Cinco consejos para ser pacientes con nosotras mismas y ser mejores madres
Como madres les tenemos paciencia a muchas personas: a nuestros hijos, esposos, familiares, amigos y demás, pero usualmente nos olvidamos de una persona muy importante: nosotras. El tenernos paciencia es elemental pues nuestro trabajo lo amerita.
Denhi Chaney
Las expectativas que tenemos en la vida definen, en muchos sentidos, tanto nuestras decisiones como nuestro estado emocional. Por ejemplo, cuando logramos nuestras metas nos sentimos satisfechas y realizadas, pero cuando no las logramos nos sentimos frustradas, tristes, y hasta enojadas. El tener metas nos ayuda a alcanzar nuestro potencial, sin embargo, a veces olvidamos que muchas cosas toman tiempo y que no todo sale bien al primer intento. Eso implica que cometeremos errores. Todo lo anterior tiene particular sentido cuando pensamos en el hecho de llegar a convertirnos en madres y en nuestra meta de llegar a ser perfectas en nuestro desempeño. El aprendizaje debe ser rápido y no hay manual del usuario para el nuevo bebé. Pocas cosas nos hacen ver nuestras debilidades como el intentar mantener vivo, educar y amar a un hijo, mientras sacrificamos nuestros propios intereses. Existen innumerables libros, expertos, recomendaciones y personas que ofrecen consejos, pero aun así hay momentos en que literalmente no sabemos qué hacer, y ahí es cuando entra el pánico.
Es precisamente en los momentos que sentimos pánico cuando debemos aprender una de las lecciones más importantes: el tener paciencia con nosotras mismas. Tenemos el instinto materno pero toma tiempo aprender cómo usarlo y en qué circunstancias. Y por si fuera poco, con cada niño las reglas cambian, pues rápidamente nos damos cuenta que lo que funcionaba muy bien con uno, con el otro causa precisamente lo contrario. En estos momentos es cuando hay que recordar que debemos tener más paciencia con nosotras mismas. Estas son algunas razones:
Mamás de generaciones
Aunque vemos a las abuelitas y parece que lo saben todo, ayuda pensar que en algún momento ellas mismas estuvieron como nosotras, y lo mejor de todo es que en algún momento seremos como ellas, con mucha sabiduría para dar.
No hay un manual perfecto
No existen los manuales perfectos para convertirse en la mamá perfecta. Tampoco existe un manual diseñado específicamente para el niño con el que estás teniendo dificultades. Estás aprendiendo al mismo tiempo que estás enseñando.
Podemos remediar nuestros errores
Pocas experiencias ayudan más a nuestros niños que cuando aceptamos que cometimos un error y pedimos disculpas, esto los ayuda a que ellos hagan lo mismo cuando ellos cometen un error.
Un amor puro lo cura casi todo
Es importante pensar que a pesar tener tantas dudas, lo más importante que no podemos dudar es que amamos a nuestros bebés, ellos lo sienten y lo saben, y cuando obramos con amor puro, es muy difícil cometer errores.
Ser mamá es lo más difícil que haremos
Muchas personas que no lo son, piensan que el ser mamá es fácil. Es obvio que nunca lo han experimentado. Ser mamá es extremadamente difícil, y es por eso mismo que debemos de tenernos paciencia porque estamos haciendo una “tarea de titanes”. No es cualquier cosa cuidar, educar y enseñar a un niño, para que él o ella en su momento también sea una persona de provecho, honesta, responsable y que también pueda ser un papá o una mamá que pueda hacer lo mismo.
Nuestro trabajo impacta generaciones. La próxima vez que empecemos a sentir esa frustración de haber fallado, o el pánico de no saber qué hacer recordemos a todas las personas a las que les tenemos paciencia; no debemos de olvidarnos de nosotras mismas. También somos personas, y también necesitamos de misericordia. Si pensamos en estas pequeñas realidades nuestra actitud puede cambiar, y no porque la tarea se haga más fácil sino porque nuestra propia capacidad para comprender y afrontar la situación, han aumentado.