Ella sufrió una terrible decepción amorosa. Lo que aprendió, puede servirte a ti

Si estás pasando por una decepción amorosa, quizá mi historia te ayude a encontrar la manera de superar tu tristeza, en ti está la fuerza.

Erika Otero Romero

A muchas mujeres les gusta ver telenovelas. A mí, una que otra. Sin embargo, cuando nuestra vida se convierte en esa especie de “culebrón” fastidioso que nos hace sufrir sin parar y parece no tener fin, entonces la “novela de nuestra vida” se hace insoportable y queremos ponerle fin.

Cuando nos enamoramos muchas veces quedamos deslumbrados por la persona que captura nuestra atención, no la percibimos como realmente es y creamos una imagen mental fantástica de él o ella. Es de entenderse que cuando la relación termina, y especialmente cuando es uno el abandonado, terminamos padeciendo un gran luto que nos sumerge en una profunda tristeza, y a la vez hay un sin número de preguntas que no sabemos cómo contestar. Es una época de la vida que creemos que nunca va a terminar y de la que no sabemos cómo salir.

Superar el rompimiento amoroso

En mi caso, podría decir que el amor llegó a mi vida cuando ya estaba bien crecidita. Me enamoré de una persona que no era para mí y me rompió el corazón más veces de las que puedo contar con los dedos de las manos. Admito que muchas de esas situaciones dolorosas pude haberlas evitado teniendo respeto por mí misma, pero ¿cómo podía evitarlo si estaba completamente enceguecida?

Cuando esa relación terminó, quería morir literalmente. Sentía que podía tolerar todo el dolor físico posible a cambio de poder liberarme de la tristeza que me embargaba y no me dejaba respirar. Parecía loca, no quería comer ni arreglarme, sólo lloraba, no dormía y mi único alivio lo sentía cuando salía a dar un paseo. Estuve así por tres meses, sin descontar la intranquilidad que mi situación le generaba a mi madre, pues por más que ella tratara de consolarme yo no se lo permitía, porque estaba segura de que ella no iba a comprenderme. Cuán equivocada estaba.

Lo que empeoraba la situación era que él se negaba a dejar de hablarme, sabía todo el dolor que me producía verlo y tenerlo como amigo, y según él, yo era su mejor amiga y no podía darse el lujo de perderme. ¡Vaya! Para él era fácil: terminó la relación porque estaba saliendo con otra chica y yo estaba “sola con mi soledad”, como dice la canción. Llegó el momento donde yo toqué fondo, algo pasó que me permitió poco a poco ver su naturaleza y me di cuenta de los errores que estaba cometiendo conmigo misma. Era hora de despertar de mi letargo y salir de la caja emocional en la que yo me había metido por voluntad propia.

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La experiencia ante todo

El refrán dice: “El tiempo lo cura todo”, y tiene mucha razón: Al cabo de casi cuatro meses de tenerlo como amigo, me di cuenta la persona que era: un hombre que aunque bueno en algunos aspectos, tenía un lado egoísta bastante dominante y sobre todo mentiroso. Saber que me había mentido a lo largo de la amistad que habíamos tenido y durante la relación hizo que “cayera del pedestal donde lo tenía”, eso sí que me abrió los ojos.

Cometí algunos errores por ingenua, pero hoy quiero evitar que caigas en el mismo error que yo y acá te dejó mi experiencia.

  1. Cuando una relación termina, necesitas espacio para recuperar tu valía.

  2. No existe la amistad cuando ha habido un fuerte sentimiento. Vas a terminar confundida y herida.

  3. No te encierres en casa a lamentarte, es lo peor que puedes hacer, porque se te van a ocurrir ideas, en su mayoría destructivas.

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  4. No estás sola en lo que estás viviendo, otras personas pueden ayudarte con su experiencia.

  5. Nadie que te ha lastimado tanto, puede ofrecerte paz.

A ti, que has pasado o estás pasando por una situación similar, te invito a que antes de ocultarte y de auto compadecerte por tus sufrimientos, des la cara al mundo; cada día trae su afán así como su propia bendición y está en ti la fuerza para superar cada situación difícil que se presente en tu vida, siempre has tenido ese poder. Nunca lo olvides y úsalo a tu favor.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.