¿Eres una madre zombi, o una madre auténtica y verdadera?

En una sociedad de consumo, la globalización te envuelve y cada vez más homogeniza. De a poco, te transformas en una persona que no eres tú. Mutas en una zombi afectiva, dejando de ser eso que te hace única e intransferible.

Marta Martínez Aguirre

A menudo la insensatez nos guiña un ojo desde la mesita de luz. Es viernes a la noche y ves ese film de George A. Romero, “La noche de los muertos vivientes“. Sin darte cuenta, estás dentro de la escena: las calles se llenan de seres alienados que quieren devorarte a ti y a tus seres queridos. Entonces tomas lo primero que tienes a mano para aniquilar a esa horda de zombis que se amontonan en tu jardín.

De alguna manera estos personajes muertos en vida, representan esas amenazas que, de un día para otro, pueden alterar tu existencia. Y es allí donde el apocalipsis deja de ser el último libro en tu Biblia para ser un escenario cotidiano a tu alrededor.

Seamos sinceros, después de todo, ¿qué es un zombi? Un alienado que ha dejado de ser humano, que no posee emociones. Ha perdido su identidad y se mueve en una horda de seres semejantes, buscando algo con que satisfacerse. ¡Eureka!, ¿has visto la imagen? Tus hijos devorando una triple hamburguesa, con papas fritas y mucha grasa entre sus dientes. Tú en uno de esos días de ofertas tironeando de una prenda de vestir, o tu esposo y otros tantos hombres, gritando en las gradas del estadio…

Sociedad de consumo: productora de zombis

No hay mejor metáfora de la vida real. En una sociedad de consumo, la globalización te envuelve y cada vez más homogeniza; de a poco, te transformas en otra que no eres tú. Te mutas en una zombi afectiva, dejando de ser eso que te hace única e intransferible.

Matas, por el placer de pertenecer a la masa homogénea, tu identidad. Bajo ninguna causa, permites que la conciencia te martirice, porque dentro de ti te dices: “Quiero ser una madre como todas y que mis hijos me amen”.

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Y así, cuando quieres acordar, la lista de visitas del reformatorio posee tu nombre. En la franja roja de la obesidad está tu hija pequeña, y la depresión toma otro prozac con jugo de naranja en tu cocina. Todo porque dejaste de ser tú misma y quisiste ser igual a las demás.

Madres zombis contra las madres verdaderas

La horda de madres zombis grita desde afuera de tu casa:

1. Deja que tus hijos te eduquen

Cada día crece el número de padres que por no perder el amor de sus hijos, dejan la crianza en manos de los propios hijos, formando niños tiranos. Ya sé que vas a decir “Eso en casa no pasa”, pero piensa: ¿quién determina “otro ratito más” en internet?, ¿qué tipo de alimentos se consumen en el hogar (pudines, hamburguesas, gaseosas, papas fritas, jugos artificiales)?, ¿usas esas frases admirativas: “me da tres vueltas”, para referirte a que tu hijo sabe más de tecnología que tú, olvidando que eres transmisora de otros saberes que bien haría falta que él conociera (valores, cultura popular, tradiciones)? Pues bien, la horda gana y tú pierdes tu capacidad para guiar, acompañar, sostener y educar a tus hijos.

2. Vive lo que no viviste de joven

Bajo este lema pierdes tu identidad como madre y pasas a ser compinche de tus hijos: te vistes en el mismo local de ropas, utilizas su estilo de lenguaje cuando llegan sus amistades, vas al cine y te ríes en las mismas escenas descalificadoras hacia la mujer. Pronuncias al unísono, comentarios soeces hacia sus maestros cuando le señalan algún aspecto a mejorar en su boletín de calificaciones, compartes selfies provocativas en tu red social, tal como tus hijos. En plena confusión de autoridad y ciclos vitales, te olvidas que posees la capacidad de orientar, aportar tu visión crítica y que, en teoría, tu madurez antecede a la suya. Sí, sin darte cuenta, te volviste una madre zombi.

No hay acto humano que no sea una elección. Aún en medio de una horda de zombis, toda relación padres-hijos si no es asimétrica, es insensata; si no posee reglas, es insegura; si no nutre de valores, es estéril. La horda de zombis está fuera de tu hogar, queriendo devorarte lo que más amas. No dudes en impedirles el paso, siendo siempre tú misma.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: