No lastimes a quien amas: cuida lo que dices y cómo lo dices

Si eres de esas personas que no miden las consecuencias de tus actos o palabras, este artículo es para ti.

Erika Otero Romero

Tomando una frase de un personaje de la televisión mexicana, interpretado por el comediante Roberto Gómez Bolaños conocido como “el Chavo del 8”, comenzaré expresando el sentido de lo que muchas veces nos ocurre cuando decimos algo y no medimos las consecuencias que puedan generar lo que enunciamos en nuestros interlocutores: “Fue sin querer queriendo”.

Así es, aunque parezca divertido y arranque algunas sonrisas, muchas de las cosas que decimos o hacemos pueden ser generadores de problemas inesperados. Esa forma de proceder “sin querer queriendo” es uno de los creadores de problemas familiares más grande en nuestra sociedad y todos nos hemos visto perjudicados por ello. Quizá lo peor de todo es que no somos conscientes del daño que hacemos a nuestros seres amados y, como es lógico, nos declaramos inocentes de nuestros actos o palabras, simplemente porque no ponemos atención en lo que hacemos y decimos.

Irónicamente, corregir esas actitudes y controlar lo que expresamos de manera imprudente o “sin querer queriendo” no es tan complicado como parece, sólo es cuestión de poner voluntad de nuestra parte para cambiar lo que ya sabemos que lastima a nuestros familiares, y seguir insistiendo hasta erradicarlo de nuestro comportamiento.

Para no lastimar más

Hay una simple técnica que me ha resultado muy efectiva para corregir ese tipo de actitudes o expresiones hirientes, y me ha permitido mejorar mucho mis relaciones familiares y amigos y es ésta: Siempre piensa con detenimiento lo que vas a decir, las repercusiones que puede llegar a tener, el tono y la manera en la que vas a enunciar el mensaje que deseas expresar a tus seres amados.Y todo esto será el resultado natural de poner atención a nuestros actos y ser conscientes de la manera en que nos comportamos.

Dice el refrán: “Se atraen más moscas con miel que con hiel“; y voy a poner un ejemplo para explicarlo:

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Si asignaste algunas tareas de la casa a tu hijo y al regresar de hacer las compras, adviertes que él no hizo ni la mitad de lo que le habías pedido, tú:

  1. Empiezas a gritar sin control ni medida una serie de reprimendas que tú sabes que a la larga no van a hacer la diferencia. Como resultado van a provocar en él un comportamiento rebelde, que sólo empeorará la situación y deteriorará la relación entre ustedes.

o

  1. Le llamas la atención de manera amable y lo invitas a que te ayude a hacer lo que le fue encargado, recordándole sus responsabilidades y advirtiéndole sobre las consecuencias de su comportamiento si la situación se repite en el futuro.

¿Cuál crees tú que es la manera correcta de actuar? ¿Cuál es tu actitud frente a una situación similar? ¿Estás cansada(o) de discutir o de salir lastimada(o)? Si las respuestas que das a estas preguntas no te convencen o agradan, entonces es momento de que hagas un cambio para tu bien y el de tu familia.

Herir a nuestros seres amados es fácil, para evitarlo debemos esperar a que los ánimos se calmen, nada que se diga en medio de la furia y la exaltación lleva a un buen entendimiento. Tampoco debemos tomar decisiones bajo la influencia de la ira; si lo hacemos, tarde o temprano nos daremos cuenta que no hemos actuado de manera correcta y cuando seamos conscientes es posible que sea demasiado tarde.

Recuerda que siempre corremos el riesgo de equivocarnos; por fortuna, si recaemos y lastimamos a nuestros seres amados podemos pedir perdón de manera sincera, para no volver a cometer los mismos errores del pasado y así tener una comunicación más amorosa y efectiva con nuestros seres amados.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.