Una opción para solucionar tus problemas, que nunca podrá darte la tecnología
En la sociedad de la inmediatez, detenernos un momento puede ser la gran solución que muchas veces pasamos por alto
Marta Martínez Aguirre
Nadie puede negar que en una sociedad hedonista, individualista y que te susurra que en la tienda de la esquina no hay lugar para la solidaridad, el respeto, la fidelidad y la tolerancia; confesar que estás interesada en una vida espiritual para los tuyos es visto como anticuado o calificado en alguna red social con el icono del dedo hacia abajo.
Aunque te empujen a atropellar la fe y tantas veces caigas víctima de la prisa y te des cuenta de que Él no es un protagonista de la telenovela de la tarde, tú puedes marcar la diferencia y admitir que no puedes sola con las camas sin hacer, la cena a medio terminar, las carpetas de la oficina, el pendrive que no encuentras, los placares (clósets) siempre pendientes y la lista de actividades postergadas. Alguien que te asista parece ser una necesidad urgente, pero imagino que el presupuesto no da y, sin embargo, no sería del todo una mala idea.
Por eso Dios, mientras regaba las rosas del jardín y disfrutaba el verde de los pinos, les dijo a Adán y a Eva que la oración era parte de la vida, pues allí te entregas tal como eres, no necesitas sacarte el delantal o dejar la tiza a un costado. Seas ama de casa, maestra, ejecutiva o princesa, eres mujer espiritual y sueñas con la felicidad y la paz para los tuyos. Hay estudios que demuestran que la oración es útil para la salud mental pero, más que ello, es un medio de auxilio eficaz que te beneficia y te permite mantenerte firme en la fe. Te focaliza en las cosas eternas y te posibilita captar el amor en dosis cotidianas de milagros. Pero, por sobre todas las cosas, la oración es un compañero constante en la vida familiar.
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Si formas parte de una pareja que recién se inicia la oración puede ser un bello sostén en ese nuevo camino para que, junto a quien amas, se sepan amparados y guiados en las dudas que sobrevengan.
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Si ya hay un fruto en tu vientre producto de ese amor fecundo, puedes volcar todas tus aspiraciones en una oración de alabanza o dejar tus cargas si algo te inquieta a la hora del parto.
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Si los niños son aún pequeños, junto a tu compañero eterno estás llamada a hacerlos partícipes de la fe en familia, dejando que aprendan a decir “Amén” en un inicio, para luego permitirles hacer sus propias peticiones. No te sorprendas si piden porque la heladera siempre tenga helado o Roco, el perro, se cure de su pata.
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A la hora de las comidas hay que bendecir y agradecer a Dios por los alimentos; es un modo de recordarnos que dependemos de su infinita gracia y misericordia.
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Arrodillarse, en familia, antes de dormir y darse el beso de las buenas noches puede permitir que todos descansen con el sentimiento de que el amor no duerme.
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Antes de salir de paseo puede hacerse una oración en la que se pida protección por el hogar y sus pertenencias, y de gratitud por disfrutar juntos de una jornada.
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Agradecer por un año nuevo de vida, o invocar a Dios para que sea un tiempo en el que se concreten metas y aspiraciones.
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Una enfermedad o una pérdida de un ser querido puede ser motivo para que la familia se una y juntos rueguen por sanidad o consuelo.
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El ingreso a la escuela o a la universidad puede constituir una oportunidad para volcar el corazón hacia Dios, y suplicarle la protección de su mano en ese nuevo camino.
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Una entrevista laboral, un trabajo nuevo o el desempleo son todas ocasiones para invitar a que Dios abra puertas y derrame sus bendiciones.
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Una discusión o una desavenencia entre esposos puede ser ocasión para unirse en un espacio en el que predominen los mejores deseos para el otro, y se constituya en un lugar de encuentro donde Dios sea el terapeuta de esos corazones rotos.
Cada momento familiar puede ser puesto en oración, porque es el signo visible de que una familia crece unida y permite que Dios se haga presente en la vida cotidiana. En este sentido, el hogar debe ser un pequeño pesebre donde nazca a diario Jesucristo, y así llegar a ser una familia tan sagrada como la de Belén; eso se logra únicamente orando en unidad.
Bluetooth, PDAs, WiMAX, Wifi son expresiones que se utilizan para referirse a las nuevas tecnologías, que permiten la comunicación de voz y datos sin utilizar cables. La oración familiar se instituyó mucho antes de que todo esto existiera. Es más que una tecnología, en la que la velocidad la marcan los latidos de los corazones que se inclinan para ser guiados hacia la felicidad y la vida eterna.
Elijan un integrante por turno
Según ustedes lo determinen, tomen al azar el nombre de un miembro de la familia y durante el tiempo designado previamente, oren cada uno por esa persona; esto hará que todos se sientan sostenidos y todos también, al mismo tiempo, tendrán oportunidad de cuidar del otro. En esos tiempos en que hay miembros distanciados puede ser ésta una actividad desafiante pero enriquecedora, y promotora de paz.
Usa las redes sociales
Comparte tus peticiones y publica tus respuestas, de ese modo harás partícipes a otros de que oren por ti y tu familia, y se alegren por las bendiciones recibidas.
Pongan sus ruegos en un lugar visible
Divide una hoja en cuatro secciones: motivo/fecha de petición/respuesta/reflexión sobre la respuesta. Esto fortalecerá a tu familia y hará que los niños comprendan que las respuestas pueden ser: “Aún no”, “espera” y “concedido”. Llevar una lista de este tipo permitirá que puedan ser partícipes de la acción de Dios más allá de las respuestas, y la fe de los integrantes de tu familia se verá robustecida.
Recuerda que aunque vivimos en la época de la comida rápida, Dios es un ser real, un Padre amoroso que te conoce individualmente y sabe de tus necesidades particulares. Acércate con tu familia al trono de la gracia con un corazón puro y un espíritu contrito, y allí encontrarás las respuestas que nunca podrá darte la tecnología.