Un acercamiento al espíritu de la Navidad

¿La Navidad se ha vuelto una festividad sin sentido? No por fuerza. Tú puedes hacer que tu familia la disfrute con ese dulce aroma y sabor que recuerdas de las mejores Navidades de tu vida.

Oscar Pech

Hay personas que sienten un sincero desagrado por la Navidad, y acaso es comprensible: el consumismo expresado en los medios de comunicación hace que uno sienta la presión social de gastar mucho en regalos inservibles, sólo por compromiso. A eso se le agrega el tener que hacer largas filas, estresado, en tiendas abarrotadas, con música a alto volumen perforándote los tímpanos. Y a la salida, ves gente muy pobre pidiendo limosna. Más tarde, en las reuniones familiares, viene la nostalgia por la ausencia de los que se han ido, pero aunque sientas que te deslizas por el tobogán de la depresión, crees que tienes que sonreír o estar feliz por obligación, y tratas de no pensar que en estas temporadas, el índice de suicidios aumenta. Uno ve esto y dice: ¿Quién quiere una Navidad así?

Por lo mismo, déjame ofrecerte otra Navidad, una diferente. Permíteme tratar de acercarte al verdadero espíritu de la Navidad y para ello, nada como acudir directamente a las fuentes. El origen de la Navidad está en el libro de Lucas, capítulo 2. Allí (vv. 1-7), leemos que José y María fueron de Nazaret a Belem para ser empadronados. Seguramente, en tanto ella estaba por dar a luz, no podía avanzar tan rápido como el resto del grupo, y se fueron rezagando. Para cuando llegan a Belén, ya no hay lugar para ellos en los mesones, y tienen que contentarse con pasar la noche en una oquedad en la roca, que funciona a manera de establo y, a falta de cuna, María acuesta al Cristo en un Pesebre.

Mientras tanto, (vv. 8-12) nos enteramos que en esa región había pastores. La tradición los ha vuelto seres pintorescos, pastorcillos infantiles, pueriles casi. Pero no: los rebaños eran los que serían sacrificados en las ceremonias religiosas de la ley mosaica. Los pastores eran sacerdotes que cumplían fielmente con su sagrado llamamiento. Un ángel se les aparece, y ellos se llenan de gran temor, pero el ángel les instruye: el mensaje que les trae no es para que tengan miedo, sino todo lo contrario: este ángel es el encargado de traer nuevas de gran gozo: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”. Si pensamos en ello, tenemos suficiente motivo para tener mucho gozo: la resurrección de la muerte; el camino para llevar una vida feliz; la manera de vivir no pensando en la justicia, sino en la misericordia; la posibilidad de la alcanzar la vida eterna, todo ello viene gracias a la Navidad.

Entonces, (vv. 13-14) aparece una multitud de ángeles, que cantan un breve himno de sólo dos ideas: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. El primer concepto es que Dios sería glorificado a través de Su Hijo. Es decir, la obra y la gloria de Dios, el llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre, se lograría sólo a través de Jesús, el Mesías. Y la segunda, que sólo viniendo a Cristo puede alcanzarse la paz, la buena voluntad entre nosotros. La verdadera paz intrapersonal, e interpersonal, se alcanza más fácilmente si primero tenemos una buena relación con nuestro Creador.

En esta temporada navideña, nosotros podemos optar por adormecernos y seguir la corriente del enajenante consumismo que nos aturde, embota y desorienta, o podemos ser como esos pastores y hacer caso de lo que dijeron los ángeles, buscando “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Entonces, ¿cómo sentir el espíritu de la Navidad? Permíteme darte algunas sugerencias:

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Busca dar

Lo que hicimos como familia en Navidades pasadas, fue hornear galletitas navideñas, decorarlas, y regalarlas a vecinos y amigos. Esa visita a amigos, el trabajo familiar de decorar galletas y hablar del simbolismo de la Navidad mientras horneábamos y decorábamos esas deliciosas obras de arte, incrementaba mucho un espíritu especial en la familia.

Decora tu casa

Y, si es posible, busca que por encima de Santa Claus, los renos y los muñecos de nieve, haya cosas que recuerden el nacimiento del Salvador.

Escucha música navideña

Por supuesto, hay música que es estridente, de mal gusto, cursi. En tunein encuentras estaciones de todo el mundo. En su buscador encuentras la música de la calidad que desees. Escoge la que te va a acercar al espíritu de estas fiestas.

Aromatiza

Si tienes los recursos, decora el aire de tu hogar con esencias y aromas. Manzana, canela y jengibre son los aromas tradicionales. Puedes ambientar con sahumerios (inciensos), velas aromáticas, esencias en hornillo o —mucho más delicioso aún— horneando galletas y postres con estos ingredientes.

Lee

Lee con tus hijos de Charles Dickens, o relee con ellos el evangelio según san Lucas capítulo dos, y Mateo, capítulo dos.

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Ubícate por encima de tus circunstancias

Un anciano que dejó una honda huella en mi vida fue don Miguel Padilla. Alguna vez su esposa iba a regañar a uno de los niños de la casa y él me dejó una lección indeleble con estas sencillas palabras, dichas con una paciente tristeza (leído así, es nada; dicho por él, con su voz cascada y grave, lo era todo): “No lo regañes: es Navidad”.

Ojalá tú puedas estar consciente de que en estas fechas vas a estar en medio de mucho tráfico vehicular, fiestas sin sentido, filas interminables, tener que mostrar “felicidad” por obligación social, etc. Pero por encima de ello, puede estar tu voz interna que te recuerda: “No dejes que eso te enoje: es Navidad”, y que el acercarte a las fuentes de estas fiestas te ayude a decir, en tu corazón: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”.

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Oscar Pech

Oscar Pech ha dedicado su vida a la enseñanza, la lectura, la escritura y la capacitación en diferentes partes de la República mexicana. Es una persona profundamente comprometida con la familia y los valores morales.