Padres buenos – Buenos padres

Prefiero ser una buena madre, aunque en un momento mis hijas piensen que estoy siendo demasiado estricta y exigente.

Miriam Aguirre

Durante mi niñez, era muy fácil cambiar de parecer y juzgar a mis padres: “Hoy papá es bueno y mamá mala, porque papá me dejó salir a jugar a pesar de que mi mamá no quería porque ya era muy tarde. Mañana mamá será buena porque no me pedirá que haga la tarea y papá será malo, porque me regañará cuando venga del trabajo y yo no haya terminado mi tarea que pienso copiar antes de clase”.

Ahora que soy adulta y madre, me pongo a pensar en esas situaciones. Tal vez ahora diría que en el primer caso, papá era un padre bueno y permisivo, pero mamá era una buena madre, porque al no dejarme salir en la noche me estaba protegiendo. En el segundo caso, mamá era buena por ser complaciente y dejarme jugar toda la tarde, mientras que papá era el malo por exigirme hacer la tarea. No obstante, en realidad papá estaba siendo un buen padre por enseñarme buenos principios de trabajo, responsabilidad y honestidad.

El padre bueno para un niño, es aquel que le permite hacer lo que sea o que vive sólo para complacerle, mientras que a quien consideramos “malo” tal vez no lo sea en sí. El padre malo parece ser el que nos pone limitantes o nos exige que hagamos ciertas cosas, pero a fin de cuentas es quien nos hace ser responsables, honestos, serviciales y buenos ciudadanos. Entonces ser un padre bueno, no siempre significa ser un buen padre.

Muchos padres de hoy en día están enfocados en complacer a sus hijos, en darles todo aquello de lo que carecieron ellos mismos en su infancia, haciendo esto a un alto costo. Si el niño hace una rabieta, hay que comprarle algo o darle más chocolate. Si la hija no quiere ir a la clase de piano o danza, que ya está pagada con mucho sacrificio, pues hay que dejarla porque no hay que obligar a nadie a hacer nada.

¿Qué efecto tiene este tipo de actitud en la nueva sociedad?

Un estudiante de medicina que prefiere no estudiar y pasar el examen copiando, años después no sabrá cómo tratar a un paciente. Un trabajador que se rehúsa a cumplir con los requerimientos de seguridad en la fábrica y termina gravemente lastimado por una máquina, buscará interponer una demanda a la empresa para que le sea retribuido todo. Si partimos de este panorama, tendremos como resultado nuevas generaciones de padres que no sabrán cómo criar a sus hijos ni cómo establecer límites en el comportamiento de los chicos, o de ellos mismos. Tendremos una sociedad donde la honestidad, el trabajo y la consciencia cívica no serán valoradas. Esa sería una sociedad en donde nadie querría vivir.

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Pensando en todo esto, me digo a mí misma: “Prefiero ser una buena madre, aunque en algún momento mis hijas piensen que estoy siendo demasiado estricta y exigente”. Sí, ellas mismas tienen que juntar sus juguetes, terminar su comida y hacer su tarea. Sé que un día me lo agradecerán.

Te invito a reflexionar en estos consejos y valorar la forma en la que podrían influir en el trato con tus hijos. Toma la mejor decisión, para que influyas de manera positiva en sus vidas y en la sociedad en donde ellos habrán de actuar.

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Miriam Aguirre

Miriam Aguirre nació en México D.F. y actualmente vive en Argentina. Tiene un título en Educación Infantil. En su tiempo libre disfruta de leer novelas románticas, caminatas con su esposo y jugar con sus dos hermosas hijas.