¿Son las redes sociales un espacio para regañar a los hijos?

Las redes sociales, tan extendidas y populares hoy, tienen algunas ventajas pero también algunos peligros, como por ejemplo el compartir información personal de los usuarios. Mira cómo no hacerlo para no exponerte a algún peligro.

Arturo Leonardo

Los padres, en muchos casos, tienen agregados a sus hijos en sus redes sociales más como un acto espía que como un contacto “amistoso”. Ante una acción/publicación que el adulto considere incorrecta, el deseo por llamar la atención al chico se torna incontenible. Pero, ¿son las redes sociales una plataforma para regañar a los hijos?

Primero hay que definir al usuario, por ejemplo a un niño (menor de 14 años), a quien se le tiene que controlar de manera particular el acceso a las redes sociales, dar protección sobre lo que publica, o habilitar la aplicación de notificaciones al correo electrónico del padre; todas resultan buenas opciones. Nada, sin embargo, será mejor que el hablar directamente sobre las ventajas y los RIESGOS que hay en las redes sociales y, en general, en internet.

La comunicación es lo más importante

Con alguien mayor de 14 años, y hasta cualquier edad, es un asunto muy diferente: gustos, información y contexto en el que se desarrolla son fundamentales para definir de qué forma usará las redes sociales. Entonces surge el terror en los padres, “¿con quién chatea tanto?, ¿qué tipo de pretendiente tiene?, se preguntan. Y comienzan a interferir en los posts de los jóvenes con comentarios correctivos, descalificación de las fotografías y regaños al usuario frente a millones de contactos. Ojo, no está mal llamar la atención, pero hacerlo en las redes sociales es evidenciar que hay una terrible falta de comunicación en el hogar.

El mensaje que el padre da al regañar al joven es más bien uno de enojo, por no saber en realidad qué es lo que hace su hijo. El sentimiento se transforma en frustración, porque el padre cree que no puede hacer nada al momento, y piensa que lo mejor es evidenciarlo. El usuario “afectado” se indigna porque “han violado su espacio”, es decir, “su muro”, su cuenta y borra los comentarios, bloquea al papá y el canal comunicativo se rompe por completo.

Los padres en otro lado

Hace unos días el portal de noticias de negocios, Business insider, publicó una entrevista a un grupo de adolescentes sobre las causas que los están llevando a dejar las redes sociales. “No queremos estar en el mismo espacio que nuestras madres”, fue una de las respuestas que dieron.

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La empresa Global WebIndex analizó el comportamiento de adolescentes de 30 países, y descubrió que el porcentaje de adolescentes con cuenta en las redes sociales descendió hasta 56 por ciento durante el tercer trimeste de 2013, en gran parte porque optan por irse a redes sociales o apps (aplicaciones) en las que los padres tengan poca presencia.

Díganme, ¿se siente bien el ser supervisado, por ejemplo, a toda hora en el trabajo?, ¿qué pasa cuando se le llama la atención frente a un grupo?, ¿no es humillante? El buen líder busca tener el control sin necesidad de rastreadores o cámaras; habla de frente, inspira y da confianza; de este modo se ahorra muchas piedras en el estómago.

Recomendaciones

-Lo que menos debería de hacer un adulto es interferir abiertamente en las redes sociales en las que están sus hijos; la información es poder, y lo que el joven publica le puede aportar elementos irrefutables al padre para señalar algún error. Esto siempre debe ser en una reunión privada, en la que únicamente estén las personas implicadas.

-Hay un refrán popular en México que dice,“La ropa sucia se lava en casa”. Quiere decir que ante una situación delicada para la familia, lo mejor siempre será hablarlo en persona.

-Use las redes sociales como una herramienta de intercambio de información, novedosa, de interés y divertida; para compartir cosas que lo hagan mejor persona, no como un grupo de terapia o salón de castigos.

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  • La regla de oro: no publicar asuntos personales en las redes sociales.
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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.