3 actitudes que te llevarán a DESTRUIR tu matrimonio

Hacer de estas actitudes algo cotidiano te llevará a terminar con el amor que tu pareja siente por ti.

Erika Otero Romero

El matrimonio es una aventura en la que continuamente se presentan altas y bajas, hay tiempos de calma y otros de vientos huracanados, incluso desde el mismo inicio de la unión. Sin embargo, no hay nada de malo o extraño en que resulte de esa manera, tampoco es chiste que sea un vínculo aburrido sin ninguna sorpresa que dar por el camino. Porque de otra manera, ¿cómo lograrían crecer como pareja y como seres individuales?

Está claro que es necesario para ambos miembros de la pareja que se presenten retos, que les ayuden a cambiar lo que no va bien; de hecho, esos inconvenientes hacen que las partes se muestren tal como son, con todas sus virtudes y defectos, sus cualidades y actitudes a mejorar.

Pero la verdad sea dicha y pongamos el dedo en la llaga: muchas veces se rebasa el límite, hieres a quien amas provocando que poco a poco la relación se vaya deteriorando a tal punto que la pone cerca del abismo lamentable de la ruptura. Y, desde luego, si amas a tu cónyuge, no deseas separarte de él. ¿Qué hacer, entonces?

Por esa razón te describo, en los siguientes renglones, tres actitudes tuyas que lastiman a tu pareja y que, en un momento dado, pueden acabar con tu matrimonio:

1. Criticar de forma constante

Es seguro que en algún momento de tu relación ha pasado por tu mente decirle a tu pareja una frase como: “Es que no eres capaz de hacer algo (pon la tarea o quehacer que se te ocurra) bien”.

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Todos sabemos de sobra que no somos hábiles o sabios en todas las actividades o temas, y no es malo quejarse de ello, lo que sí está mal y raya en la ofensa es que critiques de forma abierta y sin piedad esa carencia, porque ya no criticas ese hecho como tal, sino a tu pareja. Ten cuidado, hay que andarse -como dice el refrán- con pies de plomo.

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2. Mostrar indiferencia

Esta actitud surge, por lo general, tras de que la pareja ha tenido una fuerte discusión. Quien haya tenido la razón no importa mucho, ya que muchas veces gana el orgullo y éste suele hacer de las suyas, y entonces el menos humilde de la pareja adopta ese aire imponente de: “Tú debes disculparte, y si no lo haces, vas a ver cómo te ignoro”.

Tampoco es cuestión de culparse de todo el problema. El punto a resaltar es que ambos se vuelvan conscientes de que cuando surja un inconveniente, la culpa siempre es de ambos y, por lo tanto, deben llegar a una conciliación que no dé cabida a la opción de “hacer de cuenta que no existes” sólo porque no te dio la gana ceder. Y no es que te hagan o hagas manita de puerco, sino que tiendas una mano abierta y generosa. con tu pareja](https://familias.com/4483/matrimonio/el-arte-de-negociar-con-tu-pareja).

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En el mercado no hay, sólo en ti: No puedes comprar la solución a tus problemas de pareja

3. Pretender que la pareja cambie

Ni tu cónyuge ni tú son perfectos, pero te enamoraste de él y lo elegiste para casarte, de modo que eso es motivo suficiente para suponer que lo aceptaste (y él a ti) con sus pros y sus contras, sean muchos o pocos; así que, ¿de dónde esa manía por intentar cambiarlo? Déjame decirte que eso es imposible, ya que nadie cambia a no ser que se haga consciente de sus fallas y de veras quiera hacerlo. No depende de ti, esa es la gran noticia, sino de él.

En lugar de intentar que tu pareja cambie lo que no te gusta de él, te invito a que pienses la razón por la cual eso, en específico, no te agrada; por lo general, tiene que ver mucho a que te ves reflejada en ese defecto.

No te fijes tanto en lo que no te gusta o en aquello en lo que no son compatibles, en su lugar mira en qué coinciden, qué les gusta de estar juntos y hablen acerca de la mejor manera de solucionar los inconvenientes.

Un bonus especial para ayudarte a superar esas actitudes destructivas es el siguiente:

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  • Luchen por conocerse cada día un poco más, eso habla muy bien del interés por la pareja. Desde luego, eso se da lentamente y con el tiempo, pero hablando y pasando tiempo juntos se van a entender.

  • Cuando peleen no se culpen el uno al otro, en cambio vean en qué fallaron cada uno y luego concilien.

  • Y procuren siempre, al final de cada jornada, hablar sobre cómo fue su día, esto con el fin de acercarse más y liberarse de la presión diaria.

Les deseo lo mejor.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.