposible definirse en positivo.
Por eso, en el desayuno prepara cada día una sola palabra dulce que le afirme en su estima personal. Junto con la tostada, recuérdale que es un niño amable, que estás feliz de saber que sabe hacer amigos, que te emociona cuando hace algo para ayudar a otros. Remarca uno de sus aspectos positivos cada mañana, en el lapso de un mes tu hijo estará menos sediento.
Relee: 6 señales para saber si estás siendo demasiado dura con tus hijos.
Define a tu hijo desde sus logros
Aunque traiga el cuaderno lleno de correcciones, defínelo desde lo que es, no desde su dificultad. En vez de decirle “Otra vez te equivocaste”, “Nuevamente hiciste la letra mal”, señala aquello que haya logrado: “Cómo ha mejorado tu letra cursiva”, “Estás usando muy bien el compás”. Tampoco le señales lo que sus compañeros o hermanos ya hayan logrado y él todavía no.
Define a ese hijo que acunaste dentro de ti desde lo que es, no desde lo que no es, y menos desde lo que son los otros. No lo olvides, tu hijo es mucho más que sus palabras con faltas de ortografía o su falta de concentración. Tu hijo es un sediento que necesita de alguien que lo ayude a definirse en positivo.
Finalmente, te invito a releer: Elogia a tus hijos y detona su potencial.