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Los ruidos pueden ocasionar problemas en la salud. Si bien no podemos aislarnos en una burbuja, es fundamental tomar conciencia del daño que nos producen, y evitar su exceso.

Maia Fernandez

Vivo con mi familia en un barrio tranquilo. Frente a la casa hay un bello y frondoso árbol que deleita nuestra vista con todo su esplendor. Sus pequeños habitantes, los pájaros, endulzan nuestros días con su canto. Es tan agradable despertarse por la mañana y escuchar sus gorjeos. Será por eso que los ruidos molestos, aunque ocasionales, perturban nuestra paz. A veces a los vecinos de la casa de enfrente se les ocurre escuchar música a todo volumen. Escuchan tan, pero tan fuerte la música, que el sonido hace vibrar las ventanas de la casa.

Además de ser molestos, los ruidos pueden ocasionar problemas en la salud. Si bien no podemos aislarnos en una burbuja, es fundamental tomar conciencia del daño que nos producen, y evitar su exceso. Escuchar ruidos de gran intensidad por un largo periodo de tiempo puede hacer que aumente nuestro riesgo de padecer:

  • Dolor de cabeza.

  • Estrés.

  • Depresión.

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  • Ansiedad.

  • Úlcera gástrica.

  • Hipertensión arterial.

  • Accidentes cerebrovasculares.

  • Insomnio.

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  • Falta de concentración.

  • Alteración de los estados de ánimo.

  • Sordera parcial o total.

  • En el embarazo produce que los bebés sean hipersensibles y que, al nacer, lloren con facilidad ante cualquier ruido fuerte.

Es por eso que en estos casos se habla de contaminación sonora. La contaminación acústica o sonora es el exceso de sonido que altera las condiciones naturales del ambiente de un determinado lugar. Es un problema que nos afecta a todos, pero, en gran medida, a los jóvenes. Para ellos quizás sea divertido y emocionante escuchar música fuerte, argumentando que de otra manera no se disfruta.

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Por eso es fundamental ayudarlos a tomar conciencia desde el hogar y en la escuela. Desde la niñez hay que propiciar una educación auditiva adecuada, enseñándoles, además de las consecuencias para la salud, que escuchando la música a un volumen suave y agradable en realidad la apreciaremos más, porque podremos escuchar y atender a los pequeños detalles.

Por otra parte, es necesario cuidar el hogar, tengamos hijos o no, y protegerlo de esa contaminación. ¿De qué manera?:

  • Acostumbrarnos a escuchar música o ver televisión a un volumen bajo.

  • Cuando usamos auriculares no llegar al máximo volumen. Debemos poder escuchar lo que sucede a nuestro alrededor.

  • Utilicemos protectores auditivos si trabajamos con máquinas ruidosas.

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  • Evitemos utilizar innecesariamente la bocina del auto.

  • Estemos atentos a los ruidos de los artefactos del hogar. Por ejemplo, el ruido de la computadora, si bien en sí no es molesto, sumado al resto de sonidos de la casa puede crear una atmósfera de intranquilidad. Por eso, apágala cuando no la uses. No solo ahorrarás electricidad, sino que disfrutarás de un bello silencio.

Para finalizar, sería muy triste que perdamos audición a causa de la mala utilización del sonido y del exceso de ruido. Por todo ello, cuidemos nuestro hogar de la contaminación sonora y tomemos las medidas necesarias para evitar que el mal sea mayor.

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Maia Fernandez

Maia Fernández vive en Argentina.Considera fundamental la educación de los niños y al arte en sus diferentes manifestaciones como un componente irremplazable de la misma. Blog www.educacionmusicalencasa.blogspot.com.ar