Sin importar tus circunstancias, tú también puedes hacer ejercicio

Si han pasado muchos años desde la última vez que te pusiste unos tenis, o enfrentas problemas de sobrepeso, una cosa es cierta: sin importar tus circunstancias, tú también puedes hacer ejercicio.

Emma E. Sánchez

No soy precisamente lo que se dice “una persona atlética”. En la adolescencia y juventud practiqué algunos deportes y me mantenía activa, pero una vez que me casé y tuve a mis hijas, me dediqué a criarlas, a desarrollarme en mi profesión y me descuidé, dejé a un lado la actividad física y subí de peso; tuve que pasar por muchas cosas y saber amenazada mi salud para que me decidiera a hacer algo mi salud y por mi cuerpo. Hacer una dieta fue bueno, pero lo que hizo la diferencia en mi recuperación fue comenzar a caminar. Asistir a un gimnasio o practicar algún deporte estaba fuera de mis posibilidades, de modo que caminar me pareció la mejor opción, solo necesitaba unos tenis, así que me los puse y comencé. Por correr no hay medallas, pero sí otras recompensas.

Al principio caminar fue doloroso y correr imposible, pero no dejé de caminar a veces unas cuantas cuadras y luego por horas hasta que luego de cuatro meses pude comenzar a trotar. Ya ha pasado poco más de un año, y ya he corrido algunas carreras y me preparo para un maratón. Cuando alguien conoce mi historia la pregunta recurrente es: “¿Cómo le hiciste?”. Bueno, aquí te comparto algunos de mis aprendizajes:

Analiza tu situación

Si no te has ejercitado por mucho tiempo, caminar es una excelente opción. Caminar dos veces por semana, por 30 minutos durante un mes, comenzará a preparar tu cuerpo; ya para el segundo mes podrás caminar 30 minutos tres veces a la semana y así sucesivamente hasta tres meses. No debes correr si al caminar te agitas o tienes dolor en tus rodillas y articulaciones, es mejor que sigas caminando, tu cuerpo te hará sentir poco a poco la necesidad de comenzar a trotar; si las molestias continúan deberás ir con tu médico y seguir sus indicaciones. Piensa que tu cuerpo no está preparado y que debe adaptarse a este cambio que se le presenta.

La indumentaria

Puedes comenzar con unos tenis o zapatos deportivos muy cómodos y calcetas para evitar ampollas. Si es tiempo de mucho sol, procura usar mangas largas y una visera (cachucha) para protegerte. Poco a poco podrás sentirte cómodo y utilizar una camiseta o pantalones cortos para que tu movimiento sea más cómodo y ligero. Busca ropa que te permita transpirar cómodamente; el tejido dry-fit es altamente recomendable. Ten cuidado con la ropa o tejidos que rozan, porque pueden llegar a ser ¡extremadamente molestos y dolorosos! Acompañar la marcha con música a muchos nos es agradable, porque evitas concentrarte en el dolor o en los pensamientos negativos; o si lo prefieres, lleva un audiolibro y pon tu mente en tus propios pensamientos y compañía.

Comenzar gradualmente

Programa tus prácticas y entrenamientos. Lo más importante, como en todas las cosas que valen la pena, es la constancia. Iniciar con dos veces a la semana, es muy bueno; si tienes sobrepeso puedes aumentar un día cada mes y si estás en tu peso y tu condición física es buena, puedes aumentar cada semana y comenzar a correr muy pronto. No olvides que antes de correr o caminar debes hacer un calentamiento previo; esto es, estirar todos tus músculos como lo hacen los gatos, ¡es-tí-ra-te! Por diez minutos haz movimientos con piernas y brazos, saltos, torsiones y respiraciones hondas. Ponte pequeñas metas y cúmplelas. No hay prisa.

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No abusar en los entrenamientos

A veces sucede que al comenzar a ponernos en forma, nos sentimos de maravilla y cometemos el error de acelerar demasiado pronto, abusamos de nuestra energía y cuerpo y, al poco tiempo, el avance se revierte. No abuses, no es sano y puede llegar a ser peligroso para tus músculos y, en especial, para tu corazón.

Evita los excesos alimenticios

Es increíble la maravilla que es nuestro cuerpo. Cuando comienzas a ejercitarte te sientes mejor, tienes mejor ánimo y una nueva perspectiva de tu vida aparecerá; vas a sentir hambre y ese es el momento para dejar de comer y comenzar a alimentarte. Ten a mano frutas, semillas o simplemente toma agua, tu cuerpo ¡se sentirá y se verá increíble! Poco a poco ve dejando atrás los malos hábitos alimenticios y por mucha hambre que tengas no te excedas, pues lo resentirás en culpa y te sentirás demasiado pesado para correr y, cuando menos lo pienses, habrás dejado de intentarlo, para empezar a hacerlo.

Usa el sentido común

Algo que me gusta mucho de correr es que el riesgo de lesiones es mínimo si usas la cabeza en entrenamientos y prácticas. Tú y nadie más va a saber cuál es el límite de tus capacidades y cómo irlas superando a un paso racional. No hagas nada que ponga en riesgo tu salud, la idea de caminar y correr puede llegar a ser una actividad muy divertida, saludable y hasta terapéutica. No pierdas tus objetivos.

Correr me ha abierto puertas y me ha dado otro aspecto en mi vida para disfrutar. Tengo un nuevo círculo de amistades que también corren, cada quien por diversos motivos y unos a otros nos motivamos y animamos. La ropa me queda mejor, otros se han animado a comenzar sus propias carreras y he aprendido valiosas lecciones de vida al correr largas distancias en solitario, pero sobre todas las cosas, correr me ha dado la oportunidad de ser más fuerte física y mentalmente, ahora tengo un mayor poder sobre mis sentimientos y emociones y eso vale más que cualquier medalla. Una cosa sí te digo con certeza: Sin importar tus circunstancias, tú también puedes hacer ejercicio.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.