Solo para adolescentes: cómo conquistar a tu príncipe azul

Crecer no implica renunciar a los cuentos de hadas, crea tu propia historia con final feliz sabiendo escoger tu príncipe.

Yordanka Pérez Giraldo

Desde pequeñas a todas las niñas nos hacen soñar con un príncipe azul, uno que aparezca en blanco corcel y nos salve y libere de esa horrible torre en lo alto del Castillo. Crecemos anhelando tener la fortuna de ser lo suficientemente bellas como para que alguien así aspire a nuestras manos, nuestros brazos, nuestros ojos, boquita, y un largo etcétera.

Sin embargo, en este deseo de que nuestro matrimonio sea un cuento de hadas que se haga realidad, en nuestra historia cometemos varios errores. Uno de ellos es confundir los cuentos y andar besando sapos en la idea de que pueda convertirse en príncipe, cuando lo ideal sería ir despacio; poner algunas pruebas a ver si de veras es digno el caballero. Por ejemplo, un verdadero hidalgo te tratará con respeto. Jamás te pondrá en peligro, no renegará de ti, se interesará por que seas feliz y alcances tu máximo potencial.

Cuidado con los falsos cuentos de hadas

Pero ¡Oh, error! Hay una edad en que nosotras desechamos buenos prospectos, sólo porque sus recursos son limitados. Para hacer honor a la verdad, señoritas, unas arcas abundantes no sólo son responsabilidad de ellos. En el mundo real, también nosotras tenemos la obligación de aportar: se trata de tener un consorte, no un esclavo. En el pasado las cosas eran diferentes, pero los tiempos han cambiado: está bien que queramos un cuento de hadas, pero no tiene que ser uno de la Edad Media.

O qué tal cuándo nos ponemos tiranas y creemos que sólo nosotras tenemos voz y voto, y hasta andamos encerrando al príncipe en lo alto de nuestros celos, nuestro egoísmo, nuestras inseguridades. ¡Qué complicado es mantener a alguien, ya sea soberano o simple lacayo, a nuestro lado con semejante humor! ¡En una de esas, terminamos otra vez en cuento, pero convertidas en verdaderas brujas!

Otro desafortunado actuar de nosotras mujeres en nuestro afán de ser princesas, es ir por la vida creyendo que somos dueñas del mundo y que el resto de los mortales son nuestros súbditos. Y déjenme decir algo: lo reinos se ganan: nada cae del cielo salvo la lluvia. Si quieres reinar, debes aprender a ganarte el favor de quienes deseas que sigan a tu lado a lo largo de toda tu vida. La imposición sólo sirve para provocar resentimiento y quien la usa, a la larga se queda sola. La historia también está llena de ejemplos de ese tipo.

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Finalmente los infaltables para que inicies con el pie derecho tu propia historia: no puedes aspirar a un príncipe si tú no sabes comportarte como princesa. Nadie te honrará si no te respetas y haces que te respeten, si no sabes ser una dama, tener valores, ser justa, amorosa, compartida, compañera.

Y vivieron felices para siempre

Si apuestas todo a simplemente lucir un cabello tan negro como el ébano o tan rubio como el trigo, y una piel tan suave como la seda y unos labios tan rojos como el carmín, no auguro que tu cuento tenga final feliz, porque así como tu buscas un príncipe, ellos buscan a su princesa, una que haga de su vida un “fueron felices para siempre”, y la triste realidad es que la belleza que es sólo física, es efímera. Y, como tal, se acaba con el tiempo.

  1. Por ello que tu reino primero sea tu cuerpo, ama cada parte de ti como tu más grande tesoro, pues tú eres tu dote.

  2. Trata a todos los que encuentres a tu paso con sabiduría, respeto y cariño. De todos ellos dependerá el equilibrio y la paz de tu entorno.

  3. No juzgues sólo por el físico: la felicidad está más en lo que sentimos, que en lo que vemos.

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  4. No creas que no mereces tu propio reino de amor, recuerda que no importa de dónde vengas, con cada paso creas tu camino.

  5. No pongas tu dicha en manos de nadie, crea tu propia dicha y compártela.

  6. No temas reescribir la historia. Recuerda que hay dos tipos de dolor, el que te lastima y el que te sirve para evolucionar. De ti depende a cuál le das cabida en tu vida.

  7. La nobleza viene también de nuestros actos para con los otros. Es el privilegio al que podemos aspirar siendo personas de bien, justas, empáticas, amorosas, dispuestas a hacer el bien por nuestro prójimo. Aspira a que tus actos sean nobles siempre.

Las historias felices sí existen, y no son sólo cosa de un beso, sino de muchos besos, de mucha entrega y de ir creando tus propias oportunidades con esfuerzo y sacrificio. ¿Te imaginas si Cenicienta si no se hubiera atrevido a asistir al baile? Así pasa también en la vida real: si no estás dispuesta a aventurarte y creer que es posible no lo lograrás. ¡Es imposible ganar la lotería, si no compras boleto!

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Yordanka Pérez Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.