La maternidad: un llamado eterno

Sé que dentro de ti, te dices: "No tengo un título profesional, no soy una mujer de empresa, sólo soy una madre con un montón de problemas y de miedos". Sin embrago, el tuyo es un llamado trascendental y eterno.

Marta Martínez Aguirre

Recostado en la piel de Moisés, el sol anunciaba un nuevo día. Él estaba acostumbrado a que el calor insoportable del desierto encendiera todo a su alrededor. Pero esa zarza… Esa zarza parecía tener algo extraño: llevaba rato encendida y por nada del mundo parecía que iba a extinguirse. Su curiosidad pudo más, se acercó lentamente, sin saber porqué lo hacía.

“Moisés, Moisés”. Escuchó la voz con total nitidez, que sabía no estaba alucinando. De pronto sintió que algo le quemaba el pecho, pero no tuvo miedo. Era extraño, una paz infinita y eterna se apoderaba de él. Permaneció inmóvil. Obedeciendo la voz, se quitó las sandalias. La tarde había caído ya, cuando Moisés supo que de ahí en adelante, no apacentaría más las ovejas de su suegro. Calzó nuevamente sus pies, ajustó el cordón de su túnica. Secó el sudor de su frente, miró hacia Egipto y asumió el llamado (Éxodo 3). Pero, nosotros, ¿qué podemos aprender de la experiencia de Moisés?

La maternidad: tu llamado eterno.

La experiencia del desierto

Imaginar la experiencia de Moisés no es nada fácil. Sin embargo, entender lo que es el desierto sé que para ti puede ser familiar. Me refiero a esos momentos donde el dolor quema, el sufrimiento se hace sudor y se pega a tu ropa. Sabes muy bien, dentro de ti, lo que es la desolación: ¿Otra vez tu hijo volvió a caer en las drogas? ¿Encontraste preservativos en la cartera de tu hija, luego del baile? ¿Tu hijo pequeño golpeó a otro menor que é,l en el patio del colegio? El desierto te permite reflexionar, preguntarte qué pasos puedes dar, qué cambios debes realizar.

Presencia de la soledad

Soledad punzante la del rol de madre. Sequedad del alma, tristeza que arde en el ocaso y enciende tus lágrimas. Nadie sabe que la peor escena se da en el cuarto de tu hija, cuando descubres que ella ha sacado el afiche de las Superpoderosas para poner a Justin Bieber. Ha crecido, y temes que llegue el día que te presente a alguien. Hay muchos temas que te preocupan, el sol de la incertidumbre enciende todas las zarzas a tu alrededor. La soledad de tu rol puede asustarte, pero tú tienes la capacidad de responder a ese temor. La soledad te convoca, no admite huídas: solo respuestas en actos, conductas y caminos a tomar.

Dios te nombra

Si miras con insistencia, seguro descubres que la zarza arde. Dios, mueve Sus labios y dulcemente dice tu nombre, porque tienes un valor para Él. Sé que dentro de ti, te dices: “No tengo un título porfesional, no soy una mujer de empresa, sólo soy una madre con un montón de problemas y de miedos”. Necesitas aceptar el secreto: Dios ama la sencillez. A pesar del ritmo vertiginoso del mundo y los avances tecnológicos, en cierto sentido Dios todavía sigue pelando papas. Te llama. Te dice que te acerques. Te invita a dejar tus temores sobre la arena y a que le cuentes tus inquietudes.

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Descálzate

Para hablar con Dios, necesitas aprender a despojarte de muchas cosas, de todo aquello que te impide estar en Su presencia. ¿Cuáles son aquellas cosas que no te dejan tener una vida ordenada? ¿Qué malos hábitos y sentimientos debes dejar? No te escudes en la sociedad y en la vida moderna, no te resignes. La sociedad está compuesta de socios. Y tú eres una. Quedarte muda, cruzada de brazos es una respuesta que también tiene efectos. Los cambios comienzan contigo.

Libérate y libera

Dios te llama a liberar a sus hijos oprimidos. Pero antes te invita a vencer tus miedos. Para ello te da una tarea: cree en ti. Tienes el llamado de liberar al hijo oprimido por la timidez, al que es esclavo de la pornografía, al que vive esposado al sobrepeso. Enseña a tus hijos a ser libres, para que puedan adquirir un Yo fuerte, que no dependa de algo. No dejes que sean esclavos de sus dificultades. Prepáralos para ser líderes del mañana, no marionetas de la cultura en turno.

Moisés guió un pueblo hasta la tierra prometida. Tú has sido llamada como madre para guiar a un grupo de sus hijos, hacia la eternidad.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: