3 razones por las que no debes hacer comparaciones entre tus hijos
¿Alguna vez te compararon con tus hermanos? Aquí algunos recordatorios de por qué no debes hacerlo con tus hijos.
Elitania Teresa Ruvalcaba Blancas
Si tienes más de dos hijos contempla la posibilidad de que llegará el día en que sin querer hagas alguna comparación entre ellos y que esto, en vez de ser benéfico, podría resultar contraproducente. Querer que sean iguales o muy parecidos (sobre todo si uno es bien portado y el otro no, si uno es brillante en la escuela y el otro apenas cumplidor) es una cuestión imposible, porque cada hijo es como un dedo de la mano: todos son diferentes aunque provienen de la misma palma y ninguno es menos importante que los otros.
A cada uno de tus hijos le has inculcado valores, creencias, normas, límites y todo aquello que consideras necesario para su buena educación. En pareja, y en familia, han decidido cuál será la línea a seguir para que todos, padres e hijos, compartan esta formación que constituye la base de su seno familiar y, a su modo, cada uno aplicará lo aprendido. La diferencia residirá en la personalidad de cada integrante influenciado por su entorno. Revisa estas tres razones de por qué comparar llega a ser contraproducente:
1. Tener poco tacto en los comentarios
Puedes cometer el error de exaltar las cualidades de uno y minimizar los logros del otro, puedes premiar las buenas calificaciones de uno y regañar en exceso a quien haya reprobado una materia. Debes aprender a tener el tacto necesario para regañar y felicitar, y sobre todo saber que los regaños se hacen a solas, para que aquél no se sienta evidenciado, humillado y expuesto; para que no se sienta menos al ser comparado con quien a tus ojos está muy cerca de la perfección. Es más fácil reprender que orientar, así que es preferible buscar la manera ideal de corregir actitudes y situaciones que provocan los problemas.
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2. No motiva la cooperación y la ayuda entre hermanos
Existirán situaciones en las que, tal vez sin querer, pongas a competir a tus hijos: quién tiene mejores calificaciones, quién se expresa mejor, quién es más sociable y desinhibido (cualidades que le permiten sobresalir entre los demás chicos); quién tiene mayor habilidad para los deportes o para la música. Y está bien que reconozcas y les hagas saber los beneficios de hacer uso de todas estas cualidades sin acrecentar egos y vanidades. Siempre, sin embargo, hay que fomentar la sencillez y la humildad para que, sin ningún prejuicio, se ayuden en las tareas que se les complican entre hermanos, siempre será preferible compartir e invertir tiempo juntos para realizar todo tipo de actividades y fomentar en ellos una entrañable hermandad, en vez de crear una inmensa rivalidad.
3. Viola su individualidad y personalidad
Por economizar tiempo, dinero y esfuerzo puedes elegir actividades educativas, deportivas y de entretenimiento para todos sin tomar en cuenta los gustos, cualidades y preferencias de cada uno. Imponer situaciones pensando que tarde o temprano se tendrán que adaptar puede causar el resultado contrario: crear en ellos una resistencia a realizar otras actividades; es mejor escuchar cuáles son sus gustos e inquietudes y, de acuerdo con sus aptitudes, verás que cada uno encontrará la actividad que le permita sentirse contento y realizado.
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Verás que respetando la individualidad de cada uno de tus hijos, reconociendo sus logros y orientando las malas actitudes hacia una meta, conseguirás grandes cambios. Cada uno, sintiéndose realizado, será el ejemplo para los demás y el punto de comparación será el que, de manera individual, cada uno goza de lo que hace.