Celulitis: La nueva adicción

No, no hablamos de piel de naranja: El uso de teléfonos celulares se ha vuelto una epidemia que ha provocado "Celulitis": una gran adicción y dependencia total hacia ellos.

Fabián Cámara García

La tecnología es una aliada que nos facilita muchas cosas en nuestra vida diaria, como despertarnos para empezar nuestro día, calentar nuestro café, hacer un licuado y distraernos cuando hemos tenido un día pesado. El teléfono celular es uno de los inventos que, sin duda, nos permite una comunicación constante con todas las personas que giran alrededor de nuestra vida, pero también ha traído una consecuencia que se está volviendo, más que una epidemia, una adicción: Celulitis.

Al decir “celulitis” no me refiero a ese problema de la llamada “piel de naranja” en los muslos de mujeres y hombres, sino a la gran dependencia que existe hacia los teléfonos celulares y más con la llegada de los “smartphones”. De ser una herramienta de trabajo para las personas de negocios, ha pasado a ser un medio de entretenimiento masivo, por todo lo que nos proporciona: juegos, música, fotografía, videos y acceso a internet. Debo admitir que, en lo personal, me encantan los gadgets (aparatos pequeños que tienen múltiples funciones, como las de teléfonos celulares, tabletas y consolas de juegos portátiles), pues facilitan nuestra vida, pero en algunas ocasiones he caído en sus redes y se vuelven una adicción, tanto que te sientes extraño si no tienes acceso a ellos: es como si te faltara la cartera, o peor aún, una parte vital de tu persona.

El celular, ¿comunicación o aislamiento?

Yo no quería creer que esta nueva adicción puede llegar a ser un gran problema, hasta que comencé a notar que en mi círculo social el celular se había convertido en un aparato más importante que conversar e intercambiar ideas cuando te reúnes con alguien. Es molesto, y ahora lo entiendo, estar en una conversación con alguien y que dicha persona mantenga la mirada fija al celular, asumiendo que te está poniendo atención. Lo mismo cuando tu acompañante está usando el “manos libres” todo el tiempo y no sabes si está hablando contigo o con alguien más por el teléfono. Se ha vuelto tan común ver en un lugar público cómo las parejas y familias enteras están con la mirada puesta en su aparato telefónico, perdidos en su mundo sin siquiera verse entre sí, a tal grado que sus conversaciones suelen ser por aplicaciones de chat, aun estando de frente.

El uso desenfrenado de estos aparatos está llevándonos a perder la interacción con otros: platicar de cómo nos fue en el día, de lo que queremos hacer, mirar a una persona a los ojos, ver sus gestos y movimientos. Ahora todo esto lo expresamos con : caritas felices, tristes o de desconcierto y con expresiones escritas que nos sugieren un beso o incluso una caricia. Realmente es grave es esto, pues nos estamos perdiendo como seres humanos, dependiendo de la tecnología más de lo que debemos. Estamos volviéndonos zombies y creando una sociedad que cree que es moderna por tener el mejor smartphone del mercado, que nos habla “como una persona” y aparentemente nos entiende de la misma manera. Un ejemplo muy claro de todo esto es la película protagonizada por Joaquin Phoenix, , que nos muestra cómo una persona depende tanto de un aparato, que incluso se enamora de él, pensando que puede amarlo siendo que sólo es un programa de cómputo programado para eso.

Que estar conectado no te desconecte del mundo y la gente

Pero aún podemos remediar un poco la situación, no todo es tan grave. Todavía, como parece, podemos quedarnos en el camino y tratar de volver a interactuar con amigos, pareja y familia. Para ello, te sugiero lo siguiente:

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  1. Cuando estés en familia, olvídate del celular. Cuando vayas a alguna reunión o estes en casa con la familia, acuerden dejar de lado el teléfono celular. Olvídate que existe, incluso apágalo si no tienes nada realmente importante que hacer con él. Retoma el interesante arte de intercambiar ideas cara a cara.

  2. No mires el celular, disfruta la realidad. Estando en lugares públicos como restaurantes, recintos de conciertos, plazas comerciales, parques, museos y cines, de plano apaga tu teléfono para poder disfrutar de lo que hacemos y de cuanto acontece nuestro arededor.

  3. Busca mecanismos que te ayuden a separarte de tu celular. Si de plano nos cuesta trabajo dejar el celular apagado, una buena idea que me ha funcionado es dejarlo sobre una mesa, silla, sillón o algo donde puedas colocarlo, junto al de los demás. Juga a que, el primero en tomar su celular deberá pagar la cuenta, o aportar dinero en una alcancía familiar. Busca estrategias para disciplinarte en el uso de estos aparatos.

  4. No pases la adicción a los niños. No dejes a los niños utilizar tu teléfono sin tu supervición, esto para evitar que empiecen desarrollar dependencia a éstos. Por lo mismo, evita que te vean todo el tiempo con el smartphone en mano.

Esta en nosotros dejar de tener celulitis, utilizar el teléfono celular como lo que es: una herramienta y no una extensión de nuestra persona sin la cual no podemos vivir. Comparto esta frase que expresa una visión muy clara de lo que nos está pasando: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo sólo tendrá una generación de idiotas.” Albert Einstein

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