Una relación de altura. Hablar con Dios
En muchas ocasiones creemos que Dios no nos responde. Aprende a estrechar tu relación con él y a entender sus señales.
Diana Cantor Martinez
Es difícil explicar cómo es mi relación con Dios. Solo sé que está presente en cada momento de mi vida. Le hablo con la convicción de que me escucha, y aunque no siempre me responde de la forma como espero, sigo encontrando razones para confiar en Él.
Las frustraciones no dan tregua. Pero, ¿qué sería del ser humano sin la posibilidad de encontrar un descanso a su dura jornada? El salmo 23:3 dice, “Jehová confortará mi alma”. Observa cómo en este salmo no encuentras una promesa acerca de que Dios te librará del fracaso; lo que sí hay, en cambio, es una palabra de aliento ante los infortunios de la vida.
En este artículo quiero compartir contigo cómo he logrado estrechar esta relación con el Creador, más allá de las contradicciones y discordias generadas por los diferentes credos religiosos y su concepción acerca de lo que es Dios y Su verdad:
Habla de manera constante con él
En un tiempo caí en el error de buscar a Dios solo cuando lo necesitaba, cuando las cosas de pronto no salían como esperaba. Contrario a ello, te animo a que hables más seguido con Él, y no únicamente cuando lo necesites. Existen muchas tareas diarias que hacemos casi mecánicamente, o que no exigen concentración de tipo cognitivo o intelectual; aprovecha ese tiempo para hablarle, para orar, para encomendarle tu presente, tu futuro y el de tus seres queridos. Este otro artículo te enseñará más formas de conectarte con Dios.
¿Cómo hablar con Dios?
Puede ser que en algún momento no tengas muy claro como dirigirte al Creador. ¿Será necesario hacerlo de forma majestuosa? ¿Es posible entablar un diálogo menos formal? ¿O Él sólo nos escucha a través de la repetición de una misma oración? Todo podría ser válido y, sin embargo, la forma en que creo que es posible conectarse con Él es como lo harías con un buen amigo, hablándole tranquila y desprevenidamente acerca de cómo te sientes respecto a alguna situación, o qué te gustaría que aconteciera frente a determinada circunstancia. Incluso cabe preguntarle qué opina acerca de algo en particular. En fin, los temas son innumerables. Otra forma en que puedes comunicarte con Él es escribiéndole.
¿Cómo leer la Biblia?
Parte importante del proceso de crecer en lo espiritual y aumentar tu conexión con Dios es la lectura de la Biblia, porque en ella está contenida su palabra. Una buena amiga me explicó algo que me ayudó a comprender un poco más el mensaje bíblico, y quiero compartirlo contigo: la palabra de Dios contiene dos elementos importantes: un mandato y una promesa, nótalo en el siguiente ejemplo. Proverbios 2:1, “Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti (hasta aquí en este versículo estás recibiendo el mandato; mira las promesas en Proverbios 2:5 y 2:21, respectivamente); entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella”.
Es cuestión de prestar un poco de atención y con el tiempo fácilmente identificarás estos dos elementos, y será más sencillo entender qué mensaje quiere darte Dios a través de su palabra.
¿Cómo entender sus respuestas?
No es fácil. Llegué a sentir que Dios no me respondía, y algunas veces, convenientemente, asumía que su respuesta se acomodaba más a lo que me favorecía. Aún me encuentro en ese proceso de aprendizaje acerca de cómo comprender sus respuestas, o a lo que yo llamaría “entender su voluntad”; sin embargo, para interpretarla un poco, te sugiero que trates de distanciarte de forma objetiva de lo quieres que suceda y que observes las señales. Por otra parte, haz todo lo que dependa de ti en una situación determinada y que lo que escape a tu control, lo dejes en sus manos.
Para cerrar, quiero contarte que he crecido mucho como persona gracias a esta comunicación que ahora tengo con el creador. Aprendí a ser más agradecida por todo, por mi cama, por la oportunidad de darme a diario una ducha (un baño); cosas tan elementales, sí, pero que tristemente no todos las tienen. Aprendí también a no pelear si me deja el autobús, o si se me hace tarde un día para salir de casa. Creo que tiene que ver, en muchas ocasiones, con el hecho de que Dios quiere protegerme y si las cosas no se dan en mi tiempo y como yo espero, confío en Él y sigo trabajando por mi futuro.
Espero que estas palabras te ayuden a estrechar tu relación con Dios.