La familia se sacude con la llegada de un hijo con capacidades diferentes

Al permitir al hermano mayor expresar sus emociones se le genera un espacio de alivio, porque que puede expresar esos sentimientos ambivalentes y aprender a manejarlos. La familia se sacude con la llegada de un hijo con capacidades diferentes.

Marta Martínez Aguirre

El nacimiento de un hermano siempre va a producir un movimiento en el equilibrio de la estructura familiar. Por más que informes a tu hijo del nacimiento deseado de un nuevo integrante, esta noticia va a gestar cierto desasosiego y cambios muchas veces inesperados. Todo hijo único comenzará a sentir (por más amor y atención que le des y le dediques) sentimientos desconocidos, tales como la noción de competencia, desplazamiento, rivalidad, celos y el que le han quitado el lugar especial. Algunos niños dirán, “Me quitó a mis padres”, “Es un intruso en mi casa”, “A él le compran juguetes y yo, como estoy grande, no me compran nada”, “Ahora viven para ella”, “Ya nadie me mira siquiera”.

Si la llegada de ese nuevo bebé viene acompañada de una capacidad diferente el tema se torna mucho más complejo. A los sentimientos iniciales que el niño experimenta se le suman el desconcierto, la angustia y la preocupación de los padres hacia ese hermano que demanda un cuidado y atención especiales. Esta vivencia puede tomar el matiz del dolor para el niño que queda relegado o se le exige, de algún modo, que “se comporte” o actúe de tal o cual modo, dado que su hermano necesita sostén y contención.

Son pocas las instituciones que brindan apoyo emocional a los hermanos de niños con capacidades diferentes, a diferencia de los padres, donde el mismo sistema de salud les proporciona guía y contención. A pesar de todo esto, la llegada de un hermano “especial”, como dicen algunos niños, es también una oportunidad para desplegar los sentimientos de cuidado por el otro, empatía, paciencia, solidaridad, ternura y valor.

Es necesario también señalar que independientemente de la salud del hermano que llega al hogar, la noticia de la paridad introduce la novedad de que el amor no se agota y que, por el contrario, crece al compartirlo. De este modo, el vínculo fraterno comienza a consolidarse y llega a ser uno de los más fuertes e intensos que se puedan experimentar en la vida. Cuando se le permite al hermano mayor expresar sin censura sus emociones, temores, dudas y sentimientos respecto a la capacidad diferente de su hermano y a su propia situación en la trama familiar, se le genera un espacio de alivio, ya que puede expresar esos sentimientos ambivalentes y aprender a manejarlos:

Sentimientos de culpa

Muchas veces los niños sienten culpa porque son sanos y pueden alcanzar logros que su hermano no, o por sentir que no pueden reparar esa situación, “Yo puedo trepar a los árboles y ella ni siquiera mueve una mano”. Suelen silenciar también su angustia por lo que vendrá.

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Temor, dudas, frustración, vergüenza

Algunos niños, debido a los comentarios de vecinos, familiares o amigos, experimentan diferentes sentimientos que manifiestan indignación, enojo, desconsuelo y tristeza: “Me da tanta rabia cuando dicen en voz baja pobrecito“, “No quiero que nos vean juntos, después me pasan haciendo preguntas”, “Me da rabia que me tengan pena, como si en vez de una hermana tuviera un extraterrestre en mi casa”, “Odio que me miren con cara de pena porque mi hermano se babea todo el tiempo”, “Dejé de jugar con mi amiga porque se burló de mi hermanito”.

Hostilidad y celos

sonsentimientos que surgen debido a la sensación de que su hermano ocupa toda la vida de sus padres y le priva a él de tenerlos; también por el tiempo que le dedican y el cuidado que se le proporciona: “Ahora se la pasan con él”, “Claro, mis notas del colegio no son suficientes, ella hace una letra y hacen fiesta”.

Miedo ante el futuro

El futuro se muestra incierto y peligroso. Muchas veces los niños anticipan incluso su vida en función de ese hermano: “Si mi futura esposa no la quiere, que se case con otro, yo no la abandono”, “Y si mis padres se mueren de viejitos, quién va a cuidar de él, si yo no tengo tanta plata”, “Y si me quedo sin estudiar porque se necesita mucha plata para cuidarla”, “Te dije que no voy a casarme, así nadie se ríe de mi hermanito”, “¿Y si todos me rechazan o se burlan de mí?”.

Desborde de amor y ternura

por la situación de su hermano y por el amor que reciben de él, “Yo la quiero montones, si no tiene maldad y es tan dulce, siempre está riendo”.

Gratitud

Este sentimiento comienza a sentirse en forma paulatina pero creciente a medida que van madurando y logran percibir que ese hermano trajo a sus vidas la oportunidad de ser mejores personas, más comprensivos, pacientes, tiernos, bondadosos; menos egoístas, más tolerantes y sobre todo por haber adquirido la capacidad de comprender que todos tienen un valor personal y que la vida vale la pena en toda circunstancia.

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Contener, comprender y sostener a ese hermano de un niño con capacidades diferentes es vital para que logre su equilibrio emocional y pueda crecer sano y en plenitud.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: