Aprender a vivir con los errores de esos superhéroes que llamamos padres

Aprender a amar a nuestros padres por encima de sus errores nos permite acercarnos más a ellos y fortalecer nuestra relación. Aceptar que nuestros superhéroes favoritos también se equivocan, nos convierte en mejores seres humanos.

Elizabeth González Torres

“Ama a tus padres si son justos; si no lo son, ámalos por igual” (Publio Siro).

El perdón que los padres dan a los hijos tras alguna equivocación suele ser de los indultos más desinteresados e inmediatos que cualquier ser humano puede recibir. La mayoría del tiempo, sin pedir explicaciones y argumentos, los padres nos reciben en su regazo cuando hemos errado en el camino, para impulsarnos a corregir nuestros errores y recomenzar una vez más. Sin embargo, ¿qué sucede cuando son nuestros padres quienes se equivocan?

La primera figura de autoridad que tenemos en nuestras vidas son precisamente nuestros progenitores. Es a través de su ejemplo que todos comenzamos a realizar las funciones básicas de los seres humanos, tales como caminar, hablar, comer, pensar, etcétera. Por medio de la imitación de nuestros padres desde pequeños empezamos a actuar de tal o cual forma, a asumir ciertas decisiones, a tener gustos por determinada música, ropa, películas y actividades.

Dicha imitación funge como la primera lección que la vida nos ofrece. Las figuras del padre y de la madre, se idealizan a tal grado que los llegamos a ver con el mismo poder, perfección y grado de justicia, que la poseída por los superhéroes de las películas infantiles. La mayor parte de nuestra niñez la vivimos observando solo las virtudes de nuestros padres, sin encontrar en ellos error alguno.

Pero es quizás la adolescencia el momento en que parte de la venda que cubre nuestros ojos cae, para poder ver la inequívoca realidad sobre aquellos superhéroes que para nada son súper poderosos, perfectos y totalmente justos. Durante esta etapa descubrimos las facetas, poco agradables, que también tienen. Descubrimos que ellos han tenido un pasado de aciertos y desaciertos que, probablemente, como hijos, nos sintamos con el derecho de juzgar. Errores que han quedado en el pasado, y que la mayoría de las veces, en lo absoluto nos afecta.

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En algunos otros casos tendremos que enfrentar las erróneas decisiones en las que, lamentablemente, nuestros padres han decidido vivir. Esas mismas decisiones que nos han afectado o nos siguen afectando, de forma directa o indirecta. Al igual que ellos sufren con las equivocaciones pasadas o presentes de nuestras vidas, nosotros, como sus hijos, también sufrimos al verlos fallar en sus acciones y determinaciones. Nos duele ver que los superhéroes a los que tanto llegamos a amar, también se equivocan.

Independientemente del supuesto en el que nos encontremos, existe la constante verdad de que también nuestros padres merecen ser amados, por sobre sus errores y defectos. No obstante, podríamos llegar a cuestionarnos lo siguiente: ¿Cómo puedo perdonar con sinceridad a mis padres por los desaciertos que han tenido y que me han afectado? ¿Cómo puedo amarlos en lugar de juzgarlos?

Descubramos a continuación algunas respuestas a estos cuestionamientos:

Rescatemos las mejores lecciones y los bellos recuerdos que hemos vivido junto a ellos

Sin importar qué tan leves o graves sean los errores de nuestros padres, siempre habrá más de una sonrisa, un beso, una palabra, una acción o un momento en el que hayamos sido plenamente felices gracias a ellos. Aferrémonos con firmeza a esos recuerdos, que son los que de verdad cuentan cuando se trata de amar con sinceridad.

Reconozcamos sus errores, sin dejar de lado sus virtudes

Reconocer que nuestros padres también se equivocan nos permite posicionarlos en un nivel más accesible y en el que nuestro amor puede ser más real y constante. Empero lo anterior, no debemos olvidar que lo primero que descubrimos en ellos fueron las virtudes que engalanan sus vidas y por las cuales los llegamos a considerar nuestros superhéroes.

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Depuremos de nuestros corazones los malos sentimientos a través de la conversación

Si guardamos una serie de emociones y sentimientos que nos impiden perdonar a nuestros padres, expresémosles, con el mayor amor posible, cómo nos sentimos al respecto de sus erróneas decisiones. Eso nos permitirá desahogarnos y liberarnos de un sufrimiento que no nos pertenece.

Recordemos que su naturaleza es igual de imperfecta que la nuestra

Remontémonos a todos los errores que hemos tenido de manera personal; reconozcamos que la mayoría de esos yerros los hemos cometido con cierto grado de inconsciencia, escudándonos en nuestra naturaleza imperfecta. Al aceptar lo anterior no podremos evitar recordar y aceptar que nuestros padres también son seres humanos dotados de imperfecciones, tan válidas como las nuestras.

Brindémosles nuestro apoyo y amor, sin titubear

Así como, sin dudarlo un solo instante, nuestros padres nos apoyarían y amarían al vernos sufrir por causa de una mala decisión, nosotros debemos estar igualmente prestos a extenderles nuestros brazos para recibirlos y brindarles con amor el sostén que tanto necesitan.

Admitamos y agradezcamos que también de sus errores aprendemos

Si más allá de la acción y el error capturamos las lecciones que las fallas de nuestros padres le regalan a nuestra existencia de manera gratuita, entenderemos que no necesitamos experimentar tal o cual situación para saber por dónde es más fácil transitar. Sin que nos percatemos, es gracias a las equivocaciones de nuestros padres que nuestros caminos se liberan de obstáculos innecesarios y dolorosos. De modo que, seamos capaces de agradecerles por ello.

Por consiguiente, permitamos que nuestro amor se engrandezca a través del perdón que toda persona merece tener, sobre todo, esos superhéroes que si en algo no se equivocaron fue en regalarnos la oportunidad de vivir.

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Elizabeth González Torres

Es abogada egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente estudia una licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Considera que el mayor tesoro que tiene en la vida es su familia.