3 formas de confiar en Dios en tiempos difíciles
Detrás del dolor, hay un propósito,y detrás del propósito está Dios.
Ada de Hoyos
A veces todo parece estar bien, y de un momento a otro estamos en una situación que nunca pensamos que estaríamos. Sé que cada uno de ustedes recuerda ese inolvidable momento donde la vida le cambió para siempre, y sin previo aviso, algo devastador y difícil de procesar surgió, y lo cambió todo.
Estas inesperadas experiencias se hacen parte de nuestra vida al irrumpir la rutina normal que llevábamos, y encontrarnos con un sorpresivo cambio de planes. Esta forma tan inesperada crea cambios drásticos que muchas veces logran sacarnos por completo de balance.
Listo o no, bajo la tempestad, tendrás que mostrar tu potencial
De forma teórica conocemos todos estos consejos. Asumimos que otras personas lo han hecho, y que cuando nos pase a nosotros sabremos qué hacer en esas situaciones. La verdad es que la brecha entre la teoría y la práctica podría parecer abismal. Pareciera de repente que Dios considera que estás listo para que aprendas y pongas en marcha todo tu potencial.
Claro, si lo piensas, ese es el plan de Dios, pero ¿y tú? Al ver el desafío ante ti, entras en pánico pensando “¿Por qué a mí?, ¿Por qué yo? ¿Acaso no he sido bueno? Dios debe estar algo distraído estos días, ¿Acaso Él no ve que apenas puedo con lo que tengo?”
Siempre hay un propósito detrás del dolor (y detrás de ello está Dios)
Todos hemos estado ahí, todos hemos tenido momentos tempestuosos. Nadie escapa a esto en la vida. Dios no ignora lo que pasa, Él sabe cómo ponernos a prueba. Y habiendo experimentado cambios dolorosos y drásticos en mi vida, puedo decir que definitivamente Dios sabe lo que permite.
También se que si Él lo permite, no nos dejará solos, y nos librará si tan solo confiamos en Él. La clave es que no todos hemos sacado el mejor provecho de los tiempos difíciles que Dios nos permite vivir.
Siempre hay un propósito detrás del dolor. Para comenzar a hacer que la brecha entre la teoría y la práctica deje de ser un abismo, podemos aprender 3 formas de acción. Y aunque a veces es doloroso, Dios desea que pares un momento, observes, aprendas y crezcas.
1. Dar gracias como un ejercicio diario
Debemos practicar el don de la gratitud. Estudios recientes brindan evidencia que el poder de ser agradecidos constantemente en nuestras vidas genera una fuerza increíble. Esta fuerza genera cambios importantes en nuestro cerebro con el solo hecho de contar nuestras bendiciones. El cerebro interpreta esta práctica brindando más felicidad a ti vida, menos depresión y nos libera de emociones tóxicas en nuestras vidas.
Si acostumbramos a incrementar la dopamina con la práctica de la gratitud, el cerebro querrá estar buscando constantemente más de lo mismo. Y probablemente diga: ¡Por favor dame más de eso! El inicio de esta práctica desencadenará mucha más gratitud en tu vida y traerá bienestar integral a tu cuerpo.
Créeme, lo he probado y funciona aún en los momentos más difíciles que he tenido que enfrentar. Cuando sientas que no puedes más, recuerda esta práctica de dar gracias y ponla a prueba. Si lo haces, notarás la diferencia.
2. Estar dispuesto para crecer con la prueba
La segunda forma de actuar para confiar en Dios en tiempos de prueba es poder estar dispuesto a crecer aunque duela. Recuerdo veces en mi vida cuando tenía que aprender algo nuevo. Era difícil, porque tenía dislexia y todo mi mundo era criticado y no valorado. Pero me esmeré, día a día, por leer bien, y por aprender a estudiar creando técnicas que ayudaban a mi cerebro a retener la información de forma más adecuada y permanente.
No fue fácil pero lo logré y siempre recordé la escritura de la biblia del libro de proverbios que dice: “Confía en [Dios] con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”.
Y después vinieron pruebas más difíciles y ¿sabes? Puse en práctica todo aquello que había aprendido en el proceso de mi vida, desde confiar en Dios, hasta hacerme las preguntas correctas. En lugar de decir “¿Por qué a mí?”, comencé a analizar lo que podía aprender de eso.
De repente todo tuvo sentido, toda mi preparación anterior tomó forma. Podía ver como el rompecabezas comenzaba a armarse y juntarse cada pieza para bien. Todas estas experiencias fueron de gran beneficio.
3. Confiar en el proceso
Confiar en todo el proceso cuando tienes las más grandes pruebas acompañadas de intenso dolor en tu vida, es maravilloso. Sé que podría sonar como una antítesis de ideas. Pero no lo es. Confiar es tener la esperanza firme en ti, en Dios y en que todas tus experiencias son finalmente para tu bienestar personal. Confía en el proceso tan increíble en el cual has estado. En la Biblia encontramos una escritura en el Salmo 62, que dice: “Confiad en [Dios] en todo tiempo, derramad delante de él vuestro corazón”.
Me encantan estas palabras sabias escritas por David. Mira atrás y ve hasta dónde has llegado y por todo lo que has tenido que pasar para llegar ahí. Eso demuestra la grandeza de Dios y la gran confianza que tú has depositado en Él paso a paso, a veces sin poder ver claro, pero confiando que la visión de Dios penetra nubes de dolor.
La confianza te brindará propósito
Debemos refugiarnos en dios en tiempos de dificultad porque eso nos brindará alivio, paz y esperanza. Confiar en el proceso, te abre los ojos y te ayuda a vislumbrar más allá de lo que tus ojos ven. Confiar en el proceso brinda poder, fuerza, felicidad, alegría, entendimiento, esperanza y sobre todo te brinda un propósito para el dolor que te ha acompañado en esta jornada.
Recuerda refugiarte de las tormentas, de los momentos difíciles, en Dios. Confía en Él,pues Él te conoce, sabe tus capacidades, y conoce el principio y el fin, así que te brindará lo que necesites para tu éxito y crecimiento personal. Confiar es la clave, aunque sea doloroso al inicio. Al final del día recuerda que detrás del dolor, hay un propósito,y detrás del propósito está Dios.