Hijos con principios y valores, hijos seguros

¿Te preocupa la estabilidad presente y futura de tus hijos? ¿Te llena de angustia ver el mundo en el que están creciendo? Aquí te comparto algunos principios que pueden ayudarte a ver el futuro con optimismo.

Oscar Pech

En mitad de una clase universitaria, uno de mis alumnos dijo —de manera curiosa y contradictoria, como una verdad inalterable— que la verdad no existía; que cada quien establece su propia verdad y decide por sí mismo qué es bueno, qué es correcto, qué acepta como creencia y qué no. Lo cierto es que con un relativismo así de absoluto, cualquier cosa puede ser sublime, verdadera y adecuada. Si vemos las cosas desapasionadamente, con seriedad, creo que estaremos de acuerdo en que una sociedad planteada de esa manera, en no muchas décadas degeneraría en una nueva torre de Babel: si cada quien establece su propia verdad desaparecería el sentido común, que es la suma de las creencias de una sociedad acerca de lo que es verdadero, correcto, prudente y adecuado. Si entiendo bien, es la suma de los principios y los valores, y de una sociedad.

Por eso es tan importante enseñar principios y valores a nuestros hijos, porque refuerza en ellos el sentido común, les da puntos de referencia para que les sea mucho más fácil saber qué hacer en momentos de crisis, ante decisiones importantes o situaciones difíciles en su vida. Entonces, tal vez deberíamos empezar por preguntarnos: ¿Qué son los principios?

El diccionario define la palabra “principio” así: “Máxima, idea o norma personal que rige el pensamiento o la conducta”. Mi definición personal es mucho más compleja. Para mí, un principio abarca todo lo siguiente:

Un principio es una verdad en abstracto

, perdurable, concentrada y preparada para aplicarse en una amplia gama de circunstancias, de la que otras verdades dependen.

Es una regla

que se puede adoptar como guía en la toma de decisiones.

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Da claridad

Un principio, si es verdadero, hace que las decisiones sean claras aun en medio de las condiciones más confusas y apremiantes.

Es eterno y universal

Los principios perdurarán a pesar de las cambiantes condiciones que les rodeen. Nunca cambian. Son universales.

Son una ley

Son lineamientos que nos proveen dirección sobre lo que debemos hacer y cómo hacerlo.

Debe ser aplicable

Si enseñamos un principio a nuestros hijos, pero no cómo se aplica, poco a poco ellos van a perder el deseo y la capacidad de actuar de acuerdo con dicho principio.

Ahora, ¿por qué es tan importante enseñar principios a nuestros hijos? Un psicólogo o un sociólogo, podría dar tres razones: 1. Porque nos identifican social y culturalmente hablando; 2. Porque constituyen el cimiento de nuestra vida, y 3. Porque son lo que permite la convivencia social. Pero creo que podemos ir más allá, a razones más profundas, si vemos el lado espiritual en las cosas.

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No hace mucho el doctor en Educación, Boyd K. Packer, habló de los principios como patrones a seguir; de criar a nuestros hijos de acuerdo con el patrón que ha establecido nuestro Padre Celestial. Dijo: “La felicidad de ellos y de las generaciones futuras depende de vivir las normas que estableció el Salvador, y que se hallan en las escrituras”.

Vivimos en tiempos peligrosos. En la sociedad actual los valores que imperan en las empresas y en la vida cotidiana, la ley que rige la vida de muchos adolescentes, son los siguientes: libertad, individualismo, poder, inmediatez, satisfacción, comodidad, placer, competitividad, eficiencia, ética del mercado y del patriarcado: los jóvenes quieren las cosas ya, aquí y ahora, sin que importen los medios. Todos ellos son valores y, sin embargo, difícilmente hay en ellos un principio puro. En estos tiempos todo padre o madre se ha preguntado, con gran temor, ¿hay un lugar seguro dónde criar a nuestros hijos? La respuesta, sin duda, es un rotundo sí, y consiste en criar a nuestros hijos centrados en los principios que se hallan en las Escrituras.

Cuando vemos la sociedad en la que crecen nuestros hijos, con independencia del país en el que vivamos, parece desalentador, abrumador, pensar en toda la basura mental con la que tienen que lidiar. Pero cuando pensamos en el futuro, si estamos criando a nuestros hijos con principios correctos, entonces nos invaden sentimientos de un optimismo positivo.

Vivimos en un mundo que cambia de forma constante, donde tenemos que adaptarnos continuamente a nuevas circunstancias, donde el tiempo es tan escaso que todos parecemos ardillas corriendo en su noria, sin llegar nunca a ninguna parte. Entonces podemos preguntarnos, ¿por qué no unirnos al mundo y comportarnos como el resto de la humanidad? Precisamente porque los principios nos dan estabilidad. Como son universales y eternos, nunca se vuelven obsoletos. En particular,los principios que se encuentran en las Escrituras poseen la clave para la protección espiritual de nuestros hijos. Nos enseñan a Quién venir para encontrar protección en la adversidad, y a Quién acudir en búsqueda del perdón de los pecados.

En las Escrituras hay advertencia, es cierto, pero también mucho sustento. Junto con el doctor Packer, te invito a que pongas a prueba esta promesa por ti mismo, como padre, como madre: a pesar de estos tiempos peligrosos en que se desenvuelven nuestros hijos podemos hallar paz y esperanza para ellos, para nosotros, para nuestra familia.

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Hay muchos padres que hoy están desesperados tratando de rescatar a un hijo de donde lo ha llevado el mundo. Si no se trata de simplemente ajustar expectativas, sino que en realidad hay problemas de fondo, te digo “jamás te rindas”, como dijo Jesús de manera reiterada (Lucas 8:50 y Marcos 5:36): “No temas, cree solamente”. La rectitud siempre será más poderosa que la iniquidad. Tan bajo como haya caído tu hijo, tan pura debe ser la rectitud de tu vida para llegar a su corazón.

Si, en cambio, tu hijo es muy pequeño, mi consejo es que desde hoy le enseñes principios correctos, y serás más efectivo. La experiencia me ha enseñado que mientras más tiempo pase es más difícil enderezar el árbol, y si dejas pasar mucho tiempo, llegará el momento en que lo único que te va a quedar como opción será cortar las ramas más torcidas, a fin de enderezarlo. Así pues, desde hoy y todos los días de tu vida nunca te canses de enseñar principios correctos a tus hijos.

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Oscar Pech

Oscar Pech ha dedicado su vida a la enseñanza, la lectura, la escritura y la capacitación en diferentes partes de la República mexicana. Es una persona profundamente comprometida con la familia y los valores morales.