Pequeños detalles, grandes resultados

Ninguna acción, por pequeña que sea, es desperdiciada. Cuando hacemos pequeños actos de bondad entre nosotros, los resultados son un incremento de amor y buena voluntad entre los miembros de nuestra familia.

Wendy Rojas

Una mujer contó su experiencia durante el funeral de su suegro. Mientras ella saludaba y atendía a las personas que habían venido a ofrecer sus condolencias a la familia, se percató de que uno de sus nietos estuvo todo el tiempo sentado junto a su bisabuela, ahora viuda, acariciando sus manos, abrazándola y mostrándole su cariño. Esta mujer sintió alegría en su corazón al ver a su nieto, de apenas diez años de edad, forjando un lazo inquebrantable con su bisabuela por medio de pequeñas acciones. Al regresar a casa, le escribió una nota al niño agradeciéndole por el gesto tan hermoso que había mostrado simplemente estando con la bisabuela durante el funeral. El nieto, agradecido por la nota, le respondió diciendo que él lo había hecho de buena voluntad, y que esta pequeña acción lo había hecho sentir feliz y muy satisfecho.

Todas nuestras acciones cuentan

. Aunque no lo pensemos, todo lo que hacemos tiene un efecto en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Este niño sintió en su corazón el deseo de acompañar a su bisabuela. Su pequeña acción tuvo por lo menos tres resultados: Él mismo se sintió contento, su bisabuela se sintió amada y acompañada, y la abuela se sintió orgullosa y feliz de ver su buena obra. Asimismo, nuestras pequeñas acciones a favor de los miembros de nuestra familia resultan en más amor y comprensión entre nosotros.

Expresemos gratitud por las buenas acciones

La abuela de esta historia pudo haberse quedado satisfecha por lo que vio en su nieto. Sin embargo, tomó un paso que dio todavía otro resultado: Escribió una nota de gratitud y a cambio, recibió una respuesta de gratitud. Si pudiésemos recordar algunos de los momentos que más nos han llenado de satisfacción en la vida, nos daríamos cuenta de que muchos de estos recuerdos son de personas que en un momento se sintieron apoyadas, queridas, aceptadas o perdonadas por nosotros, y que se tomaron el tiempo de expresarnos su gratitud. Con mucha razón nos enseñaron nuestros padres y abuelos que “gracias” es una de las palabras mágicas que nos abre muchas puertas en la vida (incluyendo las puertas de muchos corazones).

Seamos mensajeros de buena voluntad

. Cada familia necesita una gran dosis de amabilidad, amor y comprensión entre sus miembros; sin embargo, muchas veces, lo más difícil es ser amables, amorosos y comprensivos con los miembros de nuestra propia familia. Hay una canción que nos recuerda que “peleamos porque estamos tan cerca uno del otro”, y que hay veces que “herimos a quienes más necesitamos”. A todos se nos facilita mostrar nuestras mejores facetas ante otras personas, pero en casa bajamos la guardia y salen a relucir nuestros lados más obscuros. Es por eso que en nuestra familia, que es el laboratorio de la vida, debemos procurar ser los portadores del mensaje de paz y buena voluntad entre nosotros mismos.

Cuando nuestros hijos nos ven siendo amables constantemente, eso es lo que ellos asocian con un comportamiento “normal”. Podemos decirles a nuestros hijos: “En nuestra familia, nos tratamos con amor, cortesía y respeto”, y luego les demostramos con nuestras acciones que esa es nuestra forma de vida. Estoy segura que la mujer que contó la historia que compartí al principio no es una mujer perfecta. También estoy segura que les inculcó a sus hijos el amor y respeto por sus abuelos y bisabuelos, y años después, disfrutó al ver que sus enseñanzas pasaron de sus manos a sus hijos, y de sus hijos a sus nietos.

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No pierdas la esperanza si tu vida familiar no es perfecta. Te comparto un secreto: Ninguna familia lo es pero, con todo, podemos empezar a esforzarnos por serlo desde hoy mismo. Tú en tu hogar y yo en el mío, a practicar más amor y a repartir una mayor cantidad de buena voluntad entre nosotros. Es algo que vale la pena hacer, una pequeña acción tras otra. Creo firmemente que si recordamos los tres puntos arriba mencionados, empezaremos a “abundar en buenas obras” (Hechos 9:36) dentro de las paredes de nuestro hogar y, francamente, qué mejor aporte al mundo que una familia sólida donde todos se sienten confiados y seguros, amados y protegidos en todo momento. ¿Cómo empezar a dar y recibir amor? Te propongo algo pequeño: Puede ser tan sencillo como dejar una nota en la almohada de tu hijo donde le dices que lo amas y agradeces el privilegio de ser su madre, o incluir una pequeña cartita con la merienda que le envías a la escuela. Me encantaría escuchar tus experiencias y el resultado de esta pequeña acción (puedes dejar un comentario al pie del artículo). Si te gustó el resultado, sigue adelante con otras formas sencillas de demostrar tu amor hacia tu familia. Y claro, si no recibiste la reacción que esperabas, no desistas… Sigue demostrando tu amor en cosas pequeñas, porque algo que aprendemos a lo largo de la vida es que “de las cosas pequeñas proceden las grandes”.

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Wendy Rojas

Wendy Rojas nació en Guatemala y es madre de tres hijos.