Ella batalló para terminar sus estudios. Ahora te comparte 5 lecciones que cambiarán tu vida.

Si estás pasando por dificultades en tu vida, aplica estas 5 reglas y prepárate para ser feliz.

Erika Otero Romero

Es bien sabido que la vida no es fácil, y mucho menos simple. Si estás entrando en la edad adulta o tienes hijos por llegar a esta etapa, o que se ubiquen entre los 20 y los 30 años y te quejes de que has sufrido o pasado muchas pruebas; o si eres de ese tipo de personas que suele decir que si Dios existiera no permitiría tanto sufrimiento, te tengo una noticia: estás culpando al menos indicado. Algunas cosas pasan porque nos las buscamos y prepárate, porque no se supone que la vida deba ser una serie de agradables acontecimientos o unas vacaciones eternas en el paraíso, y si esperas que así sea, mejor lee este artículo y ve lo que se avecina:

A los 18 años ya había tenido que atravesar algunas dificultades en mi vida: mis padres se habían separado, la situación económica en casa era difícil, no me sentía para nada bien conmigo misma y estaba frustrada con la carrera que estaba estudiando; sin embargo, aún tenía un concepto de la vida “dulce y tranquilo”. Llegar a la mayoría de edad (18, en Colombia) fue como comprar un boleto de entrada al castillo del terror con la montaña rusa incluida, literalmente; fue como si me quitara una especie de lentes de sol que me impedían ver la vida en toda su gama de colores. Pero, ¡gracias a Dios tenía a mi madre cerca!

Iniciar cada semestre de la carrera que había elegido era un drama al que le empecé a tener miedo. El dinero nunca alcanzaba y tenía que hacer mil hazañas para conseguir que me dieran crédito en la universidad. La mayoría de mis compañeros eran personas “bien acomodadas”, o eso aparentaban, gustaban de humillar a quienes no teníamos mucho en los bolsillos. Aun así, éramos muchos en la misma situación y en la escuela secundaria había pasado por lo que hoy se conoce como bullying, por parte de compañeras y profesores; de modo que sabía cuál era el secreto para lidiar con ese tipo de situaciones, solo era cuestión de actitud; en fin, terminar la carrera fue una especie de aventura que me hizo llorar y reír de manera intermitente.

Salir a la vida laboral y el resto de mis días hasta ahora han sido otra travesía llena de montañas gigantes que escalar. Sé que muchos se identificarán conmigo en muchos aspectos que he descrito, pero el punto central de esto es que por más que estés preparado para las situaciones difíciles que se presentan en la vida, nunca vas a terminar de estar capacitado, porque todo puede cambiar a la vuelta de la esquina y saber salir victorioso, tras cada batalla, tiene algunos secretos que he logrado descubrir y aplicar, y hoy deseo compartirlos contigo:

  1. Asumir las situaciones de la vida es cuestión de actitud. Recuerda esto: tu propio camino por la existencia te ha dado las herramientas para ser fuerte, y lo oportuno es recurrir a ellas para usarlas en momento difíciles. Cada caída, tropiezo o fracaso te ha dejado una cicatriz y a la vez una enseñanza, y si has aprendido bien la lección seguramente no volverás a tropezar con la misma piedra.
  2. Cuando no asimilamos una lección la primera vez tendremos que volver a vivir una experiencia similar hasta que la hayamos aprendido. Así funciona este “negocio”, o aprendes la lección o vas a presentar el mismo examen hasta que te la hayas aprendido.
  3. No siempre tendrás que sufrir al aprender una lección de la vida. Créeme, muchas cosas que he aprendido y que me han ayudado a superar algunos obstáculos los he asimilado porque he visto sufrir a otras personas. En Colombia los abuelos suelen decir “aprender por pellejo ajeno”; eso me ha salvado de muchas tristezas.
  4. Ni Dios, ni tus padres, tus vecinos o tu pareja tienen la culpa de lo malo que te pasa. Si pasas por algunas cosas insufribles y no sabes cuál es la razón de ello, haz un examen de conciencia y pregúntate “¿he hecho algo que haya dado como resultado lo que estoy sufriendo?” La respuesta te la darás tú mismo; además, es de adultos hacerse responsable de las consecuencias de nuestras decisiones.
  5. Ningún sufrimiento es para siempre. ¿A que eso ya lo sabías? Si antes he expuesto que la vida no es un viaje a vacaciones en el paraíso, tampoco se trata de sufrir cada día que estemos en este mundo. Es cuestión de aprender, aplicar, experimentar, algunas veces sufrir y luchar; es cuestión de actitud, todo depende de la manera en cómo asumas la vida.

Por último, recuerda que la vida es un viaje maravilloso, complejo pero hermoso, y cada día que pasa es una especie de “vida entera”, en el que en la mañana nacemos al despertar y en la noche, al acostarnos y cerrar los ojos, morimos. Somos una creación maravillosa que está diseñada para luchar por sus sueños, siempre podemos hacer lo que nos propongamos, bueno o malo, depende de nosotros, mientras creamos en nosotros mismos. Henry Ford escribió: “Tanto si crees que puedes como si no, tienes razón”.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.