El compromiso de la fidelidad empieza contigo

El compromiso de ser fiel a nuestra esencia requiere esfuerzo y convicción personales que nos inspiren a ser felices, al tiempo que nos motive a ser leales con las personas que amamos y que nos aman. El compromiso de la fidelidad empieza contigo.

Elizabeth González Torres

“Sé fiel a ti mismo y así, de la manera como la noche sigue al día, serás consecuente con tus semejantes” (W. Shakespeare).

Al pensar en la fidelidad como una cualidad de los seres humanos la relacionamos con la idea del noviazgo, matrimonio o pareja. Es evidente que la razón de esta correlación se deriva del valor que una sociedad originada, desarrollada e integrada por un sinfín de parejas, le da al atributo de ser fiel.

Quizás de niños llegamos a admirar el ejemplo de matrimonios, como el de nuestros padres, abuelos, tíos, etcétera; en los que encontramos una acertada personificación de la fidelidad como ese valor que radica en la capacidad de cumplir las promesas hechas a otras personas. En otros casos, el patrón de la fidelidad no lo hallamos en el ejemplo de nuestros padres o seres más cercanos, lo cual nos impide llegar a creer totalmente que los compromisos contraídos con otras personas o que alguien más hace con nosotros, puedan ser cumplidos de manera absoluta.

Pese al gran peso que tiene el valor de la fidelidad en la vida de una persona, hoy se le ha restado importancia a este elemento fundamental que debe tener todo noviazgo, matrimonio, amistad, relación padres e hijos, asuntos laborales y principalmente, la relación con nosotros mismos. De esto último es interesante ver que la mayor parte del tiempo poco nos percatamos del gran esfuerzo que hacemos al intentar ser fieles a las ideas y deseos de otros, sin detenernos a pensar en la fidelidad que le debemos a nuestras creencias, principios, valores, metas, sentimientos y pensamientos.

Fidelidad externa e interna

Ciertamente nuestros padres, la sociedad, la escuela, etcétera, nos inculcan el valor de la fidelidad como un deber externo; es decir, como una obligación que solo tenemos para con los demás. Sin embargo, ¿qué hay de la fidelidad interna, aquella que nos debemos a nosotros mismos antes que a alguien más? Esa fidelidad que debería motivarnos a cumplir nuestras metas y proyectos, sin importar lo que otros deseen o piensen; la misma que podría mantenernos apegados con firmeza a las creencias y principios que nos rigen, a pesar de que para otros puedan ser anticuados y absurdos.

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Aprender que ser fiel a alguien más requiere del entendimiento previo de que el compromiso de la fidelidad empieza con nuestra propia persona. Comprender que en la misma medida en que le seamos fiel a nuestra esencia seremos fieles a quienes nos rodean, y nos hará mujeres y hombres íntegros y felices. Empero lo anterior, ¿qué podemos hacer para obtener la fidelidad interna que quizás nunca nos enseñaron a tener? Lo siguiente nos puede ayudar a emprender el camino de regreso hacia nuestros deseos, sentimientos y pensamientos:

Seleccionemos las creencias, principios, objetivos y sentimientos que nos motivan a ser felices

Analizar y seleccionar de forma determinada aquellas normas morales, espirituales, familiares, laborales, etcétera; bajo las cuales nos regiremos y mediante las cuales creamos que verdaderamente seremos felices, incrementará el deseo de ser leales a nosotros y a mantenernos firmes a dichas normas. Lo mismo sucede con nuestros proyectos y sentimientos, porque entre más convencidos y conscientes estemos de lo que esperamos en nuestra vida y de lo que sentimos más fieles seremos a su cumplimiento y respeto.

Esforcémonos al máximo por ser leales a las promesas que hemos hecho con nosotros

En definitiva, la fidelidad es una cualidad que requiere esfuerzo y sacrificio, que antepongamos el cumplimiento de nuestras promesas a cambio de opiniones, necesidades o deseos. En lo que respecta a nuestra fidelidad interna será quizás mayor el esfuerzo por hacer, debido a que seremos los únicos que sabremos si hemos fallado y, por consiguiente, los que más lleguen a sufrir. Recordemos que ser leales a nuestras metas y principios implica una total convicción hacia ellos, para que nuestro esfuerzo valga realmente la pena.

Aprendamos a decir ¡no!

Uno de los pasos más difíciles para alcanzar la fidelidad interna es el proceso de aprender a rechazar aquellas cosas, personas, acciones, sentimientos y pensamientos que van en contra de lo que hemos establecido como fundamentos de vida. Esto no quiere decir que en determinado momento no podamos cambiar de parecer o de prioridades, ya que eso es válido en la vida de cualquier persona. Sin embargo, en algunas ocasiones, el mantenernos firmes a lo que somos conlleva el aprender a decir ¡no! a esas personas, acciones, sentimientos y pensamientos que pueden parecer atractivos o incluso inofensivos, pero que al final pueden dirigirnos a caminos no deseados.

Recordemos que el compromiso de la fidelidad empieza por nosotros mismos, para después extenderse a los demás

Ser leales a lo que somos y a lo que nos integra como individuos es el primer paso que debemos dar para ser fieles con quienes nos rodean. Recordar que en la misma medida en que seamos leales y congruentes con nuestra esencia, promesas y objetivos de vida, nos permitirá ser igualmente fieles con aquellas personas que han depositado su confianza en nosotros y con las que, ya sea explícita o implícitamente, hemos hecho promesas terrenales o eternas.

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No olvidemos que el compromiso de la fidelidad no comienza, por ejemplo, con la entrega de un anillo, que se quita y se pone cuando más conviene. Todo lo contrario, el ser fieles es una promesa que debe comenzar con convicciones reales, que más que adornar con brillo el corazón, le den luz propia.

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Elizabeth González Torres

Es abogada egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente estudia una licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Considera que el mayor tesoro que tiene en la vida es su familia.