El extender la mano va más allá que levantar a alguien

La ayuda que brindamos en el hogar va más allá de sólo levantar físicamente a alguien, porque requiere algunos pasos como los descritos en este artículo, que pueden serte útiles para ser un mentor y un amigo.

Anders Peterson

¿Alguna vez te has caído y te ha sido difícil levantarte? Últimamente he pensado en las muchas ocasiones en que mis hijos de pequeños se han caído y el gozo de su sonrisa al ver que acudo en su ayuda para extenderles la mano y permitirles incorporarse. Una vez que se levantan, puedo ver la satisfacción en su rostro al sentir confianza en el apoyo que les brindo. Al reflexionar de manera profunda sobre este asunto, he considerado que el extender la mano de ayuda en el hogar va más allá de sólo levantar a nuestros hijos. Requiere que en los momentos en que cometen errores o sientan dudas puedan tener a un mentor que les permita superar la prueba. Nosotros, como padres, podemos ser los mentores y ayudantes de nuestros hijos al seguir los siguientes pasos:

Invitarles a levantarse en toda caída

a medida que los hijos crecen, es muy probable que las “caídas” de otra índole, tales como el cometer un error o contestar en voz alta y de mal modo a los padres requieran una invitación gentil a detenerse y pensar sobre las decisiones que están tomando. Por ejemplo, recientemente uno de mis hijos, de once años, se sintió molesto por algo y reaccionó de un modo inesperado. En lugar de levantar mi voz, le senté en un lugar apartado y le invité a pensar sobre sus acciones. Para mi sorpresa, me contestó que se sentía mal por haber actuado de esa forma, lo cual dio lugar a un diálogo sincero sobre algunas ideas de cómo podría reaccionar positivamente la próxima vez. Finalmente, le fue fácil pedir perdón a su hermano, a quien había ofendido.

Ayudarles a cambiar de corazón

cuando ocurren caídas físicas, el que extiende la mano de ayuda generalmente está de pie, lo cual indica que no está caído. De la misma manera, cuando intentamos ayudar a alguien en la familia necesitamos estar bien para poder ayudar. Cuando corregimos a nuestros hijos, debemos creer que pueden cambiar sus decisiones, que pueden transformarse tras aprender de su caída, sobre todo cuando han hecho elecciones insensatas. Al evitar la crítica y el juicio repentino, podemos hacerles ver que estamos genuinamente interesados en su bienestar y en ayudarles a tener una segunda oportunidad dentro de la familia.

Que aprendan de cada caída

recuerdo que cuando yo era pequeño, mis padres me enseñaron, tras mi primera caída, que los escalones del porche de casa eran peligrosos. Sin embargo, la enseñanza no se limitó a eso. Después me mostraron que dichos escalones tenían un riel (pasamanos) y que, si yo me aferraba al mismo, podría evitar futuras caídas y golpes dolorosos. Eso me fue suficiente para recordar asirme a tal riel y caminar tranquilo hacia el jardín de mi casa. He aprendido que en la vida el principio es el mismo: podemos enseñar a nuestros hijos que existen ciertos “rieles” como la prudencia, la confianza en los padres y otros adultos responsables, los buenos ejemplos, en fin, todo lo que pueda ayudarles a evitar caídas que podrían acarrear dolorosas consecuencias en el futuro. Un dicho que tenemos en nuestro hogar nos ha sido muy útil para hacer nuestro mayor esfuerzo de tomar buenas decisiones: “lo que aprendemos en cada caída debería ser suficiente para evitarnos la próxima”.

Tal como dije al principio, el extender una mano de ayuda requiere más que levantar a la persona que apreciamos. Al dedicar nuestros esfuerzos para prepararles a fin de evitar futuras caídas, beneficiaremos a nuestros hijos para que puedan tomar decisiones que les llevarán por senderos satisfactorios en esta jornada que llamamos vida.

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Anders Peterson

Anders Peterson is a Spanish language instructor at the University of Arizona and also works as a translator and interpreter . He lives in Tucson with his wife and children.