¿Existe la pareja ideal?

Muchas otras cosas hacen ideal un matrimonio. En definitiva saber que no son perfectos y que no necesitan serlo para ser felices.

Diana Cantor Martinez

De repente una gigantesca nube gris empaña los soleados días del enamoramiento y la boda. Hay quienes dirán “¡Tal parece que el tan temido día de encontrarnos frente a frente con la cruda realidad, ha llegado!”. Pensar que las discusiones, la monotonía y los problemas son parte natural del matrimonio no es tan descabellado. El matrimonio está conformado por personas individuales que arrastran sus propios conflictos, que piensan de manera distinta y que tienen sus propias raíces y valores. Compasar y armonizar todo esto no es fácil, pero es posible. En ese orden de ideas, ¡el matrimonio ideal existe!, pero no se puede generalizar; todo depende de lo que quiere y espera cada uno. Sin embargo, es posible alcanzar ese estado de plenitud y realización si se tienen en cuenta algunos aspectos que trataremos a continuación:

Expectativas irrealizables

Ese es un gran obstáculo para que el matrimonio evolucione positivamente hacia la realización y hacia la felicidad. Esperar demasiado del matrimonio, creer que al contraer matrimonio todos los problemas se solucionarán y entonces la felicidad será eterna es un error. En este mismo sentido, otro falso concepto es el creer que la relación de pareja es la única fuente de felicidad dentro del matrimonio. El nacimiento de un hijo, los logros de los hijos y los propios, las relaciones familiares extensas con suegros, hermanos y demás familiares de la pareja también pueden ser una fuente de felicidad, alegría y crecimiento.

La inconveniente tarea de cambiar al otro

Siempre digo que a la hora de elegir pareja hay que buscar una persona que se ajuste lo más milimétricamente posible a lo que se quiere, o al menos que se identifique con nuestros gustos y valores. Si no es así, tarde o temprano vamos a caer en el deseo de convertir a esa persona en lo que quisiéramos que fuera. Me arriesgaría a decir que gran parte de los problemas en el matrimonio tienen que ver con la falta de aceptación del otro, tal y como es. Claro no estoy diciendo que debemos aceptar silenciosamente comportamientos que nos lesionan; en realidad, me refiero a la esencia de la otra persona. Por ejemplo, si una mujer que es demasiado alegre y extrovertida, a la que le gusta el contacto social, elige como pareja a un hombre callado, nostálgico y un poco apático, tarde o temprano ella querrá que él sea distinto y viceversa.

Lo otro es cuando ya se está inmerso en la situación. Sin duda es un gran reto enfrentarse al dilema de aceptar cosas con las que no nos sentimos del todo cómodos. Pero en tanto que esas cosas no atenten contra nuestros valores fundamentales y mientras que esas cosas nos permitan llevar una vida digna, valdría la pena relajarse y permitir al otro simplemente “ser”.

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Un obstáculo para alcanzar los sueños

Muchas de las consultas que recibo tienen que ver con este punto; mujeres que llegan a cierta edad, miran hacia atrás y se sienten frustradas. Sienten que se entregaron de lleno a sus hogares y no lucharon por sus propios ideales, incluso culpan a su esposo con frases como “él nunca me dejó estudiar” o “mi esposo decidió que lo mejor era que yo me dedicara a cuidar los niños”. En contraparte un matrimonio ideal podría ser aquel en el que cada uno de los integrantes de la pareja alcanza sus propios sueños sustentado en el amor y en el apoyo de la otra persona. Y que adicionalmente construyen sueños comunes.

Muchas otras cosas hacen ideal un matrimonio. Por ejemplo, valorar los pequeños esfuerzos que hace la pareja, aprender a escuchar y a manejar las diferencias, valorar los logros y sueños alcanzados. En definitiva, saber que no son perfectos y que no necesitan serlo para ser felices.

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Diana Cantor Martinez

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