Una forma sencilla de alejar el temor

Aunque pretendes tener todo bajo control, un enjambre de miedos aguijonea tu corazón y te sobresaltas a media noche. Ser madre no es sencillo, pero Dios te invita a alejar el temor.

Marta Martínez Aguirre

El tsunami de la maternidad arrasa tus pensamientos y te llena de temores. Apenas sale el médico de la sala de partos y te dice que todo salió bien, con ese cuerpecito de tres kilos y medio entre tus brazos, comienzan esas obstinadas interrogantes. ¿Podré con esto?, ¿el dinero cubrirá todos los gastos?, ¿y si los pañales no alcanzan?, ¿y si me olvido de las vacunas?

El tiempo como un sabueso tras su presa, corre a toda prisa y jadea en tu nuca mil interrogantes. Ha crecido y las interrogantes siguen sostenidas a tu almohada. ¿Lo estaré haciendo bien?, ¿y si no aprende a leer nunca? Así se suceden en escala progresiva la lista de útiles de la secundaria, las salidas con amigos y el ingreso a la universidad.

Aunque pretendes tener todo bajo control, un enjambre de miedos aguijonea tu corazón y te sobresaltas a media noche. Miras el reloj y sabes que en horas recitará su primera estrofa de una poesía frente a sus compañeros. Más tarde llegarán los exámenes de inglés, y cuando logres pescar el primer sueño llegará la noticia de su primera cita, y junto con ella saldrás camino al botiquín a buscar otro antiácido.

Las fábricas de temores abren sus compuertas temprano en la mañana, y permanecen con sus sucursales abiertas incluso los feriados. Ya sea que derramen sus productos en tu cabeza, se abren paso en los tejidos de tu pecho o se empotran a tres centímetros de tu vesícula, la reacción universal para todos los padres y madres es la misma “no puedo dejar que sufra”.

Pero no te pasa solo a ti. Sabes, hay un padre que siempre me ha parecido que era consciente de sus temores respecto a su hija, me refiero a Jairo. El líder de la sinagoga de Capernaum. Un hombre con un currículum importante, influyente en su comunidad. Cuando su hija se enfermó no tuvo tiempo para protocolos y se arrodilló a los pies de Jesús y le rogó que entrara a su casa porque su hija estaba muriendo. Este hombre tenía el poder y el dinero de llamar al mejor médico de la región, pese a ello, hizo lo que le dictaba su corazón, llamó a Cristo a que entrara en el dormitorio de su hija. Me pregunto si Jesús tuvo tiempo de mirar los posters en la pared, o si hizo que retiraran los peluches de la cama. Sea como sea, Jesús entró en esa habitación y le devolvió la vida, en realidad le dio una vida nueva, una segunda oportunidad.

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Intercede en oración

Esto es lo que tienes que hacer, cada mañana. Llévale a Nuestro Padre Eterno tus angustias y tus tristezas, deja en sus manos la pensión alimenticia, las nuevas amistades y los teoremas de trigonometría. Haz que el temor te convierta en mediadora de sus conflictos y no en una madre que sofoca, o en un padre que reprime cada acto atropellado creyendo que de ese modo tus hijos estarán seguros. Si tanto te preocupaste por las vacunas al día, dale dosis suficientes de oración. Cubre sus vidas con tus ruegos, y deja que ellos lo sepan.

Aleja el mensaje perturbador

Cuando Jairo y Jesús caminaban camino a la casa, un empleado le dijo que no molestara más a Jesús porque su hija había muerto. Imagina a ese hombre caminar esos metros hasta el dormitorio de la hija, confuso porque Jesús le estaba diciendo que no tuviera miedo sino fe. Eso sí que es respirar incertidumbre. Sé que te pasa lo mismo, de un lado el médico te dice que la sobredosis de cocaína va a llevarse a tu hijo a la tumba, del otro, tu corazón sediento te dice que actúes. Escoge alejar el mensaje perturbador, simplemente ora. Sin importar la respuesta, escoge arropar a tus hijos con el mensaje de esperanza.

Dios no desatiende el ruego de una madre desesperada. Pase lo que pase, en el tiempo y en la forma que crea conveniente, Él va a hacer que vuelva a ti.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: