¿Entregarías tu hijo a la justicia?

madreo o padre ¿entregarías tu hijos a la justicia? una reflexión para enderezar el camino de un hijo delincuente

Erika Otero Romero

Conforme pasa el tiempo, la tecnología y los avances científicos progresan constantemente. Por otra parte, la civilización occidental va en retroceso. Por poner un ejemplo, los valores morales que regían la vida hasta hace tres décadas, ahora son considerados obsoletos, pasados de moda. Lo escalofriante es que los más jóvenes de la familia se están viendo afectados por esa actitud posmoderna que no deja paso a la sensatez, y que la inmediatez por el deseo de conseguir placer y cosas materiales o “pasarla bien” con los amigos lleva a los jóvenes a hacer cosas que jamás se les hubiera ocurrido más pequeños.

La falta de valores familiares

Una señora con la cual mi mamá tuvo amistad por muchos años tuvo una vida bastante difícil, y por ende también sus hijos padecieron las dificultades que trae la pobreza de un mal matrimonio y de las malas decisiones que tomamos en la vida. Los hijos de ella crecieron y tomaron rumbos diferentes y difíciles: la hija mayor se fue a vivir al extranjero y al poco tiempo regresó e hizo su propia vida.

El segundo hijo cayó en el crimen y estuvo largo tiempo en la cárcel. Recuerdo las lágrimas que derramaba la señora por su hijo, los esfuerzos que hacía para poder viajar hasta el reclusorio de la ciudad donde lo tenían preso y los muchos accidentes que sufrió él estando allí pagando su pena.

Al tercero, por ser el más pequeño, su mamá le concedió todo tipo de libertades y caprichos, dentro de sus carencias. Cuando ese hijo entró en la adolescencia, empezó una vida de constantes problemas. Consumía marihuana, algunos vecinos lo habían visto hurtando algunas cosas y, para completar, trataba a su madre con violencia. Sin embargo ella nunca, por más que tuviera la verdad frente a sus ojos, quiso ver que su hijo menor estaba siguiendo los pasos de su hermano.

Tiempo después, ella se mudó de ciudad y fue a vivir a una de las ciudades con mayor índice de problemas sociales en Colombia. La situación, en lugar de cambiar, se puso peor y tiempo después el hijo menor se metió en una cantidad increíble de problemas. Su madre lo protegía de la justicia, pero en determinado momento no pudo seguir escondiéndolo y él terminó en la cárcel, sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo. Como resultado de su situación, ella enfermó de parálisis en la mitad del cuerpo y con una decepción gigante por lo ocurrido.

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¿Por qué los jóvenes se vuelven delincuentes?

Los factores son múltiples, a veces se ven involucrados en situaciones peligrosas por la influencia de las amistades. Otras veces los jóvenes asumen comportamientos de venganza por alguna experiencia traumática, como ser víctima de un delito o de abusos de variada índole. Y otras veces pueden caer en la delincuencia con el objeto de lograr ser aceptado por un grupo juvenil (pandillas).

No estoy de acuerdo con algunas teorías que rezan que se debe a la carencia de reglas en la crianza, a la falta de valores por parte de la familia, pues se han dado algunos casos donde los jóvenes de buenas costumbres, altos valores morales y buen perfil ético, caen en la delincuencia, y es muy probable que ante esa situación los padres se pregunten qué hicieron mal. Voy a responder como lo haría un familiar mío: “Se crían hijos, no sentimientos, y éstos son tan diferentes como los dedos de una mano”.

Y tú, ¿ entregarías tu hijo a la justicia ?

Difícil situación. Conozco madres que, muy a su pesar, han entregado sus hijos a la justicia en aras de hacerlos reaccionar acerca de su camino por la vida, y con la esperanza de que corrijan sus pasos, su futuro sea mejor y se encamine por el lado del bien. Los resultados que esta decisión tenga dependen mucho del acompañamiento y el apoyo familiar, pero también del soporte psicológico que se pueda ejercer para comprender las razones de la conducta rebelde o delictiva de un menor. Por supuesto, no hay respuestas absolutas: en un extremo están los padres que lo permiten todo en aras del amor. Y en el otro, los padres que son obsesivos en el seguimiento de la ley y el orden. El sentido común está en algún punto en medio de esos extremos, nunca en ellos, y los puntos en medio están hechos de casos individuales con circunstancias particulares e irrepetibles.

En todo caso, la invitación es a que estés atenta, a no perder de vista las amistades de tus hijos, a aconsejarlos y corregirlos con sabiduría tan pronto como percibas o intuyas que se están saliendo del camino correcto. No temas buscar y pedir ayuda porque, incluso si tu hijo termina en la prisión, hay familias que aprenden lecciones de ello.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.