Nuestros mejores aliados: los profesores de nuestros hijos

Los padres hacen conjeturas sobre los profesores de sus hijos desde el primer día de clases. Es necesario ayudar para lograr un verdadero trabajo en equipo entre el niño, el padre y el docente.

Erika Gaytán

Termina el primer día de clases y viene el interrogatorio típico de los padres a sus hijos: “¿Cómo te fue en la escuela?” “¿Cómo es la maestra? “¿Te cayó bien?” Y las respuestas más comunes: “Bien… pues se ve que es regañona…”, o: “Más o menos, pero me caía mejor la otra…”

Con esta serie de preguntas se interroga al niño, pretendiendo que en un solo día, con unas cuantas horas, el escolar cuente con las herramientas suficientes para juzgar el trabajo y la vocación del profesor. Así surgen prejuicios que, de no eliminarse a tiempo, pueden generar una lucha campal.

La misión del docente

Hay padres de familia que tienen la idea errónea de que los maestros quieren reprobar a su hijo. Algunos incluso tienen la idea que se les paga extra por reprobarlos. Cuando reprueba un pequeño, no se premia al docente, sino que se le pide hacer un análisis muy meticuloso de su trabajo hasta encontrar lo que explique las fallas, aunque no siempre esté en manos de él.

Analizando las cosas de manera sensata, resulta ilógico pensar que un profesor disfruta complicarle la vida a un niño con malas notas, calificaciones bajas, exceso de tareas y, aparte de todo, invertir cuatros años de su vida preparándose para ello.

Por extraño que suene, para un verdadero docente lo más importante no es enseñar por enseñar, ni transmitir sus conocimientos. Para el docente, lo más importante es el alumno. Es para ello que investiga diversas estrategias de enseñanza que le ayuden a conseguir su propósito: ayudar al estudiante a crecer en lo intelectual y lo práctico.

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En un salón de clases hay entre 20 y 50 niños con circunstancias, historias y formas de ser diferentes, por lo que en profesor busca la manera de impartir su clase de acuerdo a las características generales de un grupo, y cada decisión que toma ha sido largamente estudiada y consultada.

Aliados de los padres

Si como padres de verdad queremos lo mejor para nuestros hijos, debemos tomar conciencia de que no todo lo que se refiere al desarrollo de los niños puede ni debe ser responsabilidad del profesor. En la escuela sólo pasan unas horas, y en casa se viven las demás.

Pero no se trata de ver quién tiene mayor responsabilidad en la educación de los infantes, sino qué hacer para mejorar su desempeño, tanto los padres como el profesor, y lo más recomendable es trabajar en equipo con el personal docente. Para ello, recomiendo lo siguiente:

1. Identificación

Lo primero que se debe de hacer es tener ubicado al profesor de nuestro hijo, y que el docente a su vez los ubique a usted y al niño.

2. Presentación

Presentarse al profesor por medio de una cita programada, en una junta, o tal vez en un encuentro casual dentro de la institución, y ponerse a su disposición para cualquier incidente académico. Así el profesor hará lo mismo.

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3. Comunicación

De forma periódica, hablar con el profesor. Esto se puede hacer por medio de una cita previa o un encuentro casual, sin hostigarlo tanto, al grado de que el profesor lo vea y quiera evitarlo. Cuide este aspecto, porque en algunas ocasiones los infantes se valen de esa escasa comunicación padres-profesores para no hacer tareas, trabajos, o hasta justificar calificaciones bajas.

4. Comunicación escrita

En ocasiones, por los horarios de trabajo no se puede ver al docente para hablar de la situación académica del educando, por lo que se aconseja auxiliarse de un cuaderno exclusivo para recados o preguntas de tareas, dudas y trabajos, junto con algún sello del profesor o nombre y firma.

5. Reconocimiento

. Valore el trabajo del profesor y hágaselo saber en un recado, personalmente o por medio de su hijo. Siempre es importante motivar por medio del reconocimiento la labor de cada persona.

No es válido decir que los educadores son deficientes, ni siquiera si hemos conocido malos ejemplos. La nobleza de esta profesión es uno de sus principales atractivos. Recuerde: el profesor no es su enemigo, es un aliado en el desarrollo intelectual de su hijo. Aprovéchelo.

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Erika Gaytán

Oriunda de la tierra del taco, el mariachi y el folklore. Periodista de profesión y corazón. Por muchos años he tenido la fortuna de colaborar como docente en la educación de niños, adolescentes y jóvenes. La música, la enseñanza, la investigación, lectura y escritura son mis grandes aficiones.